Tamara Vinitzky es directora ejecutiva de Desarrollo de Negocios de Banco Comafi. Ocupa esta posición desde el año pasado, cuando hizo su debut en el sector bancario. “Soy contadora, tengo 25 años de carrera previa a ingresar al banco. Trabajé en la consultora KPMG donde fui rotando de roles, desde la auditoría hasta ser socia y miembro del Comité Ejecutivo. Allí me propusieron hacerme cargo de la estrategia comercial, lo que era todo un desafío porque era un rol que no existía en KPMG. Después de ocho años de tener ese rol en el Comité Ejecutivo me empecé a dar cuenta de que quería una compañía un poco menos estructurada en cuanto a lo corporativo, más innovadora, un estilo de liderazgo distinto. Me llevó como un año y medio tomar la decisión de irme. Me fui y en seguida apareció la oportunidad del banco.»
—¿Y cómo fue el paso al banco?
—El banco me llama para liderar un proyecto de mujeres: Mujeres únicas. Queríamos ofrecerles a las mujeres algo distinto, no el típico descuento de miércoles en peluquería, sino más bien acompañar a las mujeres para que tengan su independencia económica, porque para tener una verdadera independencia femenina tenés que tener independencia económica. Entonces el foco de Mujeres únicas es este.
—Pese a los avances de los últimos años, ¿sigue habiendo discriminación laboral contra las mujeres?
—Es una respuesta que puedo dividir en varias partes. Una parte es cuando te preguntan “¿a vos te costó llegar?”. Mi respuesta era no. “¿Alguna vez tuviste algún acoso o alguna situación extraña?” Y la respuesta es no. Y después, cuando te empiezan a preguntar un poquito más y te dicen: “pero en algún momento hicieron una reunión y no te invitaron o se juntaron a tomar whisky después de la reunión y no te invitaron, o te contestaron de una manera diferente que como te hubieran contestado si fueras hombre?”. Y ahí empezas a reflexionar. Cuando entré al Comité Ejecutivo alguna vez me dijeron en alguna discusión: “¿Por qué no te tomas un tecito?”. Y entre varones esas cosas no pasan.
A mí lo que me gusta es hablar de igualdad de oportunidades. Y decirles a las chicas jóvenes que tienen que invertir tiempo en networking y ser ambiciosas.
—¿Por qué las mujeres son relegadas a la hora de ocupar posiciones de mando?
—El intercambio que se da entre los varones y el mundo fuera de la oficina es mucho más rico, entre ellos es más recurrente el networking. Pero cuando las mujeres salen de la oficina y tienen hijos chiquitos, invierten poco tiempo en networking. Entonces, si vos sumas menos networking, y menos visibilidad, las mujeres que ocupamos puestos de decisión somos menos. En general, las mujeres somos muy multitasking. Hacemos 20 cosas a la vez y si no cumplimos con absolutamente todos los requisitos de lo que pide una búsqueda no aplicamos. Los varones son mucho más lanzados. A las mujeres nos cuesta decir “soy ambiciosa”. En general, el varón toma la ambición como algo vinculado al poder y a la mujer que es ambiciosa se la toma como si fuera una trepadora. Nos tenemos que arriesgar más, animarnos más y está bueno animarnos a decir que somos ambiciosas.
—¿Los bancos empiezan a ver a las mujeres como inversoras?
—De diez cuentas comitentes sólo cuatro son de mujeres y, además, casi el 90% de las mujeres confían más en las decisiones financieras de un varón que tengan en su vida que en ella misma. Ahí surgió Mujeres únicas, donde lo que buscamos es capacitar a las mujeres para que sean dueñas de sus propias decisiones financieras. Lanzamos este programa hace seis meses y tuvo muy buena receptividad en el mercado, porque justamente no es habitual encontrar un banco que lo que esté buscando sea ayudarte a invertir y no dándote un descuento.
—¿Qué tipo de actividades realizan?
—El año pasado hicimos tres encuentros de 35 mujeres cada uno. Buscamos que sea un espacio cuidado para que también tengan la libertad de poder preguntar. Hicimos inversiones en vivo para que pudieran aprender. Y cuando la Comisión Nacional de Valores abrió la posibilidad de que invirtan los chicos mayores de 13 años, hicimos una capacitación para sus hijos, para poder enseñarles que en lugar de poner dinero en el juego, o en apuestas, es mejor que aprendan a invertir y lo hagan bien. Hubo mucho interés: vinieron 72 chicos. Estuvo buenísimo. Lo hicimos con Globant y este año la idea es seguir haciendo actividades de capacitación.
—¿Dentro del banco hay una política de género determinada como para promover el ascenso de mujeres?
—La igualdad. En el Comité Ejecutivo ya somos cuatro y yo noto que la dinámica es distinta a la de mi trabajo anterior cuando yo era la única mujer en el comité. También hay licencias de maternidad específicas, más allá de la normativa.
—¿Te costó armonizar tu trabajo con la maternidad?
—Cuando fui mamá quería dejar todo. No quería trabajar más, quería quedarme en mi casa porque tenía la posibilidad de hacerlo. Fue mi mamá la que me empujó a que no deje. Ella dejó de trabajar cuando tenía 38 años. La verdad que menos mal que le hice caso. La mujer que dice que puede hacer todo al 100% no dice la verdad. Hay momentos en donde me gustaría estar en mi casa y no puedo. Y otros momentos en los que tengo que hacer algo de trabajo y digo “no puedo”. Ese equilibrio no es fácil.
—¿Que opinas de las políticas de género promovidas por el Estado?
—Algunas medidas funcionan como acelerador y otras no. Ahora salieron varias compañías multinacionales, como Meta y un par más, a decir que daban para atrás las políticas de género. A mí me apenó mucho eso, porque son compañías muy innovadoras. Creo que se presionó tanto que llegó un momento que dijeron “no, vamos para atrás”. Por eso a mí lo que me gusta es hablar de igualdad de oportunidades. Y decirles a las chicas jóvenes que tienen que invertir tiempo en networking y ser ambiciosas. Y a las que desean ser madres que, por más de que puedan mantenerlas el marido, trabajen, que piensen en su futuro, que los chicos después crecen.