Exportación de software como commodity
La economía del conocimiento corre el riesgo de una “primarización”, en lugar de vender productos y servicios con valor agregado.

29 Oct, 2021

De acuerdo a un informe realizado por la consultora Invenómica, el sector tecnológico se está transformando a causa, principalmente, de la brecha cambiaria y el control de cambios. Ahora, en lugar de vender servicios y productos de software terminado, comenzó a vender horas/hombre, es decir, la venta de las horas de trabajo de un programador en vez de productos finalizados listos para comercializar y distribuir.

El director de Invenómica, Pablo Besmedrisnik, explicó: “Puede parecer contradictorio hablar de ‘primarización’ de la tecnología, pero es así. Las empresas locales que exportan sus servicios compiten con las empresas en el exterior por los recursos humanos nacionales, y tienen todas la de perder”.

Políticas para el sector

Actualmente, la situación macroeconómica doméstica configura un escenario en el cual es más favorable exportar informalmente el trabajo de una persona (venta más básica y de menor valor agregado) en detrimento de un producto (más complejo y de mayor valor agregado).

“No hay políticas sectoriales o específicas (como la Ley Economía del Conocimiento) que puedan compensar en su totalidad semejante situación”, admitió Pablo Besmedrisnik.

Por su parte, el último informe de coyuntura de IERAL coincidió: “Pese a una razonable base de recursos humanos con los talentos requeridos, las exportaciones de servicios basados en el conocimiento de la Argentina han crecido a ritmo vegetativo en la última década, en contraste con un mercado mundial que se expande al 5,8% anual en esos diez años, aun computando la contracción de 2020, del 3,4% en relación a 2019, de acuerdo a la Organización Mundial de Comercio (OMC)”.

Y continúa con una comparación con el resto de los países de la región: “Las exportaciones de nuestro país de servicios basados en el conocimiento han aumentado a un ritmo de 1,3% anual entre 2010 y 2020, cuando países competidores de la región y de Europa del Este han logrado expandir sus ventas al exterior a un ritmo cercano a los dos dígitos anuales acumulativos”. Por ejemplo, esas exportaciones crecieron un 14,7% anual en Uruguay; un 7,3% en Costa Rica y un 12,6% en Rumania.

Oportunidades desaprovechadas

La brecha cambiaria es un incentivo muy fuerte para que los programadores locales vendan horas de trabajo en dólares blue a empresas en el extranjero. No hay restricciones fiscales que puedan limitar esta operación: son servicios naturalmente escurridizos y muy difícilmente auditables.

Pablo Besmedrisnik analizó: “El profesional tecnológico preferirá cobrar en una cuenta en el exterior un dólar de 150 pesos, tener libre movilidad internacional de su divisa y, de paso, eludir la carga tributaria nacional, en lugar de facturarle a una empresa local donde recibe 100 pesos por dólar”.

Por su parte, Sergio Candelo, presidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI), alertó: “Si los recursos humanos dejan de trabajar para el mercado local, la industria desaparece”.

Todo eso ocasiona, según Sebastián Buffo Sempé, co-founder de Le Wagon, una escuela de programación, que sea difícil que las personas quieran vender su trabajo en la Argentina: “En Estados Unidos un chico que recién empieza gana 3.000 dólares y un perfil senior se paga 6.000 dólares. Si una empresa argentina (que, además, tiene un 35% de costos laborales) quisiera pagarle en dólares, el empleado estaría obligado a liquidarlo a la cotización oficial a los cinco días. Los programadores terminan yéndose”.

Para concluir, Aleksan Buyuk Kurt, profesor de Desarrollo de Nuevos Negocios en Universidad Torcuato Di Tella, analizó: “El potencial que tiene la industria del software para la economía argentina es enorme. Tenemos once unicornios que demuestran la capacidad de agregar valor que tienen nuestros talentos, pero existe un riesgo de ‘commoditizar’ el trabajo de nuestros programadores. Obviamente, si la comparación se hace en función del posible ingreso local, el saldo es positivo, pero si vemos lo que estamos dejando de capitalizar por tener una estrategia solamente de venta de horas/hombre, la percepción puede ser diferente”.

Leer la nota completa aquí.

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