Un Banco Central con el que se puede dialogar
Daniel Llambías, presidente de ADEBA Si bien encontramos un Banco Central que liberó en gran medida el mercado y busca la competencia por parte de los bancos, mantuvo algunas cosas que realmente están perjudicando al sistema financiero, sin que se genere una ayuda realmente palpable y clara para los tomadores de créditos. El cambio de […]

27 Dic, 2016

Daniel Llambías, presidente de ADEBA

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Si bien encontramos un Banco Central que liberó en gran medida el mercado y busca la competencia por parte de los bancos, mantuvo algunas cosas que realmente están perjudicando al sistema financiero, sin que se genere una ayuda realmente palpable y clara para los tomadores de créditos.

El cambio de Gobierno era algo muy esperado por el sector financiero, que en los últimos 12 años sufrió en forma creciente un proceso de intervención en el negocio por parte del Banco Central (BCRA), no con fines regulatorios sino evidentemente políticos. La regulación avanzaba. No se veía en los balances de los bancos, pero lo cierto es que en los últimos tiempos del kirchnerismo, prácticamente el 80% de los créditos que otorgaban los bancos estaba sujeto a tasas reguladas de alguna manera.

Este año fue un buen año, principalmente porque pasamos a tener un Banco Central con el que se puede dialogar, mientras que con la administración anterior el diálogo era nulo y el nivel de confrontación, alto.

De todos modos, si bien encontramos un BCRA que liberó en gran medida el mercado y buscó la competencia por parte de los bancos, mantuvo algunas cosas que realmente están perjudicando al sistema financiero, sin que se genere una ayuda realmente palpable y clara para los tomadores de créditos. Por ejemplo, hoy las tasas de interés de préstamos personales y otro tipo de créditos son libres, pero no así las de Línea de Crédito para la Inversión Productiva (LCIP), que este gobierno decidió mantener a una tasa subsidiada. Para el primer semestre del año próximo, esta línea va a representar el 25% de los préstamos otorgados en el sector. Esto tiene que ver con que si bien la nueva reglamentación dice que se debe asignar el 18% de los depósitos otorgados a esta línea, si se tienen en cuenta los encajes, eso llega al 25% de los depósitos. Sin embargo, la demanda de crédito sigue siendo bajísima y los bancos terminan colocando el dinero en compra de cheques, que no es inversión.

Entre las cosas positivas que se han hecho, se encuentra la nueva política en materia de sucursales. La anterior administración había prohibido la apertura de sucursales. Esto no es un eufemismo, no había manera de sobrepasar las normativas que ponía el regulador.
En 2016 eso se liberó totalmente. ¿Qué otra cosa podemos pedir? Que los bancos abran nuevas sucursales genera más empleo y están más cerca de la gente. Argentina tiene una baja bancarización en términos de población, de sucursales, de cajeros automáticos y la verdad es que la expansión de las redes de los bancos es necesaria para captar nuevos clientes. La cercanía es fundamental. Las redes de sucursales serán necesarias hasta que llegue la maduración de la banca digital. Por ejemplo, los clientes pymes todavía van mucho a la ventanilla del banco.

Por otro lado, en aras de la competencia, le han sacado algunos negocios a los bancos, como por ejemplo el cobro del seguro de vida sobre saldo deudor. El argumento del BCRA es transparentar el sistema. Hubo un impacto real en la rentabilidad, aunque es difícil de mensurar, porque los bancos tienen distintas estructuras.

El año que viene los bancos deberán replantearse varias cosas. La rentabilidad va a caer por el aumento de la LCIP, los márgenes más ajustados, la pérdida de algunos ingresos y una situación económica que no permite actualizar las comisiones al nivel del crecimiento de la inflación. Por lo tanto, los bancos van a tener que ser muy creativos, dándole muchos más productos a los clientes y generando más principalidad con ellos.

En paralelo, creo que vamos a ver un sistema financiero prestando más en pesos, al ritmo de la baja de tasas de las Lebac. También veremos al crédito en dólares con alta demanda en sectores vinculados a la exportación, porque la estabilidad del tipo de cambio va a ser la que dice el presupuesto. No hay ninguna razón para que se dispare la moneda americana.

En definitiva, avanzamos hacia un 2017 con más desafíos para el sector bancario, pero con más libertad y con la posibilidad de una libre competencia entre los bancos, que es fundamental para un sistema financiero saludable.

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