La incertidumbre atenta contra una política crediticia a largo plazo
La falta de previsibilidad desalienta el compromiso de la banca privada para el desarrollo de líneas de crédito para el financiamiento productivo. Cuáles son las claves para revertir esta situación.

27 Abr, 2023

Para las empresas argentinas sostener su operación y expandirse es una tarea cada vez más compleja. En principio, la creciente inflación (102,5% interanual en febrero) no da respiro. Además, pese a que en el segundo mes del año la producción industrial creció 0,5% en relación al mismo período de 2022, según datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), el país todavía está lejos de tener un buen desempeño en materia de productividad.

Producir más es clave para la recuperación del sector, para generar empleo y tener una economía más competitiva, pero para eso las empresas necesitan máquinas, materia prima y trabajadores, metas difíciles de alcanzar cuando la posibilidad de fondearse crediticiamente es prácticamente inaccesible, situación que es todavía más complicada para las pymes.

En ese sentido, el indicador de Medición al acceso del financiamiento pymes, de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) señala que los principales obstáculos para acceder al financiamiento son:

  • Requisitos demasiado exigentes para ser cumplimentados por la pymes: 28,8%.
  • Consideración de las condiciones de crédito disponibles como no favorables: 19%.
  • Desconocimiento de los programas de asistencia o financiamiento: 15,9%.

El poco acceso al financiamiento se ve atravesado, además, por el crowding out, o efecto desplazamiento, que se genera cuando el Estado se financia tomando deuda, acapara todo el crédito disponible y deja al sector privado sin posibilidades de financiarse.

Falta de crédito y expansión

El financiamiento productivo en Argentina es de los más bajos del mundo. En 2022 los préstamos privados fueron apenas el 6,8% del PBI, un poco más arriba que en países con escaso desarrollo, como Afganistán o Zimbabwe, explica el economista Federico Glustein.

Para el economista esta situación responde a tres motivos fundamentales:

  • La inflación creciente que deriva en una tasa de interés perjudicial para la actividad.
  • La competencia del Estado que se muestra, a través de sus distintos organismos (incluso los bancos públicos), como garante del crédito productivo y como el único interesado en la materia, a pesar de los enormes subsidios que distorsionan la competencia.
  • La falta de estabilidad macroeconómica que no permite generar condiciones para una política crediticia sana a largo plazo.

“Esto complica a las empresas, sobre todo a las pymes, porque si sólo dependen del aporte de los bancos públicos, no hay soporte a la actividad productiva, más teniendo en cuenta que los recursos del Estado y sus organismos son finitos”, opina Glustein.

“La inversión contempla amplios riesgos, como los cambios en términos de precios relativos, de tipo de cambio, tasas de interés e inflación, lo que genera mucha incertidumbre en los contratos a largo plazo, como son los créditos productivos. Esto desincentiva tanto la oferta como la demanda.» Martín Kalos.

En la misma línea, Martín Kalos, economista y director de EPyCA Consultores, añade que la poca disponibilidad de financiamiento productivo es un problema histórico y, desde hace décadas, el crédito del sector privado oscila entre el 10 y el 15% del PBI. “Además, alrededor de la quinta parte está destinado a pymes, mientras que el otro 80% lo toman las grandes empresas, de las cuales muchas operan en el país pero no son necesariamente de capital nacional”, sostiene Kalos.

A ese escenario, suma, se agrega la informalidad que existe en la economía argentina, donde muchas pymes no están en condiciones de solicitar financiamiento porque los números que tienen registrados no alcanzan; y la poca capilaridad que tienen esos créditos, mayormente concentrados en CABA, provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

“La inversión contempla amplios riesgos, como los cambios en términos de precios relativos, de tipo de cambio, tasas de interés e inflación, lo que genera mucha incertidumbre en los contratos a largo plazo, como son los créditos productivos. Esto desincentiva tanto la oferta de crédito del sistema bancario como la demanda. Y lleva a que la expansión de las empresas muchas veces se haga sin recurrir a financiamiento, sino con capital propio, y no todas lo tienen”, enfatiza Kalos.

Salvador Femenia, secretario de prensa de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), destaca las diferentes líneas de financiamiento pyme que se ofrecen bajo el paraguas del Programa CreAr, más algunas convocatorias que estuvieron vigentes años anteriores, y se espera que vuelvan a tener convocatoria este año, y otras propuestas de organismos públicos que llegarían en los próximos meses.

“La oferta de financiamiento productivo bajo el Programa CreAr incluye seis líneas con diferentes destinos y está orientada especialmente al sector industrial y de servicios industriales, lo que deja a estos sectores con una buena cantidad de opciones. Sin embargo, mirando otros sectores, como el agropecuario, comercio y servicios, las opciones se reducen y tienen tasas más elevadas. Esto tiene que ver con la orientación estructural que se le ha dado al financiamiento público en los últimos años en nuestro país, con un fuerte enfoque en la industria. Sería interesante complementar con opciones beneficiosas para los demás sectores”.

Enfoque de los bancos

Ante un escenario de escasez de líneas de crédito accesibles para las empresas, cabe preguntarse en qué se están enfocando los bancos, considerando que tienen un rol clave para el financiamiento del sector productivo y el desarrollo de la economía.

En ese sentido, Glustein opina que los bancos están relativamente cómodos con los intereses por los activos del Estado. Además, los créditos a la producción son complejos en una economía inestable, mientras que enfocarse en el crédito al consumo tiene menor complejidad y, aunque hay un mayor grado de mora, la tasa es más rentable.

Por su parte, Kalos agrega que para entender cuál es el foco de los bancos, es importante pensarlo en términos de corto o largo plazo, en lugar de consumo o inversión.

“No hay crédito de largo plazo en Argentina y ese es el punto de partida para entender esto. Se puede financiar en mayor volumen y proporción el consumo en el corto plazo, pero las inversiones, por su propia naturaleza, requieren financiamiento de largo plazo. Analizando las estadísticas del sistema crediticio se observa que se vuelca al consumo a través de tarjetas de crédito o de préstamos personales o prendarios. El punto clave no es que los bancos no quieren financiar inversiones, sino que no quieren comprometerse a largo plazo por la incertidumbre, imprevisibilidad y volatilidad de la economía argentina”.

Por último, Femenia suma que el financiamiento público tiene una lógica enfocada en fomentar y promover la producción, con líneas específicas, tasas más bajas que los privados, con requisitos en algunos casos más flexibles y con la interacción de diferentes actores para fomentar el otorgamiento del crédito.

“Si, en cambio, nos centramos en el comportamiento de la banca privada, podemos observar algunas prácticas más de ‘especulación financiera’ en algunos casos, y orientadas al consumo y no tanto a financiar a las pymes, salvo ciertas excepciones muy específicas”, puntualiza Femenia.

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Federico Glustein, Martín Kalos, Salvador Femenia
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