Es falso que la NASA haya derrumbado el mito sobre las vacas argentinas
En marzo, un estudio de la NASA afirmó que Argentina es acreedor climático, ya que captura más carbono del que emite. Ahora aclara que el estudio no incluyó al metano.

3 May, 2023

Los estudios de la NASA sobre el cambio climático quedaron envueltos en una polémica cuando se utilizaron datos del organismo para instalar la idea de que la producción ganadera no contamina. Ahora, la NASA salió a aclarar que, en rigor, no hizo una medición específica sobre el efecto contaminante de la producción ganadera y que al medir generación de gases contaminantes por país no incluyó al metano.

En marzo, la NASA había presentado un estudio en el que clasificaba a los países en función de su rol como fuente de contaminación. En ese listado, donde China y Estados Unidos son las naciones más contaminantes, Argentina aparecía como “acreedor climático”, ya que captura más dióxido de carbono del que emite. Así lo publicó NBS días atrás.

La NASA aclaró que la medición que realizó no había incluido al metano, que es el gas contaminante que genera la producción masiva de ganado vacuno.

Este dato había sido utilizado por agrupaciones vinculadas a la producción ganadera local para afirmar que la NASA sostenía que el ganado no contamina. Tras la polémica, la NASA aclaró que la medición que realizó no había incluido al metano, que es el gas contaminante que genera la producción masiva de ganado vacuno.

El sitio Chequeado, que se dedica a verificar las informaciones que publican distintos medios, logró que la NASA se pronunciara sobre el tema. La propia NASA confirmó a Chequeado que “no es posible concluir a partir del estudio si la industria ganadera de un país concreto es una fuente o un sumidero neto de gases de efecto invernadero”.

Estudio parcial

Además, la NASA detalló que el estudio analizaba las emisiones de dióxido de carbono y no incluía otros gases, como el metano y el óxido nitroso, que constituyen una fracción significativa de las emisiones totales de gases de efecto invernadero procedentes del ganado.

“No es posible concluir a partir de nuestro estudio si la industria ganadera de un país concreto es una fuente o un sumidero neto de gases de efecto invernadero. Esto se debe a que sólo estimamos las emisiones y absorciones netas de CO2 en todos los ecosistemas de un país”, explicó a a Chequeado Brendan Byrne, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, en el sur de California.

«Nuestro estudio no incluye otros gases de efecto invernadero como el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), que constituyen una fracción significativa de las emisiones totales de gases de efecto invernadero procedentes del ganado y otros rumiantes.»

En otras palabras, nuestro estudio no incluye otros gases de efecto invernadero como el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), que constituyen una fracción significativa de las emisiones totales de gases de efecto invernadero procedentes del ganado y otros rumiantes. Estos otros gases deben tenerse en cuenta a la hora de determinar si la industria ganadera es una fuente neta de gases de efecto invernadero”, afirmó Byrne.

El estudio Presupuestos nacionales de C02 (2015-2020) inferidos a partir de las observaciones de CO2 atmosférico en apoyo de los balances (stocktake) globales fue publicado el 7 de marzo último por la revista científica Earth System Science Data.

Se trata de un estudio internacional, realizado por más de 60 investigadores, que utilizó mediciones realizadas por la misión Orbiting Carbon Observatory-2 de la NASA, así como una red de observaciones desde la superficie para cuantificar los aumentos y descensos de las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono entre 2015 y 2020.

La metodología que se utiliza habitualmente para la medición del carbono se basa en el recuento y la estimación de la cantidad de dióxido de carbono que se emite en todos los sectores de una economía, como el transporte y la agricultura. El estudio plantea como una prueba piloto un enfoque basado en mediciones de arriba hacia abajo (o top-down).

“Este análisis viene a complementar los procesos de inventarios nacionales, no reemplaza la actual metodología de abajo hacia arriba (bottom-up). Con una combinación de métodos y datos, los autores infieren el flujo de CO2 entre la Tierra y la atmósfera para una región determinada. Estas mediciones de CO2 atmosférico sirven más para estimar flujos de carbono a grandes escalas, por eso las limitaciones que mencionan los propios autores para países de menor superficie”, explicó a Chequeado Virginia Vilariño, una de las autoras del último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC).

Stock de carbono

El comunicado de prensa del estudio incluye un mapa que muestra las emisiones y absorciones netas medias (promedio) de dióxido de carbono de 2015 a 2020. Los países en los que se eliminó más dióxido de carbono del que se emitió aparecen como depresiones verdes, mientras que los países con mayores emisiones son de color naranja o rojo.

En el caso de la Argentina, se encuentra en color verde. Esto significa que el consumo de combustibles fósiles y la actividad industrial emitieron, en ese tiempo, menos CO2 de lo que los sistemas naturales remueven de la atmósfera. “Pero no se puede atribuir ese cambio en el stock de carbono a un sector económico o actividad particular, ya que depende no sólo de tierras bajo manejo sino, sobre todo, de ecosistemas naturales (bosques, selvas, pastizales, ríos, lagos), los cuales no pueden asociarse discrecionalmente a una actividad productiva en particular”, sostuvo Vilariño, licenciada en Ciencias Ambientales de la Universidad del Salvador (USAL).

Sin embargo, las desinformaciones circulantes concluyen erróneamente que “el balance positivo (color verde) es debido a la captura de carbono en las tierras de pastoreo”, cuando, como señaló Vilariño, el stock de carbono estimado en el estudio incluye tierras bajo manejo y tierras no manejadas (ecosistemas naturales).

“Aunque en algunos países de América del Sur se observa un aumento de las reservas de carbono terrestre, no es posible atribuirlo específicamente a los pastos utilizados para alimentar al ganado”, explicó a este medio Byrne, autor principal del estudio.

Y agregó: “En el documento afirmamos que existe una absorción neta en algunos países cuando se suman todos los ecosistemas, pero no estimamos las contribuciones de los distintos ecosistemas dentro de un mismo país ni atribuimos la absorción en un ecosistema concreto a factores específicos”.

Además, la investigación sólo incluye emisiones de CO2, no toma en cuenta ni el metano (CH4) ni el óxido nitroso (N2O), que son los gases de efecto invernadero más relevantes de la actividad ganadera. Por lo tanto, es falso que la NASA haya derrumbado el mito sobre las vacas argentinas o demostrado que la ganadería de nuestro país no contamina el ambiente como afirman las publicaciones virales.

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