Las expectativas que tengo para el nuevo ciclo se dividen en dos partes. La primera parte —durante los primeros meses— va a ser muy compleja desde lo económico y lo social por una inflación muy alta.

La segunda expectativa es un gran optimismo para la Argentina que viene. Aspiro a que después de realizarse los ajustes necesarios y dolorosos, va a ser un país con mucha atracción para invertir, debido a que tenemos los recursos naturales —como energía, litio, conocimiento y agro— para que así sea.

Para llegar a ese momento vamos a pasar una etapa muy difícil. En el mercado de seguros va a ser muy complejo, porque la inflación alta incremental y la devaluación alta siempre producen un efecto financiero de corto plazo muy grande.

La prioridad del próximo Gobierno debería ser cumplir con parte de las promesas que hizo en campaña y por las que tuvo apoyo mayoritario de la sociedad, es decir, realizar un ajuste fiscal que debería ser sostenido por la política, pero que va a impactar desde el inicio en la gente, porque el aumento de precios ya se está sintiendo.

Si ese impacto que la gente va a sufrir de una inflación muy alta y aumento de precios no se traduce en una correspondencia con el ajuste fiscal, nos va a ir muy mal a todos. Mi deseo es que este sacrificio que va a hacer la sociedad estos meses se traduzca en un beneficio a futuro. Si baja el déficit fiscal y lo pone en un valor razonable, la inflación va a bajar y vamos a ser un país atractivo para inversiones y para el desarrollo.

Está claro que el desafío es enorme. Creo que siempre es muy fácil hacer diagnósticos, pero el día en que te sentás y tenés que hacer todo lo que prometiste, te encontrás con un montón de escollos.

Desde el lado de la población, la gobernabilidad la tiene, pero a nivel legislativo va a llevar más tiempo. El tema es la credibilidad, la gobernabilidad y el tiempo. El Gobierno deberá realizar un ajuste del déficit fiscal generando empleo privado y sacando de la marginalidad a la mayor cantidad de gente posible.

Para el sector de seguros, 2024 va a ser un año muy complejo. Llevamos tres ejercicios con tasas de interés negativas, lo que al sector lo perjudica muchísimo. La inflación creciente nos perjudica mucho desde lo financiero en el corto plazo.

Hay variables que con una inflación del 13% y del 20% que se avizora para los próximos meses producen desfasajes en el pago de siniestros. Los impuestos se pagan por lo que se emite a los 18 días del mes, mientras la cobranza, en el mejor de los casos en débito con tarjeta, llega a los 45 o 60 días. Eso está provocando un escenario muy complicado en el corto plazo, sobre todo en el ramo automotores.

También va haber un impacto muy fuerte en el bolsillo de la gente y una baja de coberturas. Habrá que estar muy atentos al día a día para tomar decisiones rápidas, mejorar la cobranza y tratar de manejar los siniestros con mucho ingenio y pensando mucho en que el costo medio no evolucione por encima de la inflación.

Mis próximos desafíos son mantener a la compañía con el cash flow positivo, crecer y atender a los asegurados como corresponde, cumplir con nuestras obligaciones y mantener una austeridad para que nuestros asegurados sólo tengan que pagar el costo del siniestro y el de intermediación, y nuestro costo de estructuras sea el menor posible.

Paralelamente, vamos a trabajar en proyectos de mediano plazo que este Gobierno electo se está planteando, como el seguro de desempleo, el seguro de salud y empezar a trabajar en nichos que se van a empezar a mover, sobre todo con la economía relacionada a exportaciones.

Mercantil Andina se plantea crecer cinco puntos por encima de la inflación. Estamos viendo en el mercado que hay un vuelco de compañías que no están pagando los siniestros, algo que nosotros sí cumplimos a precios lógicos. Hay que pensar en una nueva economía.