El 2017 cierra a toda máquina
Con una inflación que, según se estima, terminará el año en torno al 22%, los préstamos hipotecarios se incrementaron un 70%, los préstamos en dólares, un 60%, los prendarios, un 55% y los personales, un 48%. De todos modos, los analistas coinciden en que este fuerte crecimiento se irá reduciendo en los próximos meses. Según […]

1 Dic, 2017

Con una inflación que, según se estima, terminará el año en torno al 22%, los préstamos hipotecarios se incrementaron un 70%, los préstamos en dólares, un 60%, los prendarios, un 55% y los personales, un 48%. De todos modos, los analistas coinciden en que este fuerte crecimiento se irá reduciendo en los próximos meses.

Según datos del BCRA, en los primeros 10 meses del año los préstamos totales al sector privado acumularon un crecimiento del 37,5%. Este comportamiento fue apuntalado por algunas líneas específicas como los créditos hipotecarios, que incrementaron su stock en un 70%, los préstamos en dólares, un 60%, los prendarios, un 55% y los personales, un 48%. Teniendo en cuenta que la inflación va a cerrar el año en torno al 22% y que, al cierre de esta edición, quedan todavía dos meses para que termine el 2017, se redondeará una tasa de crecimiento real que muy posiblemente supere el 20%, una cifra que no se veía desde el 2011, el último año de expansión de la economía argentina.

El incremento de los préstamos sigue un ritmo ascendente, motivado por la oferta de créditos hipotecarios, que se hacen cada vez más accesibles a la demanda de las familias y la reactivación económica, que devolvió cierto dinamismo al crédito al sector privado.

Los analistas consultados por NBS Bancos y Seguros coinciden en que afrontamos una expansión muy alentadora del sistema financiero, pero también divisan posibles cuellos de botella a mediano plazo.

Para Gabriel Rubinstein, “el sistema financiero se está rearmando a partir de una mayor previsibilidad del sistema económico después de haber salido del default. Hay un proceso claro de expansión tanto de los depósitos como en los créditos en pesos y en dólares. Durante un tiempo prevalecieron los créditos en dólares porque había dólares ociosos en el sistema financiero y últimamente hubo una primacía de los créditos en pesos y una explosión de los hipotecarios, aunque todavía son valores reducidos”.

En la misma línea, Hernán del Villar, titular de la consultora Alpha, destacó que “el sector financiero está expandiéndose bien. Hubo una contracción en la primera mitad del 2016 pero comenzó a recuperarse en la segunda. En la primera mitad de este año creció un poco por encima de la inflación y se aceleró mucho en el último trimestre. Eso es positivo para el sistema bancario y financiero en general. Hay niveles de intermediación financiera creciendo 15 puntos en términos reales”.

Fabio Rodríguez también identificó distintas etapas: “una, cuando arrancó el Gobierno, poscepo, que fue una etapa de contracción. Obviamente, cuando hay una recesión profunda, el sistema financiero tiende a sufrirlo. Hubo un fuerte retroceso, tanto en términos nominales como reales, fue el período de más inflación. Lo único que resaltó es que apareció el segmento de dólares porque iba a un nicho: el del agro y la agroindustria, que se puso dinámico por la devaluación y la quita de las trabas a la comercialización y a las exportaciones. El gran contraste se dio a finales del año pasado, cuando se empezó a ver la cara opuesta: un despegue más importante del sistema financiero en los volúmenes, no tanto de los depósitos pero sí del crédito. En diciembre de 2016 el crédito crecía un 20% y todavía estaba debajo de la inflación. Ahora está creciendo al 40%, 20 puntos por arriba de la inflación. Se ha duplicado la tasa de crecimiento en 9 meses”.

Por su parte, el analista de la consultora First, Guillermo Barbero, señaló que “en 2017 el sistema financiero comenzó a carretear por la pista. Antes estábamos en una situación de estancamiento. Hay que tener presente que estamos ante un sistema muy pequeño para lo que son las posibilidades de nuestro país. La relación préstamos/PBI es de las más bajas de la región, está en un 14%. La Argentina debería, por lo menos, triplicar el sistema financiero actual. En un país normal, con políticas razonables como las que tenemos ahora, deberíamos más que duplicarlo en una década. Pero en la Argentina las cosas buenas y las malas pasan más rápido, las crisis y las recuperaciones son así. Tal vez nos sorprendamos con un sistema financiero más grande en pocos años”.

Los motores del crecimiento

Como ponen de manifiesto las estadísticas, los préstamos hipotecarios vienen siendo uno de los principales motores del fuerte crecimiento que está registrando el sistema financiero en este 2017.

Como puntualizó Del Villar, “el crecimiento de los hipotecarios se explica por la nueva línea de UVA, que ha aumentado el monto que puede ser tomado por un individuo con sus mismos ingresos. Hay 3 millones de personas con necesidades insatisfechas de vivienda que no tenían capacidad de tomar crédito. Hoy es lo mismo que estar pagando un alquiler y ha hecho que explote esa línea de crédito. Es una línea que era prácticamente inexistente. Por más que la gente quisiera, el producto que estaba vigente no se cruzaba con la demanda. Además, se puede agregar razones de oferta porque la banca pública salió de manera muy agresiva a ofrecerlo”.

Para Rubinstein, de hecho, “se puede decir que hay una demanda porque apareció una oferta interesante donde la gente ve que puede pagar las cuotas. El Gobierno impulsa esa oferta, hay un fondeo impulsado por los bancos públicos”.

Rodríguez agregó que la expansión del sistema también viene siendo motorizada por la reactivación de la economía. “Respecto de 2016, lo que reaccionó es la demanda. Había una caída de los principales sectores económicos y en el ingreso disponible de las familias porque la inflación iba más rápido que los salarios y la capacidad de endeudamiento empeoraba. Ambas variables se dieron vuelta. Ahora tenés 14 de 16 sectores creciendo interanualmente. Las empresas están mejor y los ingresos familiares le van ganando de 4 a 5 puntos a la inflación”, indicó.

Los especialistas esperan que el crédito hipotecario continúe siendo un motor importante del sistema en los próximos años. Como indicó Barbero, “éste es un crédito del que carecía el sistema financiero. Los créditos eran de muy corto plazo y eso impedía una consolidación. Con el hipotecario, vamos a empezar a ganar volumen”.

Rubinstein coincidió en este punto: “casi no había crédito hipotecario en la Argentina. Va a tardar unos años hasta que podamos hablar de un sistema de créditos hipotecarios robusto como el de otros países. Además, vamos a tener una escasez en lo que son los depósitos en tasa UVA. Hay un par de bancos que los ofrecen, pero son casos aislados”.

Hacia adelante, el especialista sostuvo que “se necesitan dos cosas: que crezcan los depósitos indexados y que el mercado de capitales empaquete los préstamos y les dé liquidez. Se empaquetan en fondos que se securitizan para darle la posibilidad de salir al inversionista si lo necesita o quiere hacerlo. Las hipotecas también tienden a empaquetarse creando contrapartes u obligaciones negociables. Así se gana en liquidez. Todo esto lleva mucho tiempo. Estamos recién en los comienzos de la expansión del sistema hipotecario”.

El contexto macroeconómico también viene contribuyendo al buen desempeño del sistema financiero en este 2017.

Rubinstein puntualizó que “es un buen momento para aplicar el sistema UVA porque hay una inflación en baja y hay cierta confianza que, en términos macroeconómicos, lo que está en marcha, el gradualismo fiscal y gradualismo inflacionario, financiamiento con deuda pero con un horizonte en el que se estabilizará, favorece que la gente haga sus apuestas”.

Por su parte, Rodríguez destacó que “los factores más importantes en la macro son que la inflación pasó del 40 al 23%, lo que, conjugado con paritarias que este año lucieron mucho más que el año pasado, dejaron una recuperación del salario real”.

Por otro lado, según el economista, “la inversión se viene acelerando por el lado de la construcción y la agroindustria y el ingreso de capitales favorece esta dinámica porque posibilita seguir teniendo un sector público expansivo. El déficit del 4,2% es expansión económica que se sostiene porque ese déficit es financiado con deuda”.

Para Barbero, lo que motoriza el sector financiero desde lo macroeconómico es “que no crece el desempleo. Es el principal aspecto que influye sobre el ánimo del consumidor. Cuando está muy atacado por el desempleo es cuando se retrae. Si ve que no es un tema complicado comienza a planificar compras o inversiones”.

Hacia un crecimiento más acotado

Los analistas coinciden en que el fuerte crecimiento real que viene teniendo el sistema financiero se irá reduciendo en los próximos meses.

Como señaló Rodríguez, “lo que pasa es que los depósitos no están acompañando el crecimiento de los préstamos, están muy estables. Crecen como la inflación o menos, alrededor del 20%. Se está haciendo una brecha cada vez más importante entre lo que se presta y lo que se capta, que se traduce en una reducción de la liquidez. La relación de los depósitos sobre el PBI sigue siendo más alta que la de créditos, pero a principios de año la brecha superaba los 400.000 millones de pesos y ahora supera en poco los 100.000 millones. Es un cuello de botella”.

“El dilema se va a trasladar a la tasa. Hubo tasas relativamente estables, tanto de depósitos como de créditos. Las entidades lo pudieron hacer porque acumularon mucha liquidez en 2016 porque no prestaban, pero ya se está insinuando un alza en la tasa de los plazos fijos. Los bancos la van a trasladar a la activa”, añadió el analista.

Del Villar coincidió en este punto: “el año próximo estamos teniendo un crecimiento del 30% con una inflación de 17%, tenemos para crecer unos 15 puntos. Pero va a haber un desfasaje en el crecimiento de depósitos y créditos. El depósito está más vinculado a la política monetaria y va a estar creciendo a un ritmo menor y, por lo tanto, achicando los márgenes de liquidez de los bancos. Hoy los bancos tienen como 30 puntos de excedente de liquidez pero se va a ir achicando. A un año y medio van a ser necesarios más depósitos porque si no, va a costar crecer en créditos”.

El mayor rigor monetario que viene adoptando el Banco Central (BCRA), preocupado por un nivel de inflación que está terminando el año cómodamente por encima de la meta del 17%, también le pone límites a las perspectivas de crecimiento del sistema financiero para los próximos meses.

Para Rodríguez, “la política del BCRA es una amenaza. Hasta el momento los bancos tenían margen para seguir financiando negocios crediticios sin mirar la tasa de referencia de la política monetaria porque lo hacían contra un colchón de liquidez muy grande. Ahora que éste se angosta, las tasas que aplican van a tener que ver más con las de la política monetaria. Si se sigue planteando una política monetaria muy dura van a subir las tasas de los depositantes y van a repercutir en las activas. Eso va a golpear la dinámica que se viene dando. Pero con un crecimiento actual del 40% si baja un poco la expansión igual va a ser muy buena”.

En la misma línea, Barbero señaló que “la política del BCRA es un límite en el corto plazo. El efecto que logra es restringir algunas operaciones. Pero, en la medida en que esa política pueda tener un resultado positivo, el sistema financiero podrá pegar un salto. Hay objetivos prioritarios y objetivos secundarios. Indudablemente, el del BCRA es tratar de recuperar la moneda y poner a raya la inflación”.

Por su parte, Rubinstein señaló que “la política del Banco Central debería traer más depositantes. Las tasas de depósitos han estado todavía muy alejadas de las Lebacs y eso, de a poco, va a ir cambiando. En la medida en que los bancos tengan un poco menos de liquidez, tendrán que ser un poco más agresivos para competir con el fondeo, subiendo más las tasas y acercándose a las Lebacs. Así, el sistema ganará en masa crítica de depósitos”.

Un sistema financiero más en línea con la región

Aun con el fuerte crecimiento que viene registrando este año, el sistema financiero argentino tiene un tamaño en relación al PBI significativamente inferior al del resto de los países de la región.

Rubinstein detalló que “estamos en un nivel de crédito privado de entre el 13 y 14% del PBI. Se puede duplicar pero en un período de 10 o 15 años. No podemos esperar algo muy fuerte de entrada. Es un tema complejo. Depende del ingreso de capitales y de la cantidad de dólares que compra el BCRA para monetizar la economía. El sistema va creciendo de a poco y por la confianza recíproca. Los depósitos van de la mano. Cuando se expande el crédito es plata que está disponible y vuelve al sistema vía depósitos que luego vuelven al crédito”.

Del Villar destacó el reducido volumen de créditos hipotecarios que hay en nuestro país. “Al comparar la estructura del crédito con otros países, lo primero que aparece es que están subutilizados. Eso se va a revertir. Chile hace mucho que tiene 20 puntos de crédito hipotecario sobre PBI mientras que la Argentina, contando el Procrear, tiene 3 o 4 puntos. Esos números tienen que irse a 10 o 15 puntos. También hay poco crédito en moneda extranjera, que debería estar ganando participación y acompañando el crecimiento económico”.

Como indicó Rubinstein, para que el sistema financiero argentino vaya achicando la brecha que lo separa del resto, es fundamental que el Gobierno garantice “la estabilidad macroeconómica, cumpla las metas fiscales y vaya bajando la inflación. Nos salvamos de una crisis violenta en el 2015, pero todavía la situación es muy crítica. Necesitamos que las complicaciones sean las normales y no discutir la macroeconomía porque el déficit y la deuda están dominados”.

Del Villar también hizo hincapié en el desequilibrio de las cuentas públicas: “La reducción del déficit fiscal debería generar un achicamiento de las Lebacs que permita una mayor intermediación y un crecimiento del crédito”.

Para Rodríguez, a su vez, “es importante que el Gobierno vaya sincerando la situación. Tener tasas pasivas demasiado bajas para la inflación que se está manejando y para las tasas de política monetaria que fija el BCRA no es bueno. Es aprovecharse de no pagarle al ahorrista una remuneración porque tengo liquidez. Las tasas pasivas tienen que tener más relación con la inflación esperada y la tasa que fija el BCRA. Es imposible un negocio crediticio tan agresivo sin acompañarlo de una fuente de fondeo que son los depósitos. Tenemos una anomalía”.

Además, explicó que “otro aspecto es profundizar la mecánica de que los bancos salgan al mercado de capitales a tomar deuda y fondearse a plazos más largos porque el segmento más importante es el hipotecario, que tiene riesgo de plazo”.

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