El inicio de un círculo virtuoso
Por José María Segura, economista jefe de PwC Argentina.

15 Nov, 2024

Desde hace varios meses los economistas venimos discutiendo si el peso se encuentra apreciado, si es factible levantar el cepo con este tipo de cambio y si el valor del dólar es, o no, insostenible en el mediano y largo plazo. Es cierto que, en el corto plazo, los mercados monetario y cambiario no se encuentran en equilibrio. Existe un excedente de pesos que, ante la historia inflacionaria de Argentina, probablemente presionaría sobre la cotización del tipo de cambio en ausencia de restricciones. Evidencia de ello es el mantenimiento del cepo.

Pero no menos cierto es que la Argentina tiene un alto potencial exportador en los sectores energético, minero, de economía del conocimiento y agroindustrial, y puede llegar a multiplicar el ingreso de divisas por estos conceptos. El problema es que para que dichas exportaciones se materialicen hacen falta inversiones de magnitud —que permitan extraer, procesar y transportar los productos— y tiempo —para que maduren dichas inversiones—.

El RIGI apunta en esa dirección. Así, la economía argentina tendría un cambio estructural que llevaría a errar a aquellos que quisieran extrapolar la historia para evaluar el futuro del tipo de cambio. Bajo esta premisa, el mercado cambiario estaría frente a un problema de desequilibrio de corto plazo, pero de equilibrio en el mediano y largo plazo.

La pregunta entonces es ¿qué debería pasar para que la dinámica sea convergente al equilibrio? Una respuesta parecería encontrarse en el canal financiero. Con nueve meses acumulados de superávit financiero, el mercado está comenzando a convencerse de que el mismo no sólo es posible, sino sostenible en el mediano plazo. Adicionalmente, el éxito del “blanqueo” parecería haber encendido el optimismo del mercado, con un Banco Central que compra reservas en dos meses, como son septiembre y octubre, que suelen ser negativos en dicho sentido. Este contexto favoreció el aumento del apetito por instrumentos locales, en especial aquellos denominados en moneda extranjera, lo que permitió una importante baja en el riesgo país, y que quebró la barrera de los mil puntos por primera vez desde fines de 2019. A la par, la brecha cambiaria se comprimió a los mínimos alcanzados en abril del corriente año, lo que a su vez sostiene el esquema de carry trade.

En la medida en que el riesgo país continúe comprimiendo, otras fuentes de divisas podrían provenir del anunciado REPO con un conjunto de bancos comerciales por unos 2.700 millones de dólares, y préstamos de organismos internacionales por otros 8.000 dólares. Finalmente, y aunque todavía no puede ser cuantificado, la privatización de algunas de las empresas del Estado podría ser una fuente de dólares adicionales en la transición. Aun cuando esta estrategia no está libre de riesgo, ya que el mercado financiero es muy volátil y siempre podría aparecer un cisne negro —que podría ser político o incluso de carácter internacional— que cambie el panorama, parecería que la economía está ganando momentum para iniciar un círculo virtuoso que obre de nexo entre el faltante de divisas de hoy y su generación futura.

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