El viernes 22 de abril fue el Día de la Tierra, fecha que conmemora una de las primeras marchas ambientales multitudinarias. El 22 de abril de 1970, 20 millones de personas, mayormente profesores y estudiantes universitarios, salieron a las calles en Estados Unidos para exigirle a su gobierno que limite el accionar irresponsable de un conjunto de empresas que estaban generando impactos negativos sobre la salud de las personas y del ambiente al contaminar el aire y el agua.
En los últimos 50 años, la preocupación por las temáticas ambientales ha ido aumentando progresivamente, aunque con varios traspiés en el camino. A lo largo de esta evolución, la ciencia, la educación (formal e informal) y la difusión del conocimiento han jugado roles fundamentales.
El libro Primavera silenciosa, de Rachel Carson, fue la semilla que devino árbol, con la marcha en 1970. Y en fruto, poco después, con la creación de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos.
El recientemente publicado Sexto informe de evaluación sobre cambio climático, elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos, podría ser considerado como el motor de las nuevas movilizaciones que vienen desarrollando los jóvenes alrededor del globo y que llaman a la acción urgente ante la crisis climática que estamos atravesando.
Para poder promover e implementar los cambios transformacionales que se requieren, el cambio climático debe convertirse en la metanarrativa de nuestras acciones y planes tanto a nivel individual como colectivo.
David Wallace-Wells, en su libro El planeta inhóspito, describe muy acertadamente uno de los grandes desafíos que enfrentamos: «el cambio climático es rápido, mucho más rápido de lo que, al parecer, somos capaces de reconocer y admitir; pero también es largo, casi más largo de lo queremos imaginar realmente».
Esta dificultad para comprender y aceptar su temporalidad, en conjunción con la multicausalidad y transversalidad de sus efectos e impactos, han convertido al cambio climático en el mayor desafío de nuestro tiempo. Sus impactos ya se perciben en todo el planeta y tienen la capacidad de exacerbar y profundizar tanto las crisis económicas como las sociales y ambientales.
Para poder promover e implementar los cambios transformacionales que se requieren, el cambio climático debe convertirse en la metanarrativa de nuestras acciones y planes tanto a nivel individual como colectivo.
Hace algunas semanas, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hizo un nuevo llamado a la acción, para que los compromisos y planes climáticos dejen de ser meras promesas y pasen a ser una realidad. Todos y cada uno de nosotros tenemos la oportunidad y la responsabilidad de alterar el futuro que hoy proyecta la ciencia si no se consiguen los cambios necesarios.
Respondiendo a este llamado y reconociendo el rol clave que tenemos como comunicadores, desde Grupo Sol hemos decidido darle un lugar central al ambiente, a la sustentabilidad y al cambio climático como temáticas guía en la generación de contenido de nuestros diversos productos.
En este sentido, a partir de este año tendremos tres especiales de la revista NBS dedicados exclusivamente al desarrollo sostenible para ampliar la difusión de la temática. En estas ediciones mostraremos las buenas prácticas de los actores locales innovadores que con sus acciones van marcando y promoviendo un nuevo camino que tiene en cuenta los desafíos ambientales, y las mejoras que se requieren urgentemente desde todos los sectores.
Esas ediciones especiales buscarán inspirar a todos los actores sociales para potenciar y amplificar el impacto positivo que cada uno de nosotros, desde su lugar, puede aportar para hacer de este planeta un lugar mejor, más justo y equitativo para los que estamos y para los que vendrán.
