Fintech y bancos debaten por la regulación del sector
Hace algunas semanas recrudeció la discusión entre bancos y fintech, con eje en la normativa. Las entidades tradicionales piden “emparejar la cancha” mientras las fintech abogan por reglas acordes al servicio que brindan.   Lo que a priori se veía como un recelo mutuo entre bancos y fintech, se tornó en las últimas semanas en […]

30 Ago, 2019

Hace algunas semanas recrudeció la discusión entre bancos y fintech, con eje en la normativa. Las entidades tradicionales piden “emparejar la cancha” mientras las fintech abogan por reglas acordes al servicio que brindan.

 

Lo que a priori se veía como un recelo mutuo entre bancos y fintech, se tornó en las últimas semanas en una disputa con posiciones tomadas. Los jugadores del sistema financiero tradicional reclamaron “emparejar la cancha” y las fintech salieron a defenderse: “No se necesita una regulación que ahogue a un segmento que trabaja en pos de la inclusión financiera”, dijeron.

En la Argentina, más de la mitad de la población no tiene acceso a los servicios financieros, lo que perjudica la vida de las familias, fomenta la informalidad y, en definitiva, atenta contra la economía. Más allá de los beneficios que pueda obtener cada uno de los sectores para sus respectivos negocios, achicar esa brecha está ahora en el centro del debate.

 

¿Qué pasó?

 

A principios de junio, los bancos nacionales nucleados en ADEBA presentaron un informe que le habían encargado a la consultora económica Fiel, que hizo un diagnóstico de las condiciones actuales que impiden una mayor inclusión financiera en el mercado argentino. El documento hacía hincapié en “asimetrías regulatorias e impositivas a favor de servicios no regulados”, en clara referencia a las fintech, como una de las principales trabas a sortear para hacer crecer la penetración del crédito en la Argentina.

Frente al reclamo de los bancos, rápidamente llegó la respuesta de las empresas de tecnología dedicadas a servicios financieros. Con un mensaje conjunto distribuido en los medios, la Cámara Argentina de Fintech salió a aclarar que el segmento es un paraguas que incluye a muchos tipos de negocios, y que sólo un puñado de empresas está relacionado con el negocio bancario. En este punto, resaltaron que las compañías que permiten pagos u otorgan préstamos, no realizan “intermediación financiera” porque no utilizan los depósitos de los clientes para fondear los créditos que dan.

“La industria fintech está compuesta por muchos verticales, todos con características diferentes que se adecuan a las regulaciones que se aplican a sus respectivos negocios”, explicaron y aclararon cuál es la relación con los distintos órganos reguladores. “Como Cámara hemos trabajado en muchas iniciativas desarrolladas por las diferentes autoridades de aplicación como la Mesa de Innovación del Banco Central (BCRA), el Fintech Task Force de la Comisión Nacional de Valores (CNV) y junto a otras autoridades como el Ministerio de Producción, AFIP y UIF”, señalaron.

La discusión alcanzó incluso tintes gremialistas, cuando el sindicalista Sergio Palazzo, titular de La Bancaria, amenazó con encuadrar a los empleados de las fintech en su agrupación. Estos dichos originaron un fuerte fuego cruzado, que incluyó respuestas de los líderes de Mercado Pago a través de las redes sociales.

 

¿De dónde viene el debate?

 

La irrupción de las fintech presenta una novedad tanto en la Argentina como en el resto de los países del mundo. Apalancadas en la tecnología, estas empresas apuestan a hacer más escalable el negocio financiero al llevarlo a personas que hasta ahora no habían sido alcanzadas.

“Me parece sumamente relevante el avance hacia un debate serio en torno al tópico de regulación de las fintech en Argentina. El mundo entero está avanzando en esta línea. Cada vez son más los países que tienen algún esquema regulatorio (algunos más estrictos, otros más laxos) y los organismos internacionales que traen el debate a sus foros”, afirmó Ignacio Carballo, economista especializado en fintech.

En tanto, Salvador Calogero, CEO de la fintech Vivus, señaló: “La discusión que se está dando en la Argentina es casi una copia del proceso natural de maduración que ha tenido el mercado a escala global, cuando las fuerzas disruptivas de las fintech cobraron una mayor magnitud a medida que crecieron en cantidad y proporción en relación a la banca tradicional. Analizar cómo lo resolvieron en otras geografías nos dará herramientas para pensar una solución propia”.

Hasta ahora, en Argentina el BCRA había tenido una política de “laissez faire, laissez passer”, con estos nuevos jugadores, a la vez que desreguló varias trabas que encontraban los bancos para permitirles que puedan competir en las nuevas condiciones del mercado.

“El BCRA ha asumido una escucha muy activa frente a la revolución fintech. Si bien hoy no las regula, ha desarrollado un abanico de normativas que sin duda fue clave para promover el desarrollo del sector. Incluso, otros organismos del Estado han tomado cartas en el asunto y están estudiando y acompañando el desarrollo de las finanzas tecnológicas, por ejemplo la reciente mesa fintech en la CNV”, indicó Carballo.

Y agregó: “Ahora bien, si esta promoción del sector vino porque estaba en un estado incipiente (o inexistente), creo que eventualmente debería saberse de manera más clara qué variables se están observando para medir su crecimiento y qué objetivos específicos se buscan. Lamentablemente, aún no se sabe a ciencia cierta a quiénes están sirviendo las fintech y tampoco presentan las características de sus servicios y productos en el régimen de transparencia del BCRA”.

Lo que los players de la banca tradicional reclamaron fue “emparejar la cancha” con el sector fintech, sobre todo en el aspecto impositivo que rige a ambos negocios. Alejandro Pérez, gerente general de ADEBA, expresó: “Las buenas prácticas internacionales establecen que la regulación e imposición tributaria se debe realizar en base a los productos y servicios financieros ofrecidos  y no en función de qué empresa los provea. Por ejemplo, si se grava a la transferencia de dinero,  eso debe ser igual para todos, sin importar si la empresa que da el servicio de transferencia es un banco u otro tipo de empresa. Entonces, lo que falta para asegurar competencia en igualdad de condiciones es que se eliminen todas aquellas asimetrías impositivas que afectan a la prestación de servicios de pagos y finanzas”.

En ese sentido Pérez se refirió a las transferencias entre empresas. “Están alcanzadas por el impuesto a los débitos y créditos (1,2 %) cuando se hace a través del sistema bancario pero están exentas si se hacen por fuera de él, a través de empresas no reguladas por el BCRA. Similar situación se da en relación a retención de IVA e ingresos brutos en algunas jurisdicciones. Otro ejemplo de asimetría regulatoria son los encajes que los bancos están obligados a colocar por sus depósitos”, puntualizó.

 

¿Hacia dónde vamos?

 

Más allá de estas cuestiones, lo cierto es que desde ambos lados de la disputa esperan una normativa en el mediano plazo, aunque todavía analizan en qué términos sería conveniente para todas las partes y qué ejemplos de otros países podrían tomarse en cuenta.

“Los bancos asumen que las fintech no quieren una regulación, lo cual es erróneo. Las fintech quieren una regulación que esté adecuada a los negocios. Lo que pasa es que existe una precaución para que el regulador trabaje adecuadamente y realice una normativa acorde al tamaño y a la actividad del sector y que sea progresiva”, aseguró Alejandro Cosentino, fundador de Afluenta y vicepresidente de la Cámara Argentina de Fintech.

Cosentino participó del armado de la Ley Fintech en México, uno de los pocos casos regionales donde esta actividad ha sido regulada. “En México la ley es progresiva, está adecuada a la actividades: se reguló el crowlending (fondeo colectivo), se regularon los pagos, los activos digitales”, comentó, y añadió: “Antes de regular a las fintech hay que comprender el modelo. Lo peor que le podría pasar a la industria es que la regulen sin comprenderla. Además de proteger a los usuarios, el rol del regulador es darle un mensaje a la industria y decir: ‘Así es cómo se trabaja’. Y esto último genera segmentos y permite el desarrollo”.

En tanto, Calogero repasó otras normativas que podrían servirle como ejemplo al caso argentino. “Las regulaciones en Europa y Asia fueron muy dispares. En Letonia, Lituania, Suecia y Finlandia, optaron por pegar de lleno por el lado del tope de la tasa de interés y produjo una contracción de la oferta de las fintech y un mercado desatendido al que estas empresas daban una solución”, repasó.

“Otros países, como República Checa y Dinamarca, adoptaron una estrategia promercado y de consenso, donde el banco central validó y discutió con las empresas y diferentes entes gubernamentales –las equivalentes locales de la AFIP, la CNV o el Ministerio de Modernización– para crear una regulación que proteja al consumidor, con un marco claro y conciso para los distintos referentes del mercado, sin asimetrías y desventajas para los distintos jugadores”, añadió Calogero.

Desde el punto de vista de los bancos, la solución a estas fricciones debe darse más temprano que tarde. “Hay varios modelos regulatorios y todos presentan pros y contras; no hay tal caso como un modelo correcto y uno incorrecto. Nosotros preferimos pensar más en los ‘principios generales’ que deben observar una adecuada regulación y política tributaria y dejar la elección del modelo en manos de las autoridades. El principio general es promover que la innovación tenga lugar y, al mismo tiempo, asegurar que estén adecuadamente mitigados los riesgos tradicionales de la actividad financiera y medios de pagos, más los que puedan estar asociados a las nuevas tecnologías; todo esto en un contexto de competencia en igualdad de condiciones entre los distintos actores”, propuso Pérez.

Carballo, por su parte, fue un poco más escéptico acerca de una pronta regulación. Según él, todavía queda mucha tela para cortar antes de llegar a una nueva ley que regule a las fintech. “Bienvenido el debate. En Argentina necesitamos darlo con datos, rigurosidad académica y escuchar a todos los actores. Es fundamental sustentar las posturas propuestas con fundamentos acordes a la coyuntura local y sus particularidades. La fragilidad de nuestra moneda, el tamaño de nuestro sistema financiero, el alto grado de informalidad de nuestra economía y la incertidumbre política en general, entre tantos otros ejemplos posibles, aplican desafíos propios a la hora de pensar el desarrollo de un sector novedoso pero que sin duda puede aportar al desarrollo inclusivo”, sostuvo.

 

Modelo de “coopeticion”

 

Aunque en la discusión regulatoria las fintech y los bancos puedan estar en veredas diferentes, la realidad es que ambos sectores pueden convivir en armonía. “En todo el mundo se ve que hay una complementariedad entre las fintech y los bancos. Estos últimos buscan un tipo de cliente y generalmente las fintech, a otros. ¿Puede haber algún tipo de superposición? Es cierto, pero no es tan grande como para que afecte el negocio de ninguno”, consideró Cosentino.

El modelo que se ha implementado en algunas compañías es el de “colaboración + competencia”, lo que da lugar al término coopetition en inglés. “Es una forma de integrar y aprovechar las nuevas tecnologías, para potenciar el negocio bancario e incrementar la inclusión financiera. Esto es algo que hace el sector privado en forma natural y cotidianamente”, concluyó Pérez.

 

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