El BCRA intensifica su lucha contra el efectivo
El BCRA tomó nuevas medidas dirigidas a desincentivar el uso de billetes y profundizó la primera fase que, durante 2016, apuntó a la introducción y promoción de los medios de pago electrónico. Durante el mes de febrero las autoridades del Banco Central tomaron una serie de medidas que profundizan su estrategia orientada a reducir el […]

20 Mar, 2017

El BCRA tomó nuevas medidas dirigidas a desincentivar el uso de billetes y profundizó la primera fase que, durante 2016, apuntó a la introducción y promoción de los medios de pago electrónico.

Durante el mes de febrero las autoridades del Banco Central tomaron una serie de medidas que profundizan su estrategia orientada a reducir el uso de efectivo. Es que en la Argentina alrededor del 80% de las transacciones todavía se realizan mediante billetes cuando, por ejemplo, en Suecia los bancos ya no aceptan el papel moneda.

Ya en junio del año pasado, la entidad había publicado la Comunicación “A” 5982, mediante la cual establecía que, a partir de agosto, las entidades financieras estarían obligadas a ofrecer plataformas adecuadas para que sus clientes pudieran adoptar mecanismos de pago electrónicos en forma gratuita, tales como la Billetera Virtual y el POS móvil. Con el mismo propósito, se estableció la obligatoriedad de ofrecer el servicio de asociación de un alias al CBU para facilitar las transacciones y, de esta forma, incluir más usuarios digitales para transferencias y pagos online.

Durante el mes de febrero, desde distintos organismos públicos (la AFIP y el BCRA) se tomaron medidas clave que, combinadas, persiguen el propósito de acelerar la reducción del uso de efectivo, tanto para los bancos como para los consumidores. Por el lado del organismo tributario, en los últimos días del mes se publicó en el Boletín Oficial la resolución que establece la obligatoriedad para los comercios y prestadores de servicios de aceptar medios de pago electrónicos. La resolución, en rigor, fue ordenada en el año 2001 como parte de las medidas que antecedieron al llamado Corralito y que apuntaban a garantizar a los bancos la liquidez necesaria para atravesar la crisis y la corrida que estaba en curso. Sin embargo nunca fue cumplida en forma cabal. En la resolución se fija un cronograma que establece plazos según el rubro y la facturación, con fechas límite para su implementación, que van desde el 30 de abril de este año hasta fin de marzo de 2018 e incluye tarjetas de débito y tarjetas prepagas no bancarias, como podría ser la tarjeta SUBE.
Además, el 2 de febrero, el BCRA publicó la Comunicación “A” 6176 (luego rectificada por la “A” 6177), en la que se establece la creación de una plataforma electrónica en línea, a través de la cual los bancos podrán intercambiar efectivo sin la intermediación logística de la entidad reguladora. Según la norma, las entidades financieras que tengan efectivo excedente podrán ofrecerlo en esa plataforma para que sea comprado por las entidades demandantes. El propósito de la medida es, en primer lugar, reducir los costos logísticos y de mantenimiento que hoy afronta la institución monetaria y que, al ser trasladados a las entidades privadas, las induciría a promover las plataformas de transferencias y pagos electrónicos y acelerar la inclusión de sus clientes en ese tipo de herramientas.

De todos modos, a partir del mes de marzo el Central decidió incrementar el ritmo de destrucción de billetes deteriorados a razón de mil millones de pesos diarios, cuando venía haciéndolo en un promedio de 600 millones de pesos. De este modo, redujo la presión sobre los bancos que cuentan con excedentes de billetes y que pretendían descargar el costo de esto sobre las empresas a través del cobro de una tarifa especial para los depósitos en papel moneda. Con esta propuesta de acelerar la destrucción de billetes e ir incrementándola paulatinamente, la entidad logró persuadir a los bancos para que pospusieran la medida durante 180 días, durante los cuales se buscará promover el uso de medios electrónicos entre las empresas y las entidades recaudadoras.
El 23 de febrero el presidente de la entidad, Federico Sturzenegger, ofreció un discurso en el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) en el que definió los lineamientos principales para el ejercicio que comienza y destacó, entre los ejes prioritarios de su gestión, el de “la bancarización de la economía y la eliminación del efectivo”. Según su diagnóstico, “la falta de bancarización en los pagos responde más a un problema de oferta que de demanda”. Los retrasos con relación al mundo y la región se explicarían más por la resistencia de los bancos y los comercios que por un límite de tipo cultural o de accesibilidad tecnológica de los consumidores. Es que, según graficó, en la Argentina existen en circulación “casi 75 millones de tarjetas y también existe una muy amplia cobertura de telefonía celular, con aproximadamente 45 millones de celulares con uso frecuente, de los cuales más del 80% cuenta con tecnología 3G y 4G (45% serían del tipo smartphone)”.

El funcionario indicó que, más allá de los objetivos de mediano y largo plazo tendientes a la inclusión financiera, la reducción de la economía en negro y la evasión y la mayor seguridad, el primer impacto de la medida se sentirá en los gastos operativos de la entidad ya que “en 2016 sólo para costos de emisión se destinaron 2.720 millones de pesos”. Sturzenegger definió el funcionamiento del BCRA hasta antes de la Comunicación “A” 6176 como una “cámara de compensación de billetes” y explicó que, con el nuevo sistema, los gastos operativos se reducirán a la mitad por el solo hecho de disminuir los tramos de transporte del efectivo, en la medida en que “los bancos transaccionarán directamente entre ellos”.
Según explicó a NBS Bancos y Seguros Pablo Repetto, especialista de la consultora Gabriel Rubinstein & Asociados, el Banco Central está “promoviendo un sistema que crearía una especie de clearing, en el cual las entidades demandan y ofertan efectivo en la medida en que tienden a tener excedentes o faltantes. Eso depende del tipo de cartera y de las operaciones que manejan. Hay entidades privadas que, por su esquema de cobro de impuestos y servicios, tienen excedentes importantes y otras entidades públicas que, por sus estructuras de pagos, demandan bastante efectivo”.
El objetivo indicó Repetto es bajar el costo de logística que ahora estará implícito en el spread entre el valor en el que este mercado compensador demande y oferte efectivo”.
Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de OJF, sostuvo que este proceso “va a producir una disminución del uso de efectivo por el costo adicional de operar en ese mercado. El Central, en parte, transfiere los costos logísticos a los bancos, que van a incentivar a sus clientes y a los que operan con ellos a no demandar efectivo, promoviendo la bancarización”.
Por su parte, Fabio Rodríguez, socio director en M&R Asociados, consideró que “todos los mecanismos de mediano plazo que promuevan la bancarización van en el sentido correcto y todas las medidas que incentiven que aquellos que manejan mucho dinero en efectivo o tienen sobrante de efectivo cursen electrónicamente los pagos contribuyen a la bancarización y también a la formalización de las transacciones en el circuito económico. De todos modos, no me parece que el BCRA pueda correrse de golpe de una función que es primigenia, como la de aceptar ser el intermediario entre entidades y resguardar ese dinero en las bóvedas. No puede no recibir el dinero que emite. Además, es el responsable de haber generado una coyuntura en la que no hay billetes grandes. Tiene que proponer una solución alternativa para la transición, como abrir las bóvedas en tanto y en cuanto vaya aumentando la bancarización”.
Para Repetto, la entidad monetaria “no tiene intenciones de ser depositaria de un volumen de efectivo como el que se maneja en la economía actual. Supongo que el BCRA tendrá un rol regulador y si hubiera trabas o complicaciones en ese mercado proveerá los elementos suficientes como para remover alguna de esas dificultades, como pasa en el mercado interbancario, donde ofrece pases pasivos o pases activos en función de las necesidades de las entidades en posición de efectivo mínimo. Brindará la asistencia necesaria para que no haya cuellos de botella”.

El BCRA está en una cruzada para que las operaciones en efectivo vayan disminuyendo. Ha habido muchísimas medidas tratando de que esto suceda. Desde las cuentas para menores de edad hasta las medidas que ha adoptado para que los pagos electrónicos sean más habituales y sencillos. Es una tesitura que está dentro del ideal de las autoridades del banco”, enfatizó el analista.

Los límites de la estrategia

Si bien los economistas consultados aprueban los objetivos que se ha planteado la autoridad monetaria, reconocen que la economía en negro plantea un límite muy marcado para esta estrategia.

Como señaló Spotorno, “para toda la estrategia de bancarización, la economía en negro es el gran límite y excede al BCRA. Por ejemplo, el programa fiscal a cinco años que presentó el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne tiene una reducción muy baja de la presión tributaria y los países que tienen una presión tributaria similar a la de Argentina tienen una economía en negro similar”.

En este sentido, el economista hizo referencia a la obligación de los comercios y prestadores de servicios de aceptar tarjetas de débito: “Mientras tengas economía en negro, van a tener el Posnet ahí y no lo van a usar”.

Hay que resolver condiciones básicas. Hay temas tecnológicos, de redes para conectarse, impuestos que hacen ruido, ingresos brutos y retenciones que hacen las provincias. Este es un tema fundamental que es muy difícil de destrabar. Vos ponés la plata en un banco y viene un gobierno provincial y obliga al custodio de ese dinero a retenerte una parte. Esas situaciones dificultan la credibilidad de los bancos. El efectivo hoy tiene mayor seguridad jurídica que el sistema financiero. Hay que eliminar el impuesto al cheque, disminuir los impuestos a las transferencias financieras y prohibir absolutamente que los bancos puedan ser agentes de retención. Eso es fundamental”, destacó.

Por lo tanto, para Spotorno, “hay potencial en la Argentina para disminuir el uso de efectivo, pero en el corto plazo es poco lo que se puede hacer. Se puede estimular a aquellos sectores que ya están bancarizados y operando con dinero físico a que lo hagan en electrónico, pero en el largo plazo hay que hacer reformas más profundas que exceden al BCRA, como eliminar el impuesto al cheque o que las provincias dejen de cobrar esos impuestos a los pagos electrónicos o a las transferencias”.

Rodríguez señaló que “el desafío de la Argentina es incrementar la masa de población que opera en los bancos. Es diferente en otros países que ya parten de un nivel de bancarización muy alto, de hasta el 90%, como Chile. Acá la mitad de la población utiliza al menos un producto bancarizado. Es muy bajo. Apenas el 35% por ciento del trabajo es formal. Para avanzar con esto, se requiere una combinación de medidas, empezando por la parte fiscal para ir incentivando la regularización de la situación laboral. A partir de ahí, el BCRA deberá promover mecanismos para que sea eficiente operar las transacciones de acuerdo a la tecnología con que se cuenta”.

El economista agregó, sobre este último punto, que “Argentina está mirando otras experiencias, copiando a los países que están en la frontera de casos más exitosos. Hay que ver la posibilidad de que la SUBE, que es masiva, sea un medio de pago”.

Para Repetto “en general el uso de efectivo en las economía emergentes es más habitual y los medios electrónicos de pago son más aceptados culturalmente en el mundo desarrollado. En las economías desarrolladas cuando uno va a hacer compras y paga en efectivo es visto de una manera media extraña. La Argentina tiene una cultura de pagos electrónicos muy baja, provocada por el bajo nivel de intermediación financiera que hay respecto al PBI en la economía”.

En síntesis, como enfatizó Spotorno, “el BCRA está apurando un poco los instrumentos. De todas formas, todavía estamos muy lejos de terminar con el efectivo en la Argentina”.

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