Deuda pública: el desafío del próximo gobierno
Deuda pública En busca del superávit   Preocupa la sostenibilidad de la deuda soberana, que pesa más del 80% respecto del PBI.   La deuda pública argentina se acerca a un 90% del PBI y nuevamente el país se debate sobre qué hacer para refinanciar los pasivos. Además cuando el mercado se cierra para la […]

29 Jul, 2019

Deuda pública

En busca del superávit

 

Preocupa la sostenibilidad de la deuda soberana, que pesa más del 80% respecto del PBI.

 

La deuda pública argentina se acerca a un 90% del PBI y nuevamente el país se debate sobre qué hacer para refinanciar los pasivos. Además cuando el mercado se cierra para la Nación también lo hace para las provincias, que aumentaron su endeudamiento hasta el 43% de sus ingresos totales, según la consultora LCG.

En plena campaña electoral, los economismas analizan los planes para volver a alcanzar un superávit primario y recuperar el crecimiento económico vía exportaciones.

Guido Lorenzo, economista Jefe de LCG, resaltó la necesidad del crecimiento: “La medida de deuda sobre PBI depende de que crezca el país y la tasa de interés que pague. Y del superávit o déficit fiscal. Actualmente no hay crecimiento económico y la tasa es alta. No luce bien la sostenibilidad de la deuda. De los tres factores, el crecimiento es el más relevante porque es la única forma de licuar la deuda. La tasa la controla el mercado. Y hay chances con esta administración de ir a superávit primario en 2020”.

“La clave pasa por generar crecimiento económico. Para que la deuda empiece a bajar en términos de PBI, el crecimiento debería estar por encima del 2,5% anual, dado un riesgo país debajo de 600 puntos básicos. Sin crecimiento no se puede compensar con superávit fiscal, por más que se genere un ajuste. Lo que además es contraproducente porque contrae la economía”, agregó Lorenzo.

Gabriel Rubinstein, titular de la consultora que lleva su nombre, añadió: «Aun sin superávit primario en 2020, la deuda se estabiliza en un 46% del producto. Para muchos países este nivel sería más que tolerable. Hay países que tienen calificación crediticia AAA y cuentan con datos peores. Es relativo porque tiene que ver con la percepción de los mercados”. Y ejemplificó: “Con el nivel de tasas actuales, el país está en una situación complicada, porque nadie le quiere prestar y tiene dificultades para renovar la deuda. La sustentabilidad de la deuda depende de cuestiones muy asentadas en lo político. Que el nuevo gobierno tenga la suficiente autoridad, aprobación y consenso para lograr bajar el riesgo país con diferentes acciones y tender a un superávit primario tal que pueda ir pagando parte de los intereses”.

Para Juan Luis Bour, economista jefe de Fiel, la sostenibilidad de la deuda depende de que mejore la posición fiscal del país y de las tasas de interés que paguen. 

“Bajo la convergencia a un superávit primario de 2% o más se tiene chances de estabilizar la deuda sobre el PBI. Sobre la tasa de interés, al convertir la deuda con el FMI, en la medida que se reemplace deuda más cara por más barata, mejora los indicadores. Y el crecimiento de la economía facilita el resultado fiscal y puede facilitar la sostenibilidad de la deuda”, sostuvo.

Y añadió que si el país alcanza “una posición fiscal más sólida”, puede hacer frente a servicios de la deuda que alcanzarán entre 3,5 y 4% del PBI en los próximos cuatro años. “Se necesitaría financiamiento por 2% del PBI, y eso es normalmente financiable con entrada de capitales”, explicó.

También añadió que el PBI también tiene que crecer para bajar el peso de la deuda. “Si el equilibrio fiscal se logra con impuestos altos, se mata la recuperación y afecta la tasa de crecimiento y, por lo tanto, la tasa de interés que se paga es más alta que el crecimiento. Se tendrá que bajar el gasto público y eso requiere varias reformas, porque el gasto en capital ya se recortó mucho en los últimos dos años”, afirmó. Para el economista, se tiene que plantear que el gasto corriente, en salarios, pensiones y transferencias a las provincias, sea más chico. “La forma de reducir el gasto es pensar si el Estado tiene que gastar lo que gasta”, resumió.

 

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¿A qué se destina la deuda?

 

Cuando se analiza el uso de la deuda soberana las voces coinciden en que sirvió para el gasto corriente

 

Los expertos coinciden en que la mayor colocación de deuda que realizó el gobierno del presidente Macri fue para pagar el gasto corriente y financiar la estrategia de gobierno llamada «gradualismo» a la hora de reducir el déficit primario.

Ese mayor nivel de deuda elevó la cantidad de recursos tributarios que se destinan al pago de intereses y capital a un 85% en 2019, cuando era de un 38,9% en 2015, según la consultora LCG. Además, buena parte de la deuda quedó nominada en moneda extranjera, por lo que el ratio sobre las exportaciones está creciendo. 

Guido Lorenzo, economista Jefe de LCG, puntualizó: “Se tomaron más de 90.000 millones de dólares. Si no hubiera sido deuda, hubiera sido ajuste. La deuda se utilizó para pagar el gasto corriente. No fue un endeudamiento inteligente. La contracara es ahora un ajuste más fuerte y todo junto. La deuda se estaba tomando precisamente para evitar hacer ese ajuste”, expuso.

Para Gabriel Rubinstein, titular de la consultora que lleva su nombre, la deuda se relacionó con una estrategia fiscal gradual. “El gobierno heredó un déficit de 7% del PBI. Lo financió endeudándose con la idea de ir bajándolo. Funcionó dos años y después dejó de funcionar”, puntualizó.

El economista entiende que ahora el superávit primario tiene que ser no menor al 2% para que quede un remanente a financiar con deuda de 1 a 1,5% del PBI por un compromiso de intereses de 3 a 3,5% del PBI. “No hace falta que se llegue ahora, sino en 4 o 5 años”, añadió.

Además manifestó que ve difícil que en 2020 se logre el superávit primario del 1% pactado con el FMI y entiende que este año se llegará a un déficit del 0,5% del PBI. “Con una deuda del 50% del PBI y superávit primario del 2%, se puede ir bajando la deuda sobre el PBI. No es fácil de lograr porque es necesario recuperar alguna capacidad de crecimiento para afrontar las demandas sociales y políticas. Se tendría que hacer con consenso político. Que el FMI extienda los plazos”, opinó.

Juan Luis Bour, economista jefe de Fiel, en tanto, distinguió la calidad del gasto al que se destina el endeudamiento: “La deuda crece porque hay una factura que pagar. Me hubiera gustado que el gasto subiera en aquello que potencia el crecimiento. Crece en pensiones y gasto social y está bien por la situación transitoria por la recesión. Pero el gasto debería hacerlo en cosas más productivas. Lo que se ha hecho es bajar el gasto en capital”.

“El aumento de la deuda es porque se fueron recortando ingresos más que subiendo el gasto. Hoy el gasto es menor que en 2016 en términos del PBI, a pesar de la recesión. Se hizo algún esfuerzo. Hubo un aumento de la deuda porque al principio se quiso gastar en la devolución del dinero a las provincias y en el arreglo a los jubilados. El gasto recién bajó en los últimos dos años. Y se tomó deuda con prima de riesgo elevada”, dijo Bour.

Por su parte, Marina Dal Poggetto, directora de la consultora Eco Go, agregó que el gobierno pensó que el financiamiento iba a ser ilimitado para la Argentina y en 2017 se duplicó el déficit de cuenta corriente: “Eso explotó”. 

La economista señaló que el año pasado las reservas perdieron 16.811 millones de dólares y el endeudamiento neto con el FMI ascendió a 31.504 millones de dólares para financiar una fuga de capitales de 27.335 millones de dólares, un desarme de carteras de no residentes de 7.667 millones de dólares y cancelación de deuda con el mercado por 13.313 millones de dólares. Sin embargo, reconoció que parte de esa deuda financió gasto de capital, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires.

Además recordó que el gobierno de Mauricio Macri recibió una deuda con el mercado de 12,2% del PBI, que había elevado al 23,4% a fines de 2017 y calculó que la deuda total trepó al 86,2% a fines de 2018. 

Sin embargo sostuvo que no existe un problema de solvencia en términos de perfiles de vencimientos, sino de liquidez porque el crédito se cortó. “La deuda con el FMI se usó, en parte, para financiar los vencimientos de capital y, en parte, la fuga de capitales”, agregó.

 

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Las futuras renegociaciones con el FMI

 

¿Es posible pagar la deuda en los plazos fijados? Los economistas coinciden en que la renegociación es inevitable.

 

Hoy Argentina cuenta con un prestamista de última instancia, el FMI, que financió al país con un acuerdo stand-by por 57.000 millones de dólares, los cuales deberán comenzar a cancelarse en 2022, por un programa de facilidades extendidas. Al mismo tiempo, es el mayor deudor al momento de la firma del stand-by, porque concentra un 27,9% de los préstamos del FMI.

Guido Lorenzo, economista jefe de LCG, opinó: “Descuento que se va a renegociar. No hay mercado para pagar la deuda. Hay FMI para rato y con cualquier gobierno”. 

Gabriel Rubinstein, director de Gabriel Rubinstein y Asociados, coincidió en que habrá renegociación con el Fondo. 

“No hay chances de que Argentina pueda pagarle al FMI en estas condiciones. Hay que contar con que en los próximos años no se le pague, para tener una situación más holgada y acceder a los mercados. Es difícil que te presten cuando hay vencimientos tan altos con el FMI, que es un acreedor privilegiado”, señaló.

Pero renegociar el acuerdo requiere proponer una serie de reformas estructurales –previsional, laboral y tributaria– para que la economía vuelva a crecer en el marco de un próximo gobierno que no tendrá mayoría propia en el Congreso.

Juan Luis Bour, economista jefe de Fiel, resaltó con respecto a las reformas que «supone llevar un programa ambicioso de reformas que tiene chances de pasar por el Congreso”. Además añadió: “El acuerdo de facilidades extendidas es una financiación adicional que el FMI le da a un país porque hace reformas. No se hace porque no puede pagar. Es diferente renegociar porque no puede pagar, que renegociar y obtener más tiempo y más plata porque se compromete a hacer reformas”.

Por su parte, Marina Dal Poggetto, directora de Eco Go, coincidió en que ningún país puede devolver 57.000 millones de dólares en dos años ni “el FMI tampoco está esperando que los devuelva”. En tanto, recordó que en el marco del stand-by el próximo gobierno tendrá otro programa monetario con el FMI. “No hay sendero, habrá que reformularlo”, indicó. 

La economista entiende que este programa requiere un plan de estabilización porque la nominalidad de la economía aún es alta. “No tiene sentido reestructurar la deuda con estos perfiles de vencimientos”, afirmó. Pero agregó que la economía se enfrenta a un alto nivel de deuda con altos niveles de gasto público, alta presión impositiva con precios relativos todavía distorsionados y una baja demanda de pesos.

Los candidatos a presidente y los funcionarios del FMI lo saben, pero no están claras qué medidas tomarán todavía.

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