Alejandro Simón ingresó en Sancor Seguros hace 28 años y desde 2015 es el número uno del holding de la compañía aseguradora nacida en Santa Fe. Actuario de profesión, trabajó en una de las principales calificadoras de riesgo local y hace más de dos décadas aceptó el desafío de cambiar de rubro, como suscriptor junior de seguros de vida.
Hoy es el CEO del grupo líder en el mercado asegurador, que este año cumple su 80 aniversario y, además, incluye al Banco del Sol, Prevención ART, Prevención Salud, la Fundación y el venture capital CITES. El crecimiento de su carrera fue a la par de la evolución de la compañía, que nació en Sunchales en 1945 y que tuvo un desarrollo amplificado en el nuevo siglo sin perder su esencia cooperativa.
En su amplia y luminosa oficina del edificio corporativo porteño, Simón conversó con NBS sobre la actualidad del sector y el liderazgo del grupo, así como de los desafíos y oportunidades a nivel local y regional. “En la medida en que continúe la estabilización macroeconómica y no haya un proceso recesivo, los planes de expansión del grupo van a seguir adelante”, asegura.
—En el año en que la compañía cumple su 80º aniversario, ¿cómo resumiría la historia desde Sunchales hasta la actualidad con presencia nacional y regional?
—Sancor nace del sueño de unos pioneros que desarrollaron algo en el medio de lo que, luego, llegó a ser la pampa productiva, pero que en ese momento no era una zona atractiva para las aseguradoras de la época, y que hoy recordamos como una epopeya. En aquel momento lo único que había eran caminos de tierra y, de a poco, sumando muchos hitos, se fue forjando la que hoy es la aseguradora número uno de la Argentina.
—¿Cuál fue la visión y la estrategia para lograr la expansión actual?
—La reinversión permanente de todos los excedentes que genera la operación, ya que como cooperativa no tenemos accionistas, es un esfuerzo mutuo que nos permitió llegar a lo que es hoy Sancor Seguros. El desarrollo regional, la instalación de oficinas a lo largo y ancho del país, al punto de ser hoy la entidad con mayor capilaridad gracias a las 750 sedes, y siempre con la conciencia de no tener una interacción sólo comercial, de dar una cobertura y cobrar una prima nada más, sino que trascienda el mero hecho económico, para dar un respaldo y poner el hombro cuando ocurre un siniestro.
—¿El origen en el interior del país y enfocados en el campo, les dio ventajas?
—Sí claro, somos parte de las economías regionales. Pensá que una aseguradora nacida en la Capital Federal tiene allí el 70% de su negocio, mientras que nosotros tenemos ese porcentaje en el Interior. Hay provincias enteras en las que el 30 a 35% del mercado total es de Sancor.
—Sancor es la única firma que armó un banco en lugar de derivar de uno. ¿Fue una necesidad o una oportunidad para el grupo?
—Sí, así como fuimos la primera aseguradora en dar un paso fuera del país y abrir una prepaga de salud, también hemos sido pioneros en generar nuestro propio banco hace diez años. Antes de la revolución de las fintech y de Mercado Pago, nosotros vimos que había amplias franjas de la población que no estaban bien servidas a nivel financiero y entonces buscamos democratizar el acceso a estos servicios para la gente y las pymes, sobre todo del interior profundo del país. No buscábamos competir con los bancos tradicionales, sino tener una estructura acotada y los menores costos asociados a la banca digital.
—¿Qué cambia para la entidad virtual la asociación con una gran Alyc?
—Hace pocos meses el Banco del Sol abrió el capital accionario a Allaria, que es la agencia de liquidación y compensación más grande del país, por lo que Sancor tiene la mayoría accionaria pero no la totalidad. El objetivo de esta asociación tiene que ver con brindar una cobertura más amplia a las pymes, porque la aceleración que cobró la actividad financiera en la convergencia entre la banca tradicional, las fintech, los PSP y las Alyc, hace que si estás presente en solo un rubro, te falta algo y la gente tiene la vara muy alta.
—¿Qué observa en el sector en la actualidad y cuáles son las perspectivas hacia adelante?
—En los últimos tiempos mejoró mucho la situación a partir de la estabilidad macroeconómica, la baja de la brecha y la disipación del riesgo de default y, además, la gestión del regulador es muy buena. Tenemos la limitación de las distorsiones del desactualizado sistema actual, que se basa en las primas y los siniestros pagados, pero existe la intención de ir hacia un modelo de supervisión basado en riesgos. El superintendente siempre habla de regular menos, de quitar burocracia operativa, pero controlar más y que todos cumplan los requisitos, y nosotros coincidimos.
—¿Cuáles son los principales desafíos para las aseguradoras de cara al futuro?
—Un paso muy importante para que el seguro tenga una voz más clara, y sea más tenido en cuenta por quienes toman las decisiones del desarrollo, llevó a la consolidación del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Seguro (CIDES). También tenemos que seguir trabajando en la reconversión tecnológica del conjunto de las operaciones, y ahora con el agregado de la inteligencia artificial generativa, lo que implica un reto para las empresas más pequeñas, porque genera un ahorro de costos pero requiere escala para poder pagarla. Otro desafío es trabajar en conjunto por los temas que entorpecen a la actividad aseguradora, como la conflictividad laboral exacerbada, con los casos de accidentes de trabajo y los grupos de “caranchos” que viven de la desgracia ajena.
—¿Está cuantificado el nivel litigiosidad judicial sin fundamentos?
—El 80 a 90% de los accidentes laborales que van a juicio son lesiones que no existen y que el propio formato de peritos/médicos se basa en una norma que está hecha para que si determina una incapacidad cero cobra muy poco y si es alta cobra mucho. Existe un incentivo perverso a crear incapacidades donde no las hay, por montos que no van en su mayoría a los trabajadores sino a este grupo que lo rodea. Este «darwinismo social» perverso tiene que ver con que el ser humano actúa mediante incentivos y el que mejor se adapta a las circunstancias es el que triunfa, ya que la justicia casi no actúa ante el fraude.