El cambio climático y sus efectos son ya una realidad que afectan directamente a nuestra sociedad. Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), el año 2023 fue el año más caluroso desde que se tienen registros, se alcanzó una anomalía de temperatura de + 1,35 ºC con respecto el promedio del periodo entre 1850 y 1900.
Además, los últimos diez años se sitúan en el top 10 de años más calurosos. En la última década, ha habido un aumento en la frecuencia de episodios climáticos extremos, como inundaciones, olas de calor, incendios forestales, aumento del nivel del mar, entre otros. El aumento de estos episodios naturales sumados a la degradación medioambiental antropogénica está provocando una crisis social, ambiental y económica.
Los efectos del cambio climático son una de las causas principales del empeoramiento del hambre, la pobreza, las desigualdades y la migración. Con respecto a esta última, el cambio climático está provocando desplazamientos humanos masivos. Según el informe anual del Internal Dispalcement Monitoring Center (IDMC), en el año 2020 las personas desplazadas por desastres en el mundo fueron 30,7 millones, repartidas en 104 países en todos los continentes. Las causas fueron diversas, pero la gran mayoría fueron consecuencia de tormentas, ciclones, huracanes, tifones e inundaciones.
Además, el cambio climático provocado por el calentamiento global está afectando a todos los ecosistemas del mundo a un nivel alarmante, desajusta el equilibrios clave del planeta y convierte el mundo en un lugar más inseguro. Los episodios climáticos son cada vez más intensos, más imprevisibles y con una mayor área de afectación. Según el Swiss Re Institute, en el año 2023 hubo un total de 142 catástrofes naturales extremas, un récord histórico. Este dato de episodios representa un incremento del 90 % en comparación con el promedio de los últimos cinco años y el doble de la cifra de los diez años previos.
Los riesgos relacionados con los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG o ESG en inglés) cada vez tienen mayor relevancia.
El impacto económico negativo del cambio climático afecta de lleno a los países, a las empresas y a la población, les causa a todos grandes pérdidas económicas. Los riesgos relacionados con los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ASG o ESG en inglés) cada vez tienen mayor relevancia.
En el último Informe de riesgos globales 2024 publicado por el World Economic Forum (WEF) se presentan los resultados del Global Risks Perception Survey-GRPS, donde se recogen las respuestas de casi 1.500 expertos globales en relación con el análisis de los riesgos globales a través de tres marcos temporales: actual, a dos años y a diez años.
Riesgos a corto plazo
Entre los principales riesgos a corto plazo, en segundo puesto se encuentran los eventos climáticos extremos. A diez años vista, sin embargo, el riesgo de eventos climáticos extremos sube a la primera posición, acompañado de otros riesgos ambientales más: cambios críticos de los sistemas de la tierra, pérdida de biodiversidad, colapso de los ecosistemas, y la escasez de recursos naturales, ocupan el top 4 del ranking.
Además, la perspectiva predominante para el mundo en los próximos años es negativa. Más de la mitad de los encuestados (54 %) anticipa cierta inestabilidad y un moderado riesgo de catástrofes globales a corto plazo, mientras que otro 30 % espera condiciones aún más turbulentas.
Si analizamos los riesgos con más detalle y enfocado a los negocios, según el estudio Allianz Risk Barometer 2024, los riesgos relacionados con las catástrofes naturales y el cambio climático se encuentran en tercera y séptima posición del ranking respectivamente. Sin embargo, si nos fijamos en Argentina, las catástrofes naturales desaparecen del top 10 del ranking y solamente aparece el cambio climático (séptima posición) y los riesgos ambientales (décima posición).
Reclamos millonarios
Entre estos grupos de interés principales se encuentran las compañías aseguradoras que, debido a los episodios climatológicos y geológicos extremos, han tenido que hacer frente a costos millonarios reclamados por sus asegurados. Según el Swiss Re Institute, a escala global, ya son cuatro años seguidos que los daños asegurados han supuesto reembolsos por importes superiores a los 100.000 millones de dólares. Además, está previsto que los daños económicos por eventos catastróficos puedan duplicarse en una década.
Esta nueva coyuntura está provocando un aumento de las primas para equilibrar los sobrecostos. Según la reaseguradora Marsh, los seguros comerciales llevan 26 trimestres al alza. Este aumento de precio está provocando que los seguros sean cada vez menos asequibles, por lo que la población y las compañías con menos poder adquisitivo tendrán más dificultades para cubrirse ante este incremento de riesgos e impactos negativos.
El cambio climático y sus consecuencias están convirtiendo este mundo en un lugar más inseguro y con mayores riesgos, donde el poder adquisitivo tiene un papel primordial a la hora de protegerse ante las consecuencias negativas, y las comunidades más pobres son las más vulnerables. Si no se toman medidas preventivas de adaptación y de corrección, nos veremos abocados a un mayor empobrecimiento de nuestras sociedades.
“Tsunami” regulatorio
Ante este futuro tan negativo, los principales organismos y entidades internacionales llevan años trabajando para mitigar estos riesgos y adaptarse al nuevo escenario al que nos enfrentamos.
Muestra de ello es el “tsunami” regulatorio en sostenibilidad que existe en las últimas dos décadas, liderado por la Unión Europea dentro de su plan estratégico European Green Deal o también conocido como el “Pacto Verde Europeo”.
Gran parte de esta nueva normativa está focalizada en el reporting. En materia de sostenibilidad, este se ha convertido en una norma para muchas compañías públicas y privadas, debido al aumento de la demanda de esta información por parte de los diferentes grupos de interés.
La forma en la que las compañías se enfrentan a los riesgos se ha convertido en un aspecto clave para garantizar su viabilidad a largo plazo. Conscientes de la importancia que tiene el entorno en el desarrollo económico de las compañías, las nuevas regulaciones en sostenibilidad están obligando a analizar las compañías bajo la perspectiva de la doble materialidad: materialidad de impacto y materialidad financiera.
La materialidad de impacto es conocer cómo afecta tu desarrollo económico y operativa al entorno, es decir, los impactos, tanto negativos como positivos, al medio ambiente y a la sociedad: consumo de recursos, contaminación, emisiones, por ejemplo. Por el contrario, la materialidad financiera, lo que pretende es conocer cuáles son los impactos del entorno y cómo afectan al desarrollo económico de la compañía y a su viabilidad a largo plazo para poder gestionarlos.
El ejercicio de transparencia en materia de sostenibilidad se ha convertido en un tema esencial. Los grupos de interés quieren saber cuáles son los riesgos identificados para la compañía, cómo los va a afrontar, qué objetivos tiene y cómo los está midiendo.