En la Argentina el open finance todavía no está regulado, aunque desde el actual sistema de open banking se espera una evolución mayor para que se desarrolle el marco jurídico específico, y luego vendrá la escalabilidad del sistema en base a las normas establecidas y el soporte tecnológico necesario.
En los últimos años no sólo creció en forma exponencial la bancarización de la población y, luego, la oferta de medios de pago y billeteras virtuales, sino que cada vez más se incorporan herramientas adicionales que multiplican y dinamizan la usabilidad del dinero de los usuarios, como la interoperabilidad de pagos, los códigos QR y el DEBIN programado.
Más allá del perfil del cliente y de la magnitud de los montos transados, el activo subyacente de los consumidores es la información personal, que está protegida por ley, aunque poco a poco ya se está pudiendo intercambiar entre entidades con el consentimiento explícito del usuario.
En este camino, el siguiente paso en la evolución es el open data, pero antes sería preciso regular e implementar la apertura financiera ampliada, que incluye a las inversiones, seguros y otros rubros. Sin dudas, el uso de esa información privada y sensible tiene que estar regulado, y en eso se está trabajando ahora.
«En Brasil ya pasamos del open banking, con sólo datos sobre ingresos y pagos, a informaciones crediticias, tarjetas, inversiones, seguros y un concepto de interoperabilidad, que es básico del sistema de open finance.” Chen Wei Chi, socio líder de Consultoría de Negocios para Servicios Financieros de EY Brasil.
Por eso es relevante conocer el caso brasileño que, con un mercado no muy diferente al argentino, consiguió superar los 43 millones de clientes únicos en open finance en apenas cuatro años desde su lanzamiento. Ese volumen equivale a un tercio de la población bancarizada del país vecino, una realidad que en la Argentina involucra a algo más de 35 millones de personas.
Sobre esta base, y con la cada vez más dinámica estructura del sistema financiero local, aprehender y adaptar la evolución ocurrida en el país vecino representa una oportunidad de simplificar y ampliar las operaciones, tanto para las entidades como los clientes.
Resguardar el valor de los datos privados
El concepto inicial es básico y global: la información histórica del cliente es suya y su banco sólo puede compartirla de forma digital con un tercero, ya sea otra entidad financiera, un agente de inversión o un proveedor de servicios, de forma segura y con el consentimiento explícito del usuario al que la envía y también a quien la recibirá.
“A diferencia de otros mercados, en Brasil ya pasamos del open banking, con sólo datos sobre ingresos y pagos, a informaciones crediticias, tarjetas, inversiones, seguros y un concepto de interoperabilidad, que es básico del sistema de open finance”, comenta Chen Wei Chi, socio líder de Consultoría de Negocios para Servicios Financieros de EY Brasil.
Este modelo surgió de la adaptación de la experiencia iniciada en el Reino Unido en 2016, al poco tiempo comenzó la discusión en Brasil y la implementación oficial recién llegó en 2021. Hoy es considerado el ecosistema de finanzas abiertas más exitoso del mundo, lo que se validó con un premio internacional para la consultora en 2023.
“En Brasil la adopción digital es alta: el 70% de los clientes ya ha usado algún canal digital de los disponibles y más del 90% de la población tiene un smartphone, estas son variables claves para el éxito del ecosistema”, remarca Chen. Es decir, que además de las cuentas hay que tener una población activa en lo digital y un diferencial del mercado brasilero fue que el modelo de compensación de la transferencia inmediata fue implementado por el Estado.
Transferencias 3.0 en la Argentina
En la Argentina no ocurrió así, e incluso hubo reclamos cruzados ante el BCRA desde las entidades bancarias y las operadoras de medios de pago electrónicos. Hoy ese conflicto quedó saldado con nueva normativa y, poco a poco, se están introduciendo cambios que van en línea con el open finance.
“Nuestra infraestructura nació del pago inmediato, más allá de que el Banco Central lo tenía regulado hace tiempo, y después surgieron las cuentas virtuales, como Mercado Pago, que se empezaron a regular con el CVU. Pero ahora estamos en un modelo de transferencias 3.0 mucho más avanzado y completo, que puso la defensa del consumidor bancario en el centro”, recuerda Juan Pablo Grisolía, socio líder de Servicios Financieros de EY Argentina.
En este punto el país llegó a un sistema superador, con el informe de las operaciones a la autoridad regulatoria, y por eso se observó un crecimiento geométrico de las transferencias inmediatas por billeteras, lo que permite dotar al mercado de una mayor transparencia, seguridad y prevención del fraude.
En Brasil no había un mecanismo y el Banco Central implantó uno estatal; en la Argentina, si bien estaba en la carta orgánica de la entidad, el control se dio por fuera del sistema con la irrupción de las fintech y el código alfanumérico de Coelsa como compensadora. El punto de partida es diferente pero la conversión es inexorable.
“En la Argentina no hay un marco tan estructurado y robusto como en Brasil, pero el BCRA tiene regulaciones sueltas que hacen a lo que es un modelo de integración en open banking: CBU y CVU, alias, PST, fintech, interoperatividad, transferencia full con consentimiento por detrás, todo se encamina a una mayor apertura de datos”, asegura Grisolía.
Para sistematizar y homogeneizar los procedimientos de manejo y transferencia de los datos de los clientes es necesario generar regulaciones pormenorizadas que sólo pueden provenir de una legislación específica. El mercado ya dio los primeros pasos, las entidades trabajan asesoradas y los consumidores están incrementando su experiencia financiera. En un modelo digital, la integración es cada vez más necesaria.