Si hacemos un balance de este primer año de Javier Milei en la presidencia, en términos políticos, creo que su principal mérito, dada la condición de inferioridad de La Libertad Avanza en el Congreso, y en el mapa político general, es haber logrado prosperar con el plan de gobierno en base al liderazgo decisionista del poder ejecutivo, aceptado por la sociedad luego de cuatro años de debilidad de la Rosada bajo el mandato de Alberto Fernández.
Esto permitió avanzar en iniciativas fundamentales, como la Ley Bases y el RIGI y también en lo que hace a las negociaciones para sortear los intentos de bloqueo de la oposición frente a distintas iniciativas que planteó el oficialismo.
De alguna manera ha sorprendido el hecho de que un Gobierno que está compuesto por un mixtura de personas con poca experiencia en política pueda alcanzar en un año una posición de centralidad.
El gran logro fue no haber quedado cercado por su debilidad estructural en términos de representación institucional.
En términos económicos, lo que destaca es la señal enérgica respecto del clima fiscal y el descenso de la inflación, en tiempos y en escalas que también pueden sorprender. En ese sentido se espera que este año cierre con una inflación cercana al 120%, la mitad del año pasado. Este es uno de los activos del Gobierno este año.
Mientras que de cara al 2025, uno de los principales desafíos será el tema cambiario, pues hay múltiples evidencias del retraso de la divisa estadounidense en relación con el peso. La duda es si esta modificación va a concretarse antes o después de la elección de medio término y si será de manera armoniosa o disruptiva.
Pero lo que sí parece difícil es que Argentina pueda sostener, en el mediano plazo, un tipo de cambio que es más bajo que el punto de partida con el que arrancó la administración de La Libertad Avanza.
A nivel político, el Gobierno tiene por delante el desafío de hacer crecer su presencia en ambas cámaras. Aunque, obviamente, no va a llegar a tener una mayoría en el sentido de lograr 129 diputados para alcanzar el quorum, si se puede especular con un crecimiento a expensas de otros partidos, particularmente de los llamados aliados. Naturalmente, el oficialismo procurará plantear las elecciones de medio término como un plebiscito sobre su gestión y en oposición al kirchnerismo. Habrá que ver si este antagonismo, elocuente en el AMBA, podrá traducirse de la misma manera en el resto del país.
