El escenario que visualizamos es una recuperación gradual que va a estar marcada por la baja de la inflación, la cual permitirá que se consolide una recuperación del salario real que traccionará el consumo privado a partir del tercer trimestre, y estará condicionada por el segundo aumento de las paritarias. Para acelerar el crecimiento, el Gobierno tendría que estimular las exportaciones, pero con el actual tipo de cambio se hace difícil. Esto nos lleva a pensar que este año va a cerrar con una caída de 3,91% en el PBI. El despegue “en serio” lo vemos para el segundo trimestre de 2025.
Actualmente, la inflación se ha ido estabilizando y se presenta una nueva etapa, donde los precios podrían ser (tienden a ser) consistentes con el manejo económico. En ese sentido, hay dos puntos importantes a tener en cuenta: ¿cuál sería la devaluación mensual de equilibrio para que estén dadas las condiciones de unificación? y ¿cuál sería el salto cambiario esperado? Para responder a esto, consideremos que el ritmo del 2% mensual del crawling peg activo debería ajustarse a un ritmo más cercano a la tasa de inflación, para que los costos de producción en dólares no se inclinen a crecer a niveles que desalienten las actividades de exportación y sustitutivas de importaciones, y coloquen en riesgo el superávit comercial alcanzado luego de que se agoten las divisas generadas por la cosecha y stocks de insumos importados.
Hace décadas que la Argentina tiene un problema recurrente de inflación alta generado, en parte, por la tendencia de sus gobiernos de imprimir dinero para financiar su alto déficit fiscal. Este Gobierno ha prometido frenar la emisión y establecer una inflación baja. Teniendo esto en mente, visualizamos que de cara al segundo semestre hará foco en mantener los precios bajos y diseñar un plan de ajuste estructural monetario.
Con respecto a la inflación, si bien muestra una tendencia decreciente, en junio esta tendencia se revierte con un IPC de 4,6% de variación mensual y 79,8% interanual. Vemos un acomodamiento en julio (3,8%) debido a varios elementos: moderación de tarifas de energía, transporte, gasoil y nafta, componentes, como alimentos, en las primeras semanas estuvieron bastante planchados, aunque después aumentaron por las heladas. Esto podría darse temporalmente, ya que el Gobierno tiene pendiente la disminución de subsidios para agosto.
Mantener el superávit en los actuales niveles no va a ser sencillo porque la recesión afecta a la recaudación impositiva. De hecho, las recaudaciones de marzo y de abril tuvieron importantes caídas en términos reales, esta tendencia se revirtió en mayo, donde se observó que ascendió a 13,3 billones de pesos, con especial relevancia del impuesto a las ganancias y el impuesto país. La recaudación cayó cerca de un 10% en julio, lastrada por la recesión. El problema es la promesa de bajar el impuesto PAIS: si se computa la anunciada baja de ese tributo, el mes que pasó, la recaudación hubiera caído un 15%.