Al apartar al Estado argentino como el mayor tomador de deuda en el mercado bancario local, y con la paulatina baja de las tasas de interés, las entidades financieras tienen la disponibilidad de liberar más fondos para financiar al sector privado, de esta manera, empresas y personas pueden acceder a créditos para la inversión y el gasto a tasas más razonables.
A pesar de los avances en los últimos meses, todavía hay mucho camino por recorrer para dejar de ser el país con la menor tasa de financiación al sector privado con relación a su producto del mundo. Ahora que el índice de inflación muestra un camino descendente y que el costo de endeudarse mejora por la baja del riesgo país, las personas y las empresas tienen un contexto más claro para planificar a mediano y largo plazo.
Este año la economía doméstica caerá alrededor del 3,5%, por lo que todavía no era el momento para proyectar en grandes valores, ante una retracción casi generalizada de la actividad y un nivel de incertidumbre aún alto. Sin embargo, se acumularon siete meses seguidos de crecimiento en los préstamos en pesos al sector privado y volvieron los créditos hipotecarios, según datos del último Informe Monetario del BCRA.
Por el contrario, para el 2025 se proyecta un crecimiento superior al 3% en el PBI, y para estar a la altura las compañías van a necesitar herramientas financieras acordes y, como ya se está viendo, los individuos tendrán más demanda crediticia para el acceso a bienes y servicios, más allá de las compras en el supermercado y los préstamos prendarios para la compra de un vehículo usado como abundó este año.
El caso es que se parte de una relación préstamos/PBI de las más bajas del mundo y la menor de la región. En el ranking global, sobre 180 países la Argentina figura 167 en este ratio, mientras que vecinos de Latinoamérica manejan porcentajes sobresalientes: Chile encabeza con 83%, le sigue Brasil con el 76%, Paraguay el 51%, Perú el 48%, Colombia el 44% y Uruguay y Méjico el 26%, de acuerdo con un sondeo de Quantum Finanzas.
Si bien en el primer semestre hubo vaivenes, en noviembre último los préstamos al sector privado alcanzaron el 6% del PBI y registraron el mayor valor en términos reales de los últimos 26 meses, al alcanzar los 49,8 billones de pesos, según la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA).
Las entidades bancarias ahora están muy líquidas, ostentan solidez patrimonial, tienen muchos incentivos para prestar y la competencia estatal como tomador privilegiado ha quedado al margen.
Todos los créditos al sector privado están creciendo por arriba de la inflación acumulada, salvo los nominados en moneda extranjera, lo que implica un cambio de tendencia que debería sostenerse el año entrante.
Es cierto que, por el tamaño de su economía y el crecimiento de la población, el país debería tener un mercado bancario mucho más grande, aunque en los últimos años se ha dado una contracción de la oferta.
Se achica el mercado
En los últimos 40 años se evidencia una caída de alrededor del 70% en la cantidad de bancos (de 236 a 77 entidades financieras en la actualidad), revela un informe de First Capital Group, lo que evidencia la cíclica inestabilidad económica, la dificultad financiera y la tímida bancarización de la población. La tendencia mundial indica que los países con un sistema financiero más desarrollado cuentan con una entidad cada 70.000/100.000 habitantes, como Estados Unidos y Brasil, mientras que en la Argentina apenas hay un banco por cada 500.000 habitantes.
Desde esa financiera proponen no sólo multiplicar el número de bancos, sino cambiar el paradigma habitual para evaluar el otorgamiento de los créditos, mediante la implementación de un sistema moderno de financiamiento a través de activos. Se refieren al llamado Cash Flow Lending, es decir el financiamiento a través del flujo de fondos activos, en el que en lugar de que los bancos presten por el patrimonio, se analice un flujo futuro de fondos del tomador para entender la posibilidad de repago real.
Esta forma de financiamiento abriría puertas a personas y start-ups que no cuentan con un alto respaldo patrimonial pero que efectivamente tienen futuro. El desafío para los bancos es grande, pero con alternativas ingeniosas y el soporte tecnológico adecuado pueden dar un salto que se adelante a la demanda por venir.