El 2024 ha sido un año lleno de desafíos, pero también de aprendizajes profundos para la economía argentina y, en particular, para el sistema financiero. A pesar de un escenario que en un inicio se percibía incierto, logramos adaptarnos y capitalizar las transformaciones. Cerramos el año con buenos resultados, demostrando la capacidad de resiliencia y reinvención de los actores económicos y sociales del país.
Desde una perspectiva macroeconómica, Argentina mostró avances en áreas clave, aunque los desafíos estructurales persisten y requieren soluciones profundas y sostenidas en el tiempo.
Algunos indicadores ofrecen señales alentadoras. Por ejemplo, el crédito en pesos al sector privado creció un 81% en términos reales desde abril. Este repunte, impulsado por la estabilización de las tasas y el alivio del crowding out del sector público, benefició a sectores estratégicos, como la agroindustria y las pymes, que continúan siendo motores fundamentales de nuestra economía.
Otro aspecto clave fue el impacto positivo del sinceramiento fiscal, que permitió la reactivación del crédito en dólares. Esto no sólo benefició a las empresas exportadoras al facilitarles financiamiento para proyectos estratégicos, sino que también fortaleció la confianza en el sistema financiero.
De cara al 2025, las perspectivas son optimistas. Si la Argentina logra reducir la inflación a niveles cercanos al 30% o menores, como proyectamos desde Santander, se abrirán nuevas oportunidades para el crédito a plazos más largos. Esto tendrá un impacto significativo en segmentos tradicionalmente rezagados, como los créditos hipotecarios, que actualmente representan menos del 1% del PBI.
El acceso a la vivienda propia sigue siendo una de las grandes deudas pendientes del país, y en Santander estamos trabajando en soluciones innovadoras para ayudar a las familias a cumplir este sueño.
Una inflación más baja también dinamizará sectores estratégicos, como la energía, la minería y el agro, donde Argentina tiene un potencial competitivo significativo.
Uno de los mayores retos para el sistema financiero en 2025 será consolidar el crecimiento del crédito. Es alentador observar que esta recuperación ya no se limita únicamente a las empresas, sino que también alcanza a las familias. Los préstamos personales y prendarios han mostrado un crecimiento notable, mientras que los hipotecarios, aunque en una etapa inicial, evidencian una tendencia positiva.
Para que este impulso sea sostenible, es fundamental consolidar un marco macroeconómico estable y sin déficit fiscal. Este es el camino que dará previsibilidad y confianza, porque incentiva la inversión y el desarrollo.
En Santander planeamos invertir 500 millones de dólares en los próximos tres años, con un fuerte foco en modernización tecnológica. Nuestro objetivo es simplificar y mejorar la experiencia de nuestros clientes. Iniciativas como el pago mediante tecnología NFC, la incorporación de inteligencia artificial en procesos, como la apertura de cuentas y la gestión documental, y la mejora de nuestra infraestructura digital nos permitirán consolidar un modelo bancario ágil, inclusivo y eficiente.
Más allá de la tecnología, en Santander estamos decididos a liderar la transición hacia un sistema financiero más inclusivo y sostenible. El acceso al crédito y la digitalización no son sólo herramientas económicas; son mecanismos para generar progreso social y construir un futuro más equitativo.
No queremos ser sólo un banco digital con sucursales; aspiramos a ser un motor del desarrollo económico y social, acompañando a las personas y empresas en cada etapa de su crecimiento. Argentina tiene ante sí una oportunidad única para crecer, y en Santander estamos listos para ser protagonistas de ese camino.
