“El Gobierno está en una pelea contra el reloj” Aldo Pignanelli
Los tres tipos de reforma que anunció el Gobierno (tributaria, previsional y laboral) apuntan al mismo objetivo fundamental que es el de la falta de inversión en la Argentina. Para el poder económico, es fundamental que venga ese flujo de inversiones, porque en el frente externo ya se está agotando la posibilidad de endeudamiento. Ese […]

5 Ene, 2018

Los tres tipos de reforma que anunció el Gobierno (tributaria, previsional y laboral) apuntan al mismo objetivo fundamental que es el de la falta de inversión en la Argentina. Para el poder económico, es fundamental que venga ese flujo de inversiones, porque en el frente externo ya se está agotando la posibilidad de endeudamiento. Ese es el contexto en el que deben leerse las reformas. Para eso, se busca abaratar los costos fiscales, los costos laborales y bajar la presión tributaria para los inversores.

La reforma laboral, en la negociación con la CGT, fue modificada en un 80% en comparación con el proyecto original. Fundamentalmente, en el costo de las indemnizaciones a partir de la discusión de cómo se calcula su monto. Quedó en pie el planteo laboral y muy poco más. Por otro lado, el cambio en el ajuste de las jubilaciones, de aprobarse, significaría un ahorro de más de 100.000 millones de pesos por año. Sobre esto, hay que agregar nuevos impuestos al consumo y a la rentabilidad financiera. Y, con respecto a la reducción de impuestos, se apunta a bajar el de ganancias a las grandes empresas para aquellos que inviertan, reduciendo un 10% en forma gradual, y aportes patronales, también en forma gradual.

Se hace un gran esfuerzo en subir las tarifas, pero al mismo tiempo hay un gran aumento en el programa de intereses. Sacamos plata del bolsillo de la población para poder pagar los intereses de deuda. Hay una transferencia de los consumidores a los grandes acreedores del sector financiero. A su vez, el ajuste de las jubilaciones equivale al monto de la reducción del impuesto a las ganancias y los aportes patronales. Hay una consistencia de las reformas con el objetivo de atraer inversiones. En toda política tributaria hay ganadores y perdedores. Acá los perdedores son los consumidores y los jubilados y los ganadores, las grandes empresas. Esto es coherente con lo que persigue el Gobierno pero no sé si lo es con la realidad que viven los argentinos. Además, no termina de resolver los problemas estructurales de la economía porque es muy gradual. La gran contradicción es que el plan se completa en cinco años, con excepción de las jubilaciones, que es inmediato.

Ante el agotamiento al que asistimos en estos dos años que pasaron, el Gobierno tendría que plantear un modelo económico que tienda a ampliar el mercado interno y las inversiones internas y tratar de reducir el nivel de endeudamiento. El mundo está apuntando para ese lado, no para éste.

Por otra parte, el enfoque para abordar la inflación debe ser modificado. Argentina este año va a cerrar con una inflación cercana al 24%, que es volver al nivel de los últimos diez años. Atacar la inflación sólo con la tasa de interés y atrasando el tipo de cambio va en contra del modelo que planteo de mejorar las inversiones y el consumo interno.

El déficit comercial es muy preocupante. Este año va a estar en el orden de los 8.000 millones de dólares. Desde el año 1994, en la crisis del efecto tequila y de la convertibilidad, que no se daba este tipo de déficit. Pero es una consecuencia del modelo económico. Si se atrasa el tipo de cambio y se hace una apertura indiscriminada de las importaciones va a pasar esto. Pero no sólo hay problemas en la balanza comercial sino en toda la cuenta corriente, que este año va a tener un déficit récord de más de 20.000 millones de dólares, sumando al déficit comercial unos 9.000 millones de salida por turismo, 5.000 millones por utilidades de las empresas internacionales y más de 5.000 millones por intereses de la deuda. Como contrapartida, no tenemos nada, apenas una inversión extranjera muy baja. Todo se cubre con endeudamiento.

En este contexto, lamentablemente no están dadas las condiciones para un despegue definitivo de la economía. El Gobierno está en una pelea contra el reloj. Las máximas autoridades son conscientes de esto. El mismo presidente dijo que no era sostenible mantener un endeudamiento de este tipo a través de los años y que el déficit fiscal es un tema que hay que solucionar. Hasta ahora no tuvieron éxito.

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