Hacia un sistema financiero desregulado
El BCRA comenzó en los primeros días de la nueva gestión a desmantelar la serie de regulaciones que se le habían impuesto al sistema en los últimos años, como los pisos a las tasas de interés de los plazos fijos y los topes a las de los préstamos personales y prendarios. Economistas analizan las perspectivas que […]

1 Feb, 2016

Juan Cerrutti - Foto04

El BCRA comenzó en los primeros días de la nueva gestión a desmantelar la serie de regulaciones que se le habían impuesto al sistema en los últimos años, como los pisos a las tasas de interés de los plazos fijos y los topes a las de los préstamos personales y prendarios. Economistas analizan las perspectivas que se abren para el mercado. 


El gobierno de Mauricio Macri desarmó rápidamente algunas de las regulaciones que pesaban sobre el sector financiero, lo que, si el resto de la macroeconomía ayuda, le permitirá en el largo plazo elevar el volumen de préstamos respecto del producto bruto interno, un indicador que ha permanecido relegado en los últimos años en relación a países con un desarrollo similar al nuestro.

Tras levantar el cepo cambiario, el Banco Central (BCRA) elevó las tasas de interés y quitó los topes y los pisos que se fijaban en relación a la tasas de las Lebac para cobrar sobre los créditos y pagar sobre los depósitos. Sin embargo, mantuvo la Línea de Crédito para la Inversión Productiva, aunque elevó la tasa de interés de referencia.

Inmediatamente, en el programa monetario anual la entidad monetaria dejó constancia de que se abocará a bajar la inflación y que definirá nuevos índices atados a la variación de precios para fomentar los préstamos a largo plazo.

“Una política que busque tasas de interés más alineadas con la inflación, que aliente el ahorro y la demanda de pesos y que tenga como objetivo final la reducción de la tasa de inflación será beneficiosa para la economía en general y para el sistema financiero en particular”, explicó Hernán Del Villar, presidente de Alpha Estudio de Economía.

“A la economía le facilitará el crecimiento, la hará más competitiva y le mejorará la distribución del ingreso. Al sistema financiero, le permitirá un mayor volumen de negocios y lo hará más competitivo”, agregó.

“En términos generales, vamos a un esquema muy distinto del vigente en la última década, cuando tuvimos tasas pasivas inferiores a la inflación. Vamos, claramente, a un esquema donde las nuevas autoridades económicas son conscientes de que para darle salud al peso hay que recrear la reserva de valor y, por lo tanto, debe haber una tasa de interés positiva en términos reales”, dijo Federico Muñoz, titular de la consultora con su nombre.

“Es positivo el hecho de sanear la moneda. Los argentinos nos volcamos al dólar y a los ladrillos por una cuestión cultural pero, además, los incentivos no invitaban a ahorrar en pesos. Eso va a cambiar y es saludable”, agregó el analista.

En tanto, las nuevas autoridades del BCRA informaron que su prioridad absoluta será obtener, en un plazo razonable, una moneda con poder de compra mediante un gradual descenso en la tasa de inflación y la flotación cambiaria.

El descenso de la tasa de inflación “seguirá siendo su política en los primeros meses de 2016. La anunciada publicación de un nuevo índice de precios este año permitirá hacer más explícitas las pautas de inflación del BCRA”, señaló la entidad en el programa monetario. La institución “se valdrá principalmente de las tasas de interés de sus propios títulos y de los pases pasivos como instrumentos de regulación monetaria. En función de la dinámica inflacionaria observada, se buscará determinar la evolución de los agregados monetarios que considere consistentes con el comportamiento pretendido de los precios domésticos”, detalló.

Para Carlos Pérez, economista de Fundación Capital, “es bienvenido el giro de 180 grados en la política monetaria y cambiaria. Han sincerado el tipo de cambio y, por otro lado, han puesto la política monetaria al servicio de una política antiinflacionaria. Estas dos cosas generan las condiciones para recuperar el crecimiento económico previa estabilización de la inflación”.

“Venías trayendo un combo de política monetaria y cambiaria que dio un pésimo resultado económico, porque la economía estuvo estancada con inflación alta y creciente en el último par de años. Era una política monetaria irresponsable, con expansión desmedida, y una política cambiaria mentirosa, porque tenía un dólar oficial que se alejaba de los dólares alternativos, con una brecha del 50%”, remarcó el economista.

Los cambios regulatorios y las nuevas metas se realizaron una vez que el gobierno de Macri pudo cambiar a las autoridades de la entidad monetaria, hoy en cabeza de Federico Sturzenegger. “En muy poco tiempo está habiendo un cambio en las formas muy interesante. Se cambió la obediencia por la idoneidad. Antes, el BCRA era la escribanía del pensamiento del Poder Ejecutivo. Hoy, el atributo para ocupar una silla en la entidad no pasa por la obediencia, sino por la idoneidad”, destacó Pérez.

Mejores perspectivas de crecimiento para el sistema
 

Los entrevistados coinciden en que el nuevo escenario será más favorable para el desarrollo del sistema financiero, que en los últimos años se vio restringido por las regulaciones que se le impusieron y por el entorno macroeconómico adverso. 

“El sistema financiero seguramente crecerá en términos de volumen y, si se obtienen buenos resultados en la baja de la inflación, superará los niveles de intermediación de los 90, pero con una mayor participación de las operaciones en pesos”, previó Del Villar.

“Con menor inflación, los spreads bajarán dentro de un marco más competitivo, en la medida que el Estado también vaya disminuyendo su participación en la demanda de fondos”, agregó.
 
Para Muñoz, el país se dirige a un esquema más sano, en el cual el sistema financiero tendrá más incentivos para crecer. “Hoy tenemos una banca relativamente sana pero muy chica y disfuncional para sostener un proceso de desarrollo económico. El ratio de depósitos sobre PBI del 15% es insignificante. Para que crezca y ayude verdaderamente al proceso de desarrollo económico, estas regulaciones de los últimos años debían cambiar. No quita eso que después haya un espacio para la banca de fomento y para subsidiar el crédito a pymes”, dijo.

Para Pérez, “el sistema financiero, al igual que el resto de los sectores económicos, en la medida en que se pueda salir del estancamiento económico y se vaya por un sendero de inflación decreciente, se verá beneficiado”.

Libertad de tasas versus nivel de actividad

Se espera que la liberalización de las tasas de interés contribuya a lo largo del tiempo a una mayor expansión del sistema financiero. De todos modos, en esta primera etapa, las tasas más libres y la necesidad del Gobierno de combatir la inflación pueden impactar negativamente en el nivel de actividad económica.

“La liberación de las tasas de interés debe buscar como objetivo central alentar la demanda de la moneda local, que pueda volver a adquirir su rol como reserva de valor y que permita, luego de haber normalizado la tasa de inflación, generar instrumentos de crédito de largo plazo en pesos”, dijo Del Villar.

“Es probable que la suba de tasas sea contractiva. La herencia que recibió el Gobierno era pesada, con una combinación de desequilibrios macroeconómicos que no es fácil desatar. Uno de los instrumentos clave es una suba fuerte de tasas, que es netamente recesiva. Estamos proyectando un primer semestre contractivo para la economía argentina y, si todo sale bien, el reingreso a un sendero de crecimiento en el segundo semestre”, dijo Muñoz.

Del Villar coincidió: “Los impactos positivos se verán principalmente cuando comience a bajar la tasa de inflación, a partir del segundo y tercer trimestre de 2016”. 

Según agregó Muñoz, febrero va a ser un mes de alta inflación, tras el salto devaluatorio, y marzo es un mes en el que estacionalmente los precios suben. “Si a partir de abril la inflación empieza a ser inferior al 2% mensual, habría motivos para el optimismo. Se habrían encarrilado las variables macro para que en la segunda mitad del año volvamos a crecer”. Pero el analista entiende que las tasas altas van a ser necesarias: “El Gobierno no tiene muchas herramientas antiinflacionarias”, precisó.

Pérez coincidió en que, “sin duda, la estabilización de la inflación tendrá algún costo en la transición en la actividad económica, pero es lo que se requiere para recuperar el crecimiento económico. Acá la política monetaria se pone al servicio de la lucha contra la inflación”.

En esa transición, el ex funcionario estimó que el sector financiero tendrá “más pesada la cartera, con menos crédito en el corto plazo, porque la gente también va a demandar menos préstamos con esas condiciones. Los bancos, en la medida que tengan capacidad prestable ociosa, la aplicarán en el BCRA”.

Una apertura sin sobresaltos
 

Los entrevistados también se refirieron a la apertura del cepo cambiario, una medida que se tomó conjuntamente con la liberalización de las tasas de interés y que también apunta en la dirección de un mercado financiero desregulado.

“Estoy gratamente sorprendido con el levantamiento del cepo y su desenlace”, dijo Muñoz. “Prat Gay-ministro de Hacienda y Finanzas- y Sturzenegger siguieron un camino que no era el del consenso de la profesión y les salió bien. El levantamiento del cepo era el primer paso, imprescindible para desbaratar los líos que había”.

“Tal vez hubiera avanzado más gradualmente-señaló Pérez-, pero los resultados han sido bastante satisfactorios. Las salidas podían ser más intensas o más graduales. Esta se pareció bastante a lo prometido por el candidato Macri. Cada maestro con su librito”.

“Con el stock de importaciones han sido graduales, pero no con la posibilidad de comprar 2 millones de dólares por mes. Los obliga a ser más cuidadosos en el mix tipo de cambio y tasa de interés y a no dejar pasar mucho tiempo en realizar cambios adicionales, con un programa monetario, un programa financiero y un nuevo presupuesto nacional”, agregó el economista.

Notas relacionadas

Share This