¿Vuelve el atraso cambiario?
Un vicio argentino Mes tras mes se vienen diluyendo las ganancias que la salida del cepo cambiario y la devaluación le habían generado al sector de bienes transables de la economía. Se espera que esta situación continúe en los próximos meses y que el año que viene el tipo de cambio real vuelva a ubicarse […]

14 Oct, 2016

Un vicio argentino

Mes tras mes se vienen diluyendo las ganancias que la salida del cepo cambiario y la devaluación le habían generado al sector de bienes transables de la economía. Se espera que esta situación continúe en los próximos meses y que el año que viene el tipo de cambio real vuelva a ubicarse en un nivel similar al de comienzos del mandato de Mauricio Macri.

El gobierno de Mauricio Macri salió del cepo cambiario y devaluó la moneda un 55% en términos nominales. Pero, a poco menos de un año del inicio del mandato, la alta inflación se comió gran parte de la competitividad ganada. Pese a haber adoptado un esquema de tipo de cambio flotante con intervenciones del Banco Central (BCRA), volvió el estigma del atraso cambiario. Después de sufrir dos devaluaciones en dos años, la competitividad vuelve a estar en la preocupación de las empresas que producen bienes transables.

Según calculó la consultora Economía & Regiones (E&R), el tipo de cambio real se encontraba en 0,98 pesos antes de la liberalización del cepo cambiario. Con la unificación cambiaria, saltó a 1,32 pesos y luego, dado que la inflación ha sido mayor que la depreciación nominal, se apreció hasta 1,16 pesos. La firma espera que el deterioro continúe: con una inflación en 2016 de un 42% y un tipo de cambio nominal en torno a 15,8 pesos a fin de año, el tipo de cambio real se abarataría hasta 1,11 pesos.

“Creo que el gobierno de Macri tiene logros realmente para remarcar, pero tengo reparos ante la política antiinflacionaria y la fiscal”, dijo el economista José Luis Espert. “El Gobierno se equivocó en el apretón monetario tan fuerte. Si ponés una tasa de interés como la que pusiste, es imposible que en el corto plazo no tengas atraso en el tipo de cambio después de haber devaluado. Se quiere bajar la inflación sin ajuste fiscal, por eso la consecuencia del atraso cambiario”, agregó.

“El financiamiento del déficit fiscal con deuda te atrasa el tipo de cambio. Si el Gobierno pretende repetirlo de manera infinita, es insostenible. Porque en el año en el cual el Gobierno arranca, el déficit fiscal es 50% más alto en pesos y medio punto más alto en PBI y el financiamiento del déficit cambió a deuda externa. Ya sabemos cómo termina la repetición infinita”, advirtió.

El Banco Central le puso un límite a la emisión monetaria para financiar al fisco en 160 mil millones de pesos este año y quitó el excedente de pesos en el mercado endeudándose con letras a corto plazo (Lebacs). La autoridad monetaria le puso tasas de interés altas a las letras para contener la inflación que se disparó por los ajustes de los precios relativos.

“Entiendo que no es la política del actual Banco Central dejar que el dólar aumente por debajo de la inflación, ni tampoco que lo haga por encima de ella. No es esa política la de establecer un valor predeterminado del tipo de cambio real, sino que este valor cambie en respuesta a cambios reales o financieros que experimente la economía”, dijo Adolfo Sturzenegger, profesor en la Universidad Nacional de La Plata y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.

“Es cierto que en los últimos meses el valor nominal del dólar se movió por debajo de la inflación, como consecuencia de un pass through tal vez más elevado que el esperado inicialmente y por el mayor endeudamiento nacional, provincial y privado en dólares que está contrayendo el país, pero esas son las reglas del nuevo juego cambiario”, agregó.

A pesar de los esfuerzos que se vienen realizando en materia monetaria, no viene sucediendo lo mismo en el ámbito fiscal. El Gobierno no pudo avanzar en esta área como se esperaba, sea por la herencia social recibida o por la falta de decisión o de apoyo político. No pudo aprovechar la luna de miel para recortar el gasto público y decidió incrementar el financiamiento del rojo fiscal con deuda. El déficit primario cerrará el 2016 en un 4,8% del PBI y alcanzará un 4,24% en 2017, según lo que presupuestó el gobierno.

Al igual que Espert, Ricardo López Murphy, economista de FIEL, sostuvo que el atraso cambiario “surge del déficit del sector público financiado con endeudamiento”.

Según el ex ministro de economía, el Gobierno debería “corregir la mezcla de política fiscal y monetaria actual, porque un déficit tan elevado compromete el empleo, las exportaciones y la inversión. La clave de nuestro crecimiento futuro es elevar estos tres elementos sobre su tendencia histórica”.

En definitiva, coinciden en que con un sistema cambiario de libre flotación, en el que el tipo de cambio es un precio más en la economía y, por lo tanto, traslada información a los privados, lo que se haga en materia de política fiscal y monetaria se refleja en la cotización del dólar.

Aumentan las dificultades del sector de bienes transables

El sector de bienes transables de la economía ya viene sintiendo la pérdida de competitividad externa, lo que genera dificultades para exportar y favorece a las importaciones sobre los productos locales.

Para López Murphy, el atraso cambiario se siente con intensidad en el sector de turismo receptivo (en junio, la cantidad de turistas que visitaron el país cayó 7,3% interanual), también en las economías regionales y en todo el sector manufacturero e, incluso, en la cadena de valor del agro pampeano.

La corrección cambiaria y la quita (o baja) de retenciones no alcanzaron para que las economías regionales compensen la elevada presión tributaria y las altas tasas de interés y costos laborales.

“Las economías regionales son las más sensibles a las apreciaciones reales del peso. Esto es así porque en sus funciones de producción la intensidad de uso de insumos no transables es muy alta. También las pymes productoras de transables son más sensibles que las empresas más grandes, porque son más intensivas en el uso de mano de obra, un factor de la producción eminentemente no transable”, puntualizó Sturzenegger.

Espert, por su parte, indicó que hay perspectivas de una recuperación económica de corto plazo, porque la economía volverá a crecer en 2017 y bajará la inflación. Entiende que la industria automotriz y metalmecánica van a estar mejor, porque comenzarán a arrancar la economía de Brasil y el sector de alimentos, además el salario real va a dejar de caer.

Por lo pronto, ya comienzan a alzarse voces sobre la pérdida de competitividad y el sector privado le pide al Gobierno que la compense con rebajas impositivas y mejoras en la infraestructura, las leyes laborales y los marcos regulatorios, entre otras demandas.

La demorada inversión privada, en la que el Gobierno está apostando fuertemente para encarrilar la economía a lo largo de su mandato, también puede verse afectada por el creciente atraso cambiario.

“Un dólar sobrevaluado disminuye el proceso de inversión, porque implica un sobrecosto para el futuro en la evaluación de erogaciones de capital por parte del sector privado”, explicó López Murphy.

Lo mismo consideró Espert: “El atraso cambiario no es pro inversor. Pero que no haya lluvia de dólares no sólo es consecuencia del atraso cambiario, sino también de los sindicatos y de la falta de ajuste de las tarifas”.

Algunas empresas, de todos modos, pueden aprovechar el dólar barato para importar bienes que mejoren su estructura productiva.

“En un momento en que el país contrae nueva deuda y existe un clima inversor con mayor confianza, un tipo de cambio real más bajo es una oportunidad para que, con tal deuda y con tales inversiones, se compre en el exterior nueva capacidad instalada y nueva tecnología a precios más baratos que los de hace algunos meses”, dijo Sturzenegger.

Aunque reconoció que “siempre habrá empresarios que pidan más depreciación real de nuestro peso para resolver sus problemas de competitividad”.

Una caída que continuará en los próximos meses

Los entrevistados coinciden en que el tipo de cambio real continuará cayendo en los próximos meses, repitiendo una vieja propensión de la economía argentina que puede tener importantes consecuencias de cara al futuro.

Espert entiende que la política que sigue el Gobierno después de la devaluación es pro atrasar el tipo de cambio. Estimó que a mediados de 2017 se habrá extinguido el efecto de la devaluación y el valor del dólar será parecido, a precios constantes, al de noviembre de 2015. Porque calculó una inflación superior al 40% anual a diciembre de este año y otro 10% a junio del año que viene: “50% es el aumento del dólar y se va a mover poco este año”.

“No sé si persiguen el atraso cambiario de manera deliberada para bajar la inflación, pero la consecuencia, probablemente no deseada, es el atraso del tipo de cambio”, agregó.

López Murphy tampoco cree que el Gobierno vaya a corregir la tendencia negativa del tipo de cambio real porque “surge de la combinación de la política monetaria dura y la política fiscal blanda que las autoridades eligieron. Y, por lo tanto, tampoco podrá compensar sus efectos en la competitividad”.

Por este motivo, el economista prevé que la economía argentina se dirige a repetir otro proceso de atraso cambiario como los del pasado.

“El atraso cambiario es endógeno, surge de la combinación de políticas elegidas. Lo determinan las políticas fiscal y monetaria. Ya tuvimos en varias experiencias del pasado esa combinación, que surge del problema de financiar un inmenso gasto público a través del endeudamiento. Un cambio requiere modificar, esencialmente, el nivel de erogaciones públicas y, subsidiariamente, la meta inflacionaria”, explicó.

E&R también estima que el dólar se seguirá abaratando en términos reales en el 2017, porque la inflación le seguirá ganando a la depreciación nominal. Estimó que el tipo de cambio nominal se alojará en el rango de 17,1 a 17,9 pesos a diciembre de 2017, por lo que el tipo de cambio real se ubicaría en 1,06 pesos.

La razón de que esto suceda es que descuenta que la política fiscal expansiva será más agresiva el año que viene respecto de este año (el Gobierno presupuestó un déficit de 4,2%, por encima del 3,3% fijado inicialmente), en parte, porque se espera que la obra pública finalmente despegue en 2017. En consecuencia, entiende que la meta de inflación que fijó el gobierno, de entre 12% y 17%, también será difícil de cumplir y estima una suba de precios del 20%.

Diego Giacomini, economista de esta consultora, puntualizó que “la política fiscal expansiva y la obra pública financiadas con endeudamiento externo no sólo obstaculizan la desaceleración de la inflación, sino que también tienden a ponerle un techo bajo al dólar nominal, contribuyendo a que se abarate en términos reales”.

Frente a este panorama, Sturzenegger consideró conveniente tomar medidas compensatorias para lo que calificó como una “apreciación circunstancial”, que “es el reflejo de situaciones económicas y financieras cambiantes”.

En línea con un trabajo que realizó para el Banco Mundial, el profesor de la Universidad Nacional de La Plata sugirió mejoras impositivas y crediticias. Por ejemplo, para el caso de la producción de peras y manzanas, sostuvo que se podría aplicar una reducción de los impuestos al trabajo pari passu con la apreciación real y, en el caso de las pymes productoras de bienes transables, se podría apoyarlas con una adecuada política crediticia.

Señaló, además, que “si la apreciación real se utiliza para comprar bienes de capital y tecnología importados a los bajos precios que tal apreciación permite, el endeudamiento que se contraiga podrá servir en el futuro sin ningún problema parecido a situaciones pasadas”.

Por su parte, Giacomini destacó que “para solucionar el problema, el Gobierno tiene que hacer algo que no está dispuesto a hacer: bajar el gasto público 10 puntos porcentuales, la presión tributaria 10 puntos, el costo del capital a la mitad y mejorar la relación del costo salarial después de impuestos con la productividad del trabajo. Lo que mata la competitividad de las empresas es esto, no el dólar”.

Para el analista, si no se realizan estos cambios, se corre el riesgo de intentar ganar competitividad otra vez con el tipo de cambio nominal en el futuro, algo que prevé que puede suceder en 2018. “Si no baja la relación gasto público/PBI, la presión fiscal récord, la inflación, el riesgo país y el costo del financiamiento, la apreciación cambiaria terminará ahogando nuevamente al sector real de la economía”, advirtió.

Un dólar que seguirá perdiendo contra la inflación

Cuadronotatapa

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