En el año 1997 la recaudación tributaria total del sector público argentino (Nación, provincias, CABA y municipios) representaba el 21,1% del PIB. Esta cifra se mantuvo relativamente estable hasta el año 2002.
A partir del mínimo de la serie registrado en ese año (20,2% del PIB), se observa una trayectoria ascendente constante que alcanzó su punto más alto en 2015, cuando llegó al 34,2% del PIB. Esto equivale a un aumento de 14 puntos porcentuales (p.p.) del PIB en un lapso de 13 años.
Posteriormente, la presión tributaria efectiva descendió 3,1 puntos porcentuales, y se situó en el 31,1% del PIB en 2019. Desde entonces ha mantenido valores muy cercanos a este nivel.
Se proyecta que llegaría al 31,9% del PIB a finales de 2023, es decir, que puede terminar 2,3 puntos porcentuales del PIB por debajo de la máxima del año 2015. En efecto, recientemente no ha habido una suba significativa de presión tributaria agregada.
¿Qué enseñanza deja la evolución de la estructura tributaria entre los años 1997 y 2023?
En el año 1997 la presión tributaria efectiva consolidada era del 21,1% del PIB, con una participación del 56% de tributación indirecta (11,8% del PIB) y una participación del 44% de tributación directa (9,3% del PIB).
Luego, entre 1997 y 2002 se dio una baja de la presión total, un mantenimiento de la presión indirecta y una baja de la directa. Por lo tanto, la participación de la tributación directa en la estructura tributaria cayó al 40%.
Si se observa la evolución de la presión tributaria total, se ve que después de 2002 comenzó un sendero de aumento constante hasta el año 2015. Dentro de la misma, la tributación indirecta subió hasta el 17,3% del producto y la directa al 16,8%, es decir, tuvieron aumentos del 46% y 80%, respectivamente. Lógicamente, como el aumento de la tributación directa fue mayor que la indirecta, la participación de la primera aumentó. De una participación inicial del 44% en 1997 subió hasta el 49% en 2015. En consecuencia, el gran aumento de la presión tributaria efectiva entre 1997 y 2015 fue llevado a cabo en su mayoría por tributación directa.
Posteriormente, entre 2015 y 2023, la presión tributaria efectiva total descendería 2,3 puntos porcentuales del PIB, dado que la presión efectiva indirecta aumentaría 0,5 p.p. y la directa caería 2,8 puntos. Como resultado, la estructura tributaria cambió: la carga indirecta aumentó su participación desde el 51% hasta el 56% y la directa retrocedió desde 49% a sólo el 44%, igual participación que la que tenía en 1997.
En conclusión, entre 1997 y 2023 la presión tributaria efectiva total aumentaría casi 11 puntos porcentuales del PIB, y la estructura tributaria se mantendría prácticamente igual que al inicio. Es interesante destacar que en ningún momento del período se logra que la presión tributaria directa supere a la indirecta.
La enseñanza que queda es que en Argentina la presión tributaria subió de la mano de una mayor participación de los tributos directos y bajó de la mano de una menor presión tributaria directa. Obviamente, lo contrario corre para la participación de los tributos indirectos. Cuando subió la presión tributaria, bajó la participación de los indirectos y, viceversa.
Argentina tiene el gran desafío de aumentar la progresividad efectiva de su estructura tributaria, puede determinar un nivel de presión tributaria integral compatible con un nivel de desarrollo económico que goce de un amplio consenso social.
Argentina y su gran desafío de aumentar la progresividad tributaria
En el año 1997 la recaudación tributaria total del sector público argentino representaba el 21,1% del PIB.
19 Sep, 2023
Nadin Argañaraz, Federico Cerrito