A fines de 2024 la economía sigue mostrando enormes desafíos
Maria Castiglioni Cotter, Directora C&T

3 Ene, 2025

Un año atrás la economía argentina se encontraba en una gravísima crisis, producto del agotamiento de un esquema de política económica que duró, con un intento de corrección entre 2016 y 2019, unos 20 años. La aceleración de la inflación y el riesgo de una hiperinflación fueron los emergentes de este proceso. El presidente Milei ganó el balotaje con una campaña basada en el diagnóstico de que era imperioso revertir ese proceso, y eso fue clave para que pudiera implementar un set de medidas para estabilizar la macroeconomía y avanzar en reformas estructurales que permitan al país retomar el sendero de crecimiento.

Esto estuvo complementado, desde el comienzo, con una política cambiaria que, primero, sinceró el tipo de cambio oficial y redujo la brecha que había llegado a más de 150% el año 2023, y más adelante se fue moviendo a un ritmo de 2% mensual.

Estas medidas permitieron, primero, una reducción gradual pero sostenida de la inflación, desde el 25% de diciembre a menos de 3% desde octubre, pese a que se produjo un fuerte avance en la corrección de precios regulados (aproximadamente 80% del retraso total), y una reducción de las brechas cambiarias que, llegando a fin de año, se ubican debajo del 10%.

La actividad que venía cayendo y acentuó la contracción en los últimos meses de 2023 tocó piso en el segundo trimestre del año y, a partir de julio, mostró una mejora más generalizada, si bien la dinámica es muy heterogénea según el sector. La combinación de estos factores permitió que los salarios reales comenzaran a recuperarse a partir de abril, si bien siguen en bajos niveles, eso permitió que la pobreza comience a reducirse.

La foto a fines de 2024 sigue mostrando una economía con enormes desafíos pero, sin duda, que con una fuerte mejora con respecto al panorama inicial. Estos resultados están en línea con lo que en C&T anticipamos un año atrás, una vez anunciado el programa económico.

En nuestro escenario base, la actividad económica consolidará la recuperación reciente. La inflación seguirá bajando, lo que probablemente lleve al BCRA a reducir el ritmo de crawl durante el año, tal como fue anunciado.

Este proceso seguirá anclado en una política de equilibrio fiscal, columna vertebral del programa económico. La liberación creciente de restricciones al mercado oficial de cambios se mantendrá.

El aspecto más complicado que presenta la situación actual es el bajo nivel del tipo de cambio real, acentuado recientemente por el debilitamiento del real en Brasil. A nivel multilateral, el tipo de cambio real está un 4% por encima del nivel de noviembre de 2023, previo al cambio de Gobierno, pero aún es 11% superior al que regía en noviembre de 2015.

Esto implica desafíos en dos dimensiones de la realidad económica: la disponibilidad de divisas y la producción. En el primer punto, el superávit comercial de la mano de la energía y el agro se mantendrá elevado, por lo que será un ancla frente al deterioro del saldo de servicios.

La segunda dimensión de desafíos que implica un dólar bajo es la de la producción y el empleo: más allá de que el tipo de cambio pueda sostenerse en los niveles actuales porque se dispone de las divisas, ese tipo de cambio “bajo” puede complicar la producción y el empleo locales porque los encarece al medirlos en dólares y, por lo tanto, les quita competitividad internacional.

El enfoque del Gobierno es ir reduciendo costos por la vía de la desregulación y, en la medida en que lo permita la situación fiscal, mediante baja de impuestos; a diferencia de una devaluación, que generalmente da un alivio transitorio, esta estrategia es más duradera, pero es más lenta de implementar.

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