La evolución financiera de los bancos en 2020
Mucho se ha escrito acerca de los impactos económicos y financieros que pueden tener sobre las compañías los efectos de la COVID-19, la crisis económica, el proceso de reestructuración soberana y las restricciones cambiarias, entre otros factores. Sabemos que los efectos son dispares según la industria y sector. Inciden en mayor medida sobre aquellas actividades […]

4 Dic, 2020

Mucho se ha escrito acerca de los impactos económicos y financieros que pueden tener sobre las compañías los efectos de la COVID-19, la crisis económica, el proceso de reestructuración soberana y las restricciones cambiarias, entre otros factores. Sabemos que los efectos son dispares según la industria y sector. Inciden en mayor medida sobre aquellas actividades afectadas por el aislamiento social como, por ejemplo, el esparcimiento, turismo y el transporte. 

Si bien a priori la banca parecería no haberse visto tan afectada por la caída de los niveles de actividad en comparación con otras industrias, a hoy ya contamos con información pública del 2020 que nos permitirá hacer un análisis con mayor profundidad.

Indicadores y benchmarks

Los principales drivers de los bancos son liquidez, solvencia y rentabilidad. La pregunta que se hace la mayoría del público inversor y los usuarios financieros, es cómo están los bancos hoy. ¿Están lo suficientemente sólidos y capitalizados para resistir schocks económicos adversos? ¿Están lo suficientemente líquidos como para afrontar una eventual caída de depósitos? ¿Son rentables los bancos bajo el paradigma de la “nueva normalidad”?

Para poder responder estas preguntas debemos tener benchmarks contra los cuales comparar, y acá surgen varias dimensiones de análisis. Uno es el análisis frente otros momentos de la economía, tanto adversos como de prosperidad. Otro tipo de análisis es más coyuntural, es decir cómo evoluciona la situación de los bancos en los últimos meses, es decir, en la inmediatez, en el epicentro de los acontecimientos. Y una tercera dimensión de análisis es la comparación con los otros sistemas financieros de la región, muchos de los cuales están sujetos a riesgos y contextos macro similares (medidas de aislamiento, devaluación de monedas emergentes, flight to quality, y otras).

Comparación histórica y coyuntural

En la actualidad los bancos tienen adecuados niveles de liquidez y capitalización. Si miramos la serie desde 2002, podemos apreciar que ambos indicadores están hoy en día en sus máximos. Más del 60% de los depósitos de los bancos está invertido en instrumentos líquidos que permitirían afrontar una caída de las fuentes de fondeo sin dificultades. Y el patrimonio computable de los bancos representa más del 20% de los activos ponderados por riesgo. También es cierto que el aumento de estas ratios se produce por una caída en los volúmenes de intermediación, y en particular por la reducción del stock de préstamos. 

Desde abril de 2018 se observa una caída en los préstamos (la tendencia se revirtió a partir del segundo trimestre de 2020 con las nuevas líneas de préstamos a tasa del 24%), mientras que el stock de depósitos se mantuvo estable. Este excedente de depósitos fue aplicado a instrumentos más líquidos (básicamente Leliq y pases), que a su vez tienen menor nivel de ponderación de riesgo en capitales mínimos.

En el análisis más coyuntural, podemos apreciar un aumento en el indicador de adecuación de capital a partir de enero de 2020. Esto obedece, en parte, a la aplicación del ajuste por inflación, que en general provoca un crecimiento del total del patrimonio neto (con cambios en la composición de sus partidas, pero con un efecto neto de aumento del patrimonio).

¿Qué pasa con la morosidad?

La liquidez y la solvencia las hemos analizado en conjunto para todo el sistema financiero. En el caso de la morosidad, sobre todo en períodos de mora creciente como el actual, encontramos diferencias según el tipo de entidad, por eso distinguimos tres grupos de entidades, en adición al promedio del sistema financiero.

En general vemos un crecimiento significativo en 2018 y 2019, con una estabilización en el 2020.  Respecto de este último año, las medidas de refinanciaciones de saldos de tarjetas, congelamiento de créditos UVA, extensión del cómputo de los días de mora para los primeros tramos de la cartera sujeta a previsionamiento, más la suspensión de la inhabilitación de cuentas corrientes y las suspensiones de los procesos concursales y ejecuciones, hacen que los niveles de mora se mantengan relativamente estables. No obstante, los índices deberían volver a crecer una vez que estas medidas de ayuda y estímulo se discontinúen. Aquí lo que podría hacer bajar el promedio es un crecimiento en nuevas financiaciones que produzcan un rejuvenecimiento de las carteras de crédito. Sin embargo, a hoy los únicos créditos que crecen son los que se otorgan a tasa subsidiada.

Así y todo, los niveles de mora actual resultan muy inferiores a los que se vivieron en los años 2002 y 2003.

¿Y la rentabilidad?

En los puntos anteriores vimos que en los últimos dos años hubo una contracción del crédito con aumento de la morosidad, aplicaciones de fondos a inversiones más líquidas, sumados al contexto económico adverso. Todo este panorama a priori debería significar una caída en la rentabilidad, como está ocurriendo en algunos países centrales en los cuales los grandes conglomerados financieros están mostrando pérdidas en el 2020.

Sin embargo, si observamos el cuadro a continuación, vemos que los indicadores de rentabilidad se mantienen en un entorno positivo en el 2020. Si bien cayeron de forma significativa en comparación con 2018 y 2019, vale explicar algunos efectos que juegan a favor y en contra de la rentabilidad.

Efectos que juegan en contra: 

  • A partir del 2020 se aplica el ajuste por inflación contable, con lo cual las utilidades están medidas en moneda homogénea, a diferencia de años anteriores en los cuales la rentabilidad era nominal. 
  • Los resultados de 2018 y 2019 están fuertemente incididos por el efecto de los rendimientos de las Leliq, que devengaban una tasa real fuertemente positiva e incrementaba el spread.
  • El aumento en la morosidad genera cargos por incobrabilidad, aunque parte del efecto se difiere, a raíz de las medidas de estímulo.

Efectos que juegan a favor:

  1. Se observa una caída significativa en los egresos por intereses, tanto por la disminución de tasas de plazo fijo, como un traspaso de depósitos, de depósitos a plazo hacia depósitos a la vista. Esto último se explica por las medidas de aislamiento que propician un mayor mantenimiento de depósitos a la vista, sumado a las restricciones cambiarias. 
  2. En el segundo trimestre del 2020, la caída en los egresos financieros es mucho mayor que la caída en los ingresos.
  3. Las medidas de aislamiento, sumadas a planes de reducción de costos que aplicaron la mayoría de las entidades, provocaron que los gastos de estructura (gastos de administración) crecieran por debajo de la inflación.

La situación regional 

Si bien los países de la región afrontan realidades diferentes, a los efectos del presente análisis procuramos incorporar al menos diez países para que los promedios tengan una mayor base.

En primer lugar, analizamos los índices de adecuación de capital. Ahí observamos que los bancos de la Argentina están dentro de los más capitalizados de la región.

Llevan el primer puesto en índice de adecuación de capital, pero también el primer puesto en índice de morosidad. Ya habíamos comentado que la morosidad experimentó un crecimiento significativo. Efectivamente, el índice del 2020 no sólo es uno de los más altos, sino uno de los de mayor crecimiento.

Y la rentabilidad cae en forma abrupta pues se está comparando con un año de alta rentabilidad como el 2018, sumado a la aplicación del efecto del ajuste por inflación a partir de 2020.

Leer nota completa en https://issuu.com/bancosyseguros/docs/292/10

Share This