La expectativa que genera el nuevo ciclo económico es que haya más facilidades para desarrollar actividades que llevan adelante las empresas y las personas, con menos regulaciones e intervenciones, las que hoy generan fricciones y costos e, incluso, algunas dificultades para tomar decisiones a causa de la incertidumbre.
Creo que en el futuro eso se va a simplificar, y el desafío es cómo se hace la transición de la situación actual al nuevo ciclo de la Argentina. Va a ser importante que la transición sea lo más ordenada y lo menos costosa posible, teniendo en cuenta que las distorsiones son bastante importantes.
La prioridad para este Gobierno es corregir desequilibrios, empezando por algunos precios relativos, mejorar sustancialmente el resultado fiscal y tener reformas que hagan mucho más competitiva y eficiente a Argentina y, con eso, generar bases de crecimiento.
Todo eso debería iniciarse de manera rápida y coordinada, pero no todo se va a poder implementar de entrada con resultados visibles rápidos.
Con respecto a la brecha cambiaria, hoy tenemos múltiples tipos de cambio, entonces hay que tener en cuenta que el dólar oficial es cada vez menos relevante. Si se devalúa y se lo lleva a los niveles similares al dólar de exportación, eso haría bajar la brecha cambiaria. Ahora, en la práctica, la brecha debería ir bajando y moverse hacia un tipo de cambio uniforme, pero me parece improbable que se haga de un día para otro.
Como consecuencia de todo esto la inflación será muy alta al principio, y después yo esperaría que venga un plan de estabilización que la reduzca sustancialmente. Pero primero hay que pasar un período de altísima inflación y evitar que sea descontrolado. Que sea un fenómeno de relativo corto plazo, con realineamientos que después den lugar a una estabilización duradera, con tasas de inflación anuales que lleguen a un dígito, quizá no en la primera etapa, pero no mucho más allá.
Milei arranca con un caudal de votos relativamente importante, superior al que se había anticipado, y eso le serviría para legitimar alguna de sus iniciativas y mejorar la gobernabilidad, a pesar de que no vaya a controlar el Congreso.
Va a tener que someterse, al menos al principio, a lo que son las normas de convivencia democrática y ver cómo mueve la agenda que anticipó durante el periodo eleccionario, particularmente, lo que tiene que ver con lograr un crecimiento sostenible y reducir la tasa de inflación. Hay cuestiones instrumentales que tendrá que adaptar y me parece razonable que se adapte, porque hay medidas que se simplificaron durante la campaña y que son difíciles de implementar.