Avances en algunas áreas y resultados no deseados
Para 2017, se anunció el programa de reparación histórica, de inversión pública, el blanqueo de capitales y la economía sólo crecerá 3%. ¿Qué queda para después, para el futuro? Tiró toda la artillería para crecer el año que viene, pero no se sabe después cómo va a seguir. En el primer año de gestión de […]

27 Dic, 2016

Para 2017, se anunció el programa de reparación histórica, de inversión pública, el blanqueo de capitales y la economía sólo crecerá 3%. ¿Qué queda para después, para el futuro? Tiró toda la artillería para crecer el año que viene, pero no se sabe después cómo va a seguir.

En el primer año de gestión de Mauricio Macri hubo avances en algunas áreas y otros resultados que no fueron los deseados. El Gobierno avanzó rápido en modificar el mercado cambiario y en salir del default de la deuda, dos medidas que eran necesarias. Y lo hizo en forma de shock.

En cambio, en materia de tarifas, tomó decisiones que fueron graduales, porque no se cubrían los costos plenos, pero parecían de shock por la magnitud de los aumentos. Y hubo desprolijidades, como no convocar a las audiencias públicas en su debido tiempo, o pasarse el primer semestre dando malas noticias. Eso generó ruido. En materia de política fiscal se decidió, en principio, por un enfoque gradual que pasó a ser de inacción fiscal y que dejó todo para más adelante. Con el gradualismo, es necesario que el Gobierno muestre que está avanzando, no retrocediendo, y en materia fiscal muestra un aumento del gasto y una baja del ingreso.
La pregunta que surge entonces es qué moverá la economía en 2018. El año que viene, debería recuperarse, después de un 2016 malo, pero en algún momento el Gobierno tendrá que aplicar una política fiscal contractiva. Para 2017, se anunció el programa de reparación histórica, de inversión pública, el blanqueo de capitales y la economía sólo crecerá 3%. ¿Qué queda para después, para el futuro? El Gobierno exageró su falta de poder político al principio y ahora está metido en un baile. Tiró toda la artillería para crecer el año que viene, pero no se sabe después cómo va a seguir.

Y si en algún momento no aplica una política fiscal contractiva, va a haber cada vez más dudas sobre la viabilidad de financiar un déficit fiscal que no baja, con un endeudamiento cada vez más alto, en un escenario internacional distinto, con la gestión de Donald Trump en Estados Unidos.

El Gobierno ha reconocido que la herencia era peor que lo que imaginaba, pero no ha avanzado en materia fiscal ni en una agenda estructural que incluya metas fiscales y la legislación laboral. Ha agravado el problema fiscal, porque ha aumentado los gastos, y la oposición sigue la misma tónica. Y en materia estructural, salvo por el programa de inversión pública, que recién está tomando combustible, se parte de una situación que era muy mala y se está haciendo poco para cambiarla. No se puede esperar que la gente venga a invertir. El Gobierno tendría que haber sido más amarrete en aumentar el gasto: devolver el dinero de Anses a tres provincias, no a las 23, y pagar la reparación histórica a 400 mil jubilados que hicieron juicio, no a 2,4 millones. La Argentina tiene una presión tributaria altísima y un déficit fiscal alto. La cuestión es quién se dedica a bajar el gasto respecto del PBI.

Por otra parte, la política monetaria ha dado sus frutos, pero la pregunta es si el Gobierno no se puso objetivos ambiciosos de inflación mientras no hace nada en el plano fiscal. Eligió un mix de política fiscal blanda, política monetaria dura y endeudamiento en el exterior que lleva al atraso cambiario y este es uno de los motivos que demoran las inversiones.

La pregunta es qué pasa si el Gobierno pierde las elecciones de medio término y, si las gana, cuándo va a hacer la tarea. Porque la situación fiscal está peor que al inicio de su gestión.

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