Las mejoras fiscales se deben a la licuación del gasto en salarios
El artículo compara los efectos fiscales en Nación y provincias entre 2015 y 2023 para explicar la reducción del gasto público en esos períodos.

31 Mar, 2023

Por Marcelo Capello y Nicolás Cámpoli para el Informe de coyuntura de IERAL.

La próxima administración de gobierno tendrá múltiples e importantes desafíos, uno de ellos será la situación fiscal. Aun cumpliéndose este año el compromiso con el FMI de alcanzar un déficit primario de 1,9% del PIB, resultará 1,5 puntos porcentuales del PIB mayor al existente en el último año de la anterior administración (2019). Esto sin considerar que los efectos de la sequía sobre las exportaciones y la actividad económica amenazan con agravar la situación fiscal en 2023.

Para entender los números fiscales actuales, y el desafío a futuro, conviene comparar esta situación y la de 2015, último año del segundo gobierno de Cristina Fernández, que se caracterizó por niveles altos de presión tributaria, gasto público y déficit fiscal.

Desde el año 2016 se produjeron tres grandes cambios en la tendencia fiscal:

  • i) Leve reducción en la presión tributaria, con posterior reversión parcial,
  • ii) Aumento en las transferencias fiscales a las provincias por fallo de la Corte Suprema a fines de 2015 y por compensaciones a la provincia de Buenos Aires (BA), y
  • iii) Leve reducción en el gasto primario.

Con la crisis macro de 2018 se aceleró la licuación del gasto por suba del tipo de cambio y la inflación (al igual que en 2022), y desde 2019 se estancó, y luego revirtió, la baja en la presión tributaria.

Por su parte, con la pandemia en 2020 cayeron los recursos y aumentó el gasto. Hubo un fuerte incremento del déficit primario, que luego tendieron a revertirse una vez menguados los efectos económicos de la pandemia.

A su vez, desde 2019 el congelamiento de tarifas disparó nuevamente el gasto en subsidios económicos, agravado en 2022 por la guerra entre Rusia y Ucrania y el encarecimiento de las importaciones de gas. También desde 2020 la nueva movilidad previsional tuvo sus impactos sobre el gasto público.
A todo esto, ¿cuáles han sido los efectos fiscales netos en Nación y provincias a causa de los cambios ocurridos entre 2015 y 2022-2023? A continuación, se aborda esa comparación.

Transferencias de Nación a provincias entre 2015 y 2022

Tras el fallo de la Corte Suprema de Justicia a fines de 2015 que ordenó dejar de descontar el 15% de la coparticipación federal con destino a ANSES a las provincias de Córdoba, San Luis y Santa Fe, el Gobierno arregló con el resto de las provincias la misma devolución, pero en un lapso de cinco años. En 2018, a su vez, con el Consenso Federal se le comenzaron a entregar más recursos a la provincia de Buenos Aires, lo cual se acentuó con la actual administración (que, entre otras cosas, creó el Fondo de Fortalecimiento Fiscal de la Provincia de Buenos Aires para otorgar más recursos a dicha provincia, que provienen de una porción del recorte efectuado sobre la coparticipación de CABA).

Así las cosas, en el año 2022 las transferencias automáticas a provincias resultaron equivalentes a 7,9% del PIB, cuando en 2015 representaban 7,2%. No obstante, en 2022 se entregaron menos transferencias discrecionales a provincias: 0,8% en 2022 versus 1,1% en 2015. En términos brutos (transferencias automáticas más discrecionales), las provincias salieron ganando, con transferencias totales por 8,7% del PIB en 2022, frente al 8,3% en el año 2015.

 

Variables fiscales en el sector público nacional entre 2015 y 2022

En 2022, el déficit primario nacional resultó del 3,3% del PIB, cuando en 2015 era de 4,1%. Se trata de una reducción de 0,9 puntos porcentuales del PIB. En 2023 el déficit sería de 1,9% del PIB, que se compara con 0,4% del PIB en 2019, con lo cual la actual administración, si cumple la meta de déficit con el FMI (no es lo más probable al incorporar el efecto de la caída en la cosecha y las exportaciones), dejará un desequilibrio fiscal como mínimo 1,5 puntos del PIB superior a cómo lo encontró.

De modo que entre 2015 y 2022 el déficit primario nacional bajó 0,9 puntos del PIB, a pesar de que en ese lapso bajó la presión tributaria nacional (-1,7% del PIB) y aumentaron sus transferencias a provincias (0,4 puntos del PIB). La explicación se halla en que, en los últimos siete años, punta a punta, cayó 2,8% del PIB el gasto corriente primario (sin incluir transferencias corrientes a provincias) y bajó 0,5% del PIB el gasto de capital nacional (sin incluir transferencias de capital a provincias).

La caída en el gasto corriente se explica, a su vez, con una licuación de 0,9% del PIB en el gasto salarial y de 1,4% del PIB en el gasto en prestaciones sociales (jubilaciones y pensiones contributivas y no contributivas). En cambio, en los últimos siete años aumentaron las erogaciones en subsidios al sector privado (0,3% del PIB), especialmente subsidios en energía y transporte, y asistencia social a familias y planes de empleo.

Variables fiscales en sector público provincial entre 2015 y 2022

En las provincias, en cambio, se pasó de un déficit primario de 0,1% del PIB en el período de enero a septiembre de 2015 a un superávit de 1,0% en el mismo lapso de 2022. Sólo San Luis exhibió déficit primario en ese lapso del año pasado.

La explicación en la mejora del resultado fiscal en provincias en los últimos siete años radica especialmente en la reducción (licuación) del gasto público, dado que el gasto corriente primario bajó en 1,9 puntos del PIB entre esos años, mientras el gasto de capital lo hizo 0,4 puntos porcentuales.

 

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