A fondo contra la inflación
  Tras el salto inflacionario provocado por la salida del cepo cambiario, la devaluación y las subas de las tarifas de los servicios públicos, el Gobierno apunta de lleno a lograr una mejora significativa para el segundo semestre. Los economistas consultados se muestran satisfechos con la estrategia que se viene llevando adelante y coinciden en […]

27 May, 2016

 

Tras el salto inflacionario provocado por la salida del cepo cambiario, la devaluación y las subas de las tarifas de los servicios públicos, el Gobierno apunta de lleno a lograr una mejora significativa para el segundo semestre. Los economistas consultados se muestran satisfechos con la estrategia que se viene llevando adelante y coinciden en que lo peor ya pasó.

En los primeros meses de su gestión, el gobierno de Mauricio Macri le dio prioridad a la corrección de las fuertes distorsiones de precios relativos heredadas de la administración anterior, lo que naturalmente provocó un salto significativo en la inflación. Tras haber dejado atrás esa primera etapa, se viene concentrando de lleno en su objetivo de reducir el ritmo de aumento de los precios, apelando principalmente a una política monetaria restrictiva.

Para Aldo Abram, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, la política central contra la inflación será efectiva en sus “trazos gruesos”:“Están controlando la emisión monetaria y, en la medida en que puedan seguir haciéndolo –porque tiende a bajar el déficit fiscal y se buscan otras fuentes de financiamiento para no seguir usando al BCRA–, el Gobierno tendrá la posibilidad de ir priorizando la estabilidad monetaria”.

Abram ya observa una baja de la inflación en el interior del país, que se demorará hasta el mes que viene en la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano por la suba de tarifas. Y espera que a finales de este año la inflación mensual se acerque al 1%. Esto implicaría que la inflación va a cerrar el 2015 por encima de la meta anual original del Gobierno –del 25%– pero que se puede alcanzar la meta del 17% establecida para 2017.

El director de la consultora Abeceb, Dante Sica, consideró que el programa contra la inflación es, en principio, consistente: “La clave es que puedan mantener el programa de metas de inflación y control de los agregados monetarios. Eso exige, en principio, resultados fiscales positivos. Por eso, la gran duda es la consistencia del programa fiscal, porque todavía hay dominancia fiscal en la emisión monetaria. Lo que despejaría dudas es que el Gobierno plantee el programa financiero y quite las dudas sobre el programa monetario”.

“Para mantener la consistencia, tiene que seguir con el programa fiscal exigente. El Gobierno viene haciendo un ajuste fuerte y con el acceso al financiamiento cierra el programa de financiamiento”, agregó.

En la misma línea, Abram consideró que el hecho de haber encarado una baja gradual del déficit fiscal es una deficiencia del programa antiinflacionario, pero entiende que se trata de un gobierno que no asumió con un enorme poder político y que necesita conseguir consensos para gobernar: “No le quedaba otra, porque si bajás abruptamente el gasto público, probablemente no sea aceptado por la sociedad. Pero es un riesgo porque ahora es muy dependiente del financiamiento o de que haya buena liquidez en el mundo”.

Para el ex presidente del Banco Central y ex ministro de Economía José Luis Machinea, “el Gobierno tiene el objetivo de bajar la inflación, pero esto era imposible si antes no se corregían las distorsiones de precios relativos: el tipo de cambio y las tarifas de servicios públicos. No me extraña que en el corto plazo haya una aceleración. En el corto plazo habrá inflación en un país con memoria inflacionaria”, explicó.

Por su parte, el director de la consultora Econviews, Miguel Kiguel, sostuvo que “los efectos que estamos viendo son de una vez, porque el aumento de las tarifas de electricidad, gas y transporte no va a seguir. Y la devaluación del 50% del tipo de cambio ya se hizo toda. Entonces la inflación actual es mentirosa, porque no es permanente”.

El economista espera que en abril la inflación sea alta y luego caiga: “No es que la inflación se escapó en Argentina de forma permanente sino que, más bien, hay un reordenamiento de precios. Cuando pase este reordenamiento, la inflación debería caer ayudada sola por la política monetaria”, enfatizó.

El rigor del Banco Central

La principal herramienta que el Gobierno viene aplicando por el momento para doblegar a la inflación es una política monetaria rigurosa. En marzo pasado, el Banco Central subió al 38% el rendimiento de las letras que emite a 35 días y el titular del organismo avisó que no las bajará hasta que no observe que la inflación se ubica en el nivel que pretende. Como resultado de esta medida, en las últimas semanas varias entidades de primera línea vienen cobrando más de un 50% por financiaciones tales como las de saldos deudores de tarjetas de crédito o el giro en descubierto.

Para Abram, la inflación es un fenómeno monetario que implica que si los precios suben es porque se emitieron más pesos de los que la gente demandaba. Por lo que consideró correcta la decisión del Central de retirar dinero del mercado y elevar fuertemente las tasas de interés. Aunque opinó que en los primeros meses del año hubiera usado las reservas para intervenir en el mercado cambiario, para no pagar el doble costo del Repo y de las LEBAC.

“El BCRA debería aprovechar los próximos tres meses –en los cuales la demanda de pesos va a repuntar, porque este mes y el que viene tiene que tocar un piso y crecer hasta mediados de año, además de que ingresarán más dólares del exterior– para bajar la tasa de interés, comprar dólares y recuperar reservas para poder enfrentar la caída de la demanda de pesos en el tercer trimestre”, agregó.

Sica puntualizó que, de acuerdo a la estrategia que lleva adelante, la autoridad monetaria “hace flotar el tipo de cambio y usa como instrumento para controlar la inflación a la tasa de interés. En otros países mezclan un poco: usan tasa de interés e intervención mediante la compra y venta de dólares. Estamos a cuatro meses de la eliminación del cepo cambiario y de la normalización del mercado de cambios, de modo que, hasta que se le dé estabilidad, la tasa de interés será un factor importante. Tienen que empezar a entrar los dólares de soja y los financieros para bajarla”.

Machinea consideró que la tasa de interés que fijó el BCRA está por debajo de la inflación de estos meses: “Yo usaría esta coyuntura para comprar más dólares, sostener el tipo de cambio y acumular reservas”. Y coincidió: “En algún momento habrá que reducir la tasa de interés”.

Kiguel entiende que el enfoque de altas tasas de interés se da, en parte, porque se está lidiando con un fenómeno inflacionario que no es tradicional: “Es más una cosa temporaria. No es una inflación de carácter monetario. Cuando pase esta primera ola de suba de precios la inflación va a volver adonde estaba antes, al 2% mensual. Y después se necesitará una política antiinflacionaria seria, que incluya una política monetaria, fiscal y de ingresos, con un elemento de coordinación de expectativas”.

El analista recordó que había propuesto, para guiar las expectativas de inflación, anunciar un compromiso del gobierno de respetar un límite al crecimiento del gasto público nominal.

La ausencia de un acuerdo social

El Gobierno había insinuado al principio del mandato que iba a impulsar un acuerdo social, que finalmente derivó en tratar de contener a los sindicatos y en que el presidente Mauricio Macri realizara declaraciones hacia los empresarios solicitando no aprovecharse del contexto para subir los precios y cuidar el empleo.

Machinea entiende que el Gobierno podría haber negociado un poco mejor con el mundo empresario “para evitar los precios exagerados al principio del mandato. Se confió en que los precios se iban a acomodar. Tendría que haber habido una negociación inicial acerca de las políticas de ingreso con algunos empresarios. Una política de ingresos mezclada con una política fiscal y monetaria consistentes es menos dolorosa”.

“Tener inercia inflacionaria puede generar ruido y complicar la baja de la inflación a futuro”, agregó, aunque espera que en la segunda parte del año la tendencia cambie porque se habrá terminado la corrección de los precios relativos. Prevé que la inflación de este año no sea menor al 35 o 38% y se acerque al 1,5% hacia el final del período.

Para Abram, si los sindicalistas piden más salarios que los que los empresarios pueden pagar habrá más desocupación o se enviará a la informalidad a sus empleados y se producirá menos: “A veces los sindicalistas están más interesados en la politiquería que en pensar que sus afiliados están con menos trabajo, porque después no son culpa de ellos los despidos. Es un tema de responsabilidad. Hemos visto casos de sindicalistas que han cerrado paritarias sabiendo que la demanda de su sector no está en su mejor momento”.

Sica agregó que, por otra parte, ya es tarde para un pacto social: “Hoy no tiene sentido. Los mercados están empezando a funcionar. El Gobierno tiene que dar confianza. También hay ruido en la discusión porque está todo a ciegas. Hay un blackout estadístico porque no hay números de inflación ni de desempleo y cuesta anclar expectativas”.

El costo social de la inflación

El impacto inflacionario de la fuerte corrección de los precios relativos viene teniendo un enorme costo social, que está erosionando la imagen del Gobierno. Las medidas económicas afectaron negativamente los salarios reales y el nivel de actividad, destruyendo puestos de trabajo.

Machinea indicó que el costo social es alto porque había muchos atrasos de precios relativos y porque el Gobierno aplicó medidas sociales pero con rezago: “Las demoró tres meses. Algunas medidas sociales podrían haberse anticipado, teniendo en cuenta que era previsible el impacto de la corrección de precios relativos en los sectores de menores recursos”.

“Es un gobierno nuevo. Hay muchas ideas y hay que volcarlas en leyes. Algunas cosas llevan más tiempo de lo que a uno le parece. Esas demoras son naturales en un gobierno que recién comienza”, agregó.

Sica, por su parte, consideró que el costo social es menor al que se esperaba: “Todo el programa de ajuste tiene costos de actividad en la primera etapa. El Gobierno tiene que dar impulso a la actividad de la construcción y de infraestructura para paliar la caída de la actividad”, opinó.

El analista prevé que la actividad caerá 1% este año: “De todos modos, el problema no es tanto el número sino que lo importante es la tendencia. El mes que viene habrá un quiebre a la baja y en el tercer trimestre la actividad tiene que empezar a dar vuelta”.

En este contexto, estima que el desempleo, que hoy golpea a sectores como la construcción, el metalmecánico y el petrolero, crecerá entre 1 y 1,5 puntos este año: “Si la obra pública arranca, el impacto puede ser menor. Pondría la atención en poner en marcha las obras paralizadas, porque es más rápido. El contrato ya está, sólo se discute el tema precio y liquidez”.

Para Kiguel, los salarios reales han caído más de lo que se esperaba: “Tendrán una recuperación con las paritarias y me resulta difícil cuantificar cuánto se compensó a la gente con los planes sociales”.

“El desempleo está subiendo pero tampoco demasiado. No es de la magnitud de otros episodios. Se parece más al 2009 que a 1994 o 2001. No es tan profundo”, agregó.

Abram resaltó que el costo de mayor pobreza y mayor desempleo es responsabilidad del gobierno anterior, que dejó la herencia que esta administración tiene que resolver. De todos modos, señaló como aspecto positivo que si bien “la gente en las encuestas dice que se siente mal, lo cual es lógico, cuando se le pregunta si confía en el Gobierno responde que sigue confiando en él y en el futuro. Eso es muy importante porque hace que no baje mucho el consumo y la inversión”.

Optimismo de cara al futuro

A pesar de las dificultades, los economistas consultados coinciden en que lo peor ya pasó y se manifiestan optimistas de cara al futuro.

Según Kiguel, habrá una baja de la inflación importante en el segundo semestre respecto del primero y la economía empezará a recuperarse.

Machinea señaló, por su parte, que “pasamos los meses más duros desde el punto de vista del salario real. Habrá una recomposición del mismo y medidas adicionales del Gobierno con las que va a tratar de emparejar. Y el arreglo con los holdouts es una buena noticia para conseguir financiamiento porque permitirá financiar las obras públicas que son necesarias para armar la infraestructura y generar empleo”.

Sica resaltó que este es un año de transición para corregir las dinámicas de mercado luego de siete años de intervención, restricciones y discrecionalidad: “No es fácil, porque hay comportamientos estructurales de empresarios y distorsiones que se aprovecharon para obtener superganancias del mercado”.

Para Abram, hoy estamos pagando los costos de las medidas económicas pero lo que importa es lo que hay “para adelante. La inflación es un impuesto que afecta más que a nadie a los más pobres. Y cuanta más inflación tiene un país, menos inversión tiene. La inflación es uno de los generadores de incertidumbre para la inversión, con lo cual también va a mejorar porque habrá menos inflación”.

“La reactivación de la demanda de la gente va a arrancar a mediados de año y se va a volver a generar trabajo en términos netos en la segunda mitad del año”, agregó.

 

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