Es urgente desplegar un plan de estabilización económica – Marina Dal Poggeto
Economista y directora ejecutiva de Eco Go   Uno de los errores más importantes del gobierno de Macri fue amplificar los desequilibrios de partida como contracara de una inconsistencia entre la política monetaria, fiscal y tarifaria. Esa falla quedó al descubierto cuando se replegó el crédito en 2018. Para retomar la senda del crecimiento, el […]

30 Ene, 2020
Economista y directora ejecutiva de Eco Go

 

Uno de los errores más importantes del gobierno de Macri fue amplificar los desequilibrios de partida como contracara de una inconsistencia entre la política monetaria, fiscal y tarifaria. Esa falla quedó al descubierto cuando se replegó el crédito en 2018. Para retomar la senda del crecimiento, el gobierno de Fernández deberá primero estabilizar la economía.

 

Las políticas que se definieron en el arranque de la gestión de Mauricio Macri tomaron los problemas heredados como compartimentos estancos y amplificaron los desequilibrios de partida mientras, en simultáneo, se cambiaba el financiamiento monetario por la deuda.

El gobierno saliente no entendió la herencia. Comenzó con objetivos de desinflación y de corrección fiscal que no eran viables dada la indexación de una parte importante del gasto público y la necesidad de corregir tarifas y normalizar el mercado cambiario.

Cuando en septiembre de 2016 se hizo evidente que la corrección fiscal prometida no era viable y se suavizó el sendero de correcciones, se avanzó en un esquema formal de metas de inflación manteniendo el sendero original. Esto terminó por tirar la llave al río de la política económica y agudizó las tensiones internas dentro del gabinete, sobre todo cuando se tomaron decisiones vinculadas al gasto, como la reparación histórica.

Durante los primeros dos años de gobierno, esta situación quedó oculta detrás de la euforia que generó el cambio político y la posibilidad de apelar al crédito. Pero, luego de 2018 y ante la imposibilidad de seguir endeudándose, se dio una dinámica a la defensiva. Los dos planes con el Fondo Monetario Internacional (FMI) fallaron. El primero, nuevamente, por la inconsistencia entre los senderos fiscal, monetario y financiero. El segundo falló por la inconsistencia entre un ajuste fiscal muy violento y monetario con flotación cambiaria entre bandas muy anchas. En simultáneo, se pretendía ganar en balotaje una elección contra lo que el propio mercado consideraba como “el abismo”.

Los dogmas y la estrategia política de polarizar a pesar de la crisis demoraron decisiones que hubieran permitido estabilizar la macro. Las PASO generaron una anomalía inédita que coordinó una abrupta caída en las reservas, que en la transición posoctubre se frenó con un cepo muy rígido.

El gobierno de Alberto Fernández tendrá que estabilizar la economía. De lo contrario, no habrá margen para crecer en un esquema como el actual, con caída en la demanda de pesos, sin acceso al mercado de crédito y con el Banco Central protegiendo las reservas con un cepo exageradamente rígido.

El plan de estabilización deberá incluir, además del necesario acuerdo de precios y salarios, cuatro ítems más que, en conjunto, permitirían enmarcar dentro del acuerdo cuatro precios básicos: las jubilaciones, las tarifas, el dólar y la tasa de interés.

Dentro de esos cuatro ítems incluimos: consistencia fiscal y monetaria; acuerdo rápido sobre la deuda que asegure la consistencia monetaria si se da la fiscal; un esquema cambiario que permita que el dólar actúe como semiancla sin que se dispare la brecha cambiaria; y, fundamentalmente, enmarcar todo en un nuevo acuerdo con el FMI que descomprima la concentración de vencimientos con el organismo en 2022 y 2023.

Si el nuevo gobierno lograra tener un plan consistente que nos permita reabrirnos al crédito y bajar la tasa nominal en función de una inflación coordinada desde la política, se podrá retomar la senda de crecimiento.

Los grados de libertad que tiene la política económica hoy son mucho menores que los que tuvo el kirchnerismo originalmente y que los que tuvo el gobierno de Macri en el arranque. No obstante, los incentivos políticos para estabilizar la economía están. Y el ajuste macroeconómico de shock que retrotrajo, por un lado, el déficit externo de 5% del PBI en 2017 al equilibrio; y, por otro, el déficit fiscal de 5% del PBI (cuando se descuentan los ingresos del blanqueo) a uno en torno al 1,5%, dan margen para avanzar en esta dirección.

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