La economía presenta un fuerte desequilibrio externo
La combinación de un enorme déficit fiscal y un amplio financiamiento externo disponible vienen generando un atraso cambiario y un importante déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Se espera que este desequilibrio se mantenga en los próximos años mientras continúe el ordenamiento de las cuentas fiscales. La economía argentina cerró el […]

17 May, 2017

La combinación de un enorme déficit fiscal y un amplio financiamiento externo disponible vienen generando un atraso cambiario y un importante déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Se espera que este desequilibrio se mantenga en los próximos años mientras continúe el ordenamiento de las cuentas fiscales.

La economía argentina cerró el 2016 con un fuerte déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. De acuerdo a los datos del INDEC, este desequilibrio se ubicó en 15.024 millones de dólares, mostrando una pequeña mejora respecto del rojo de 2015, de 16.806 millones de dólares. Nuestro país necesitó de la asistencia externa para hacer frente, principalmente, al déficit en la balanza comercial de servicios, los pagos de intereses de la deuda externa pública y privada y los envíos de utilidades de las empresas extranjeras que operan en el país a sus casas matrices. La balanza comercial de bienes cerró el 2016 con un superávit de 4.490 millones de dólares.

Se espera que este año la situación se deteriore levemente. Según un informe de Quantum Finanzas, en el primer trimestre el déficit de la cuenta corriente alcanzó el 0,3% del PBI, muy asociado a la cuenta turismo y viajes al exterior, que en términos netos arrojó un déficit de 0,5% del PBI. Según indicó la consultora, el déficit acumulado de los últimos 12 meses a marzo de este año es de 3,2% del PBI y cerrará el 2017 en un 3,5% del PBI.

“Lo que pasa con las importaciones y las exportaciones no determina el resto de la balanza de pagos, sino que lo que pasa en la cuenta capital es lo que determina lo que pasa con la cuenta corriente y las reservas. En países con fuerte ingresos de capitales, se generan déficits de cuenta corriente o aumento de las reservas”, dijo el economista Luis Secco.

“En Argentina hemos tenido hasta 2016 una fuerte salida de capitales y pérdida de reservas y una cuenta corriente que, paulatinamente, se fue debilitando y generando déficit. Cuando la confianza aumenta, se genera un ingreso de capitales, que puede ser del sector privado o público que coloca deuda en el exterior, que es lo que está sucediendo ahora”, agregó el analista.

Dante Sica, director de la consultora Abeceb, señaló, por su parte, que “seguramente este año vamos a seguir teniendo déficit en cuenta corriente. Uno tendería a pensar que en los próximos dos o tres años este déficit se irá corrigiendo y cambiando la composición. La baja del déficit fiscal implicará menos endeudamiento y el ingreso de inversiones externas compensará, en parte, el déficit de cuenta corriente, mientras la economía consolida el proceso de normalización y avanza en los ajustes estructurales”.

La cuenta corriente también muestra los vaivenes de la actividad económica. Si la economía empieza a crecer, aumentarán las importaciones.

“Hoy no hay un boom importador porque la economía está saliendo de la recesión, pero la cuenta mercancías empieza a reflejar el mayor impulso doméstico y hay un déficit más alto”, dijo Secco.

De hecho, mientras en el primer trimestre del año pasado se registró un déficit comercial de 342 millones de dólares, en el primer trimestre de este 2017 el desequilibrio ascendió a 1.088 millones de dólares.

Para Sica, en la balanza comercial habrá un aumento del déficit, debido a un comercio internacional que tracciona poco y a un reacomodamiento de las importaciones: “Si bien vemos una mejora de las exportaciones en los próximos años, depende de la cantidad y del precio de las commodities, por lo que la recuperación será lenta”.

Con respecto a las importaciones, el economista explicó que se van a recuperar de la mano de la actividad económica: “Antes del cepo cambiario, las importaciones pesaban de 15 a 17% del PBI, durante el cepo, de 9 a 10%, y el año pasado se recuperaron a 11%. Con cada punto del PBI, crecen 3 puntos las importaciones. El año pasado el producto cayó pero las importaciones subieron por la normalización del flujo productivo y del mercado”.

Para Secco, un punto clave en este rubro es la importación de energía, que representó el 8% del total: “Si la política energética tiene resultados y la Argentina reduce el componente importado de energía, la cuenta de mercancías tendrá un respiro”.

El economista Bernardo Kosacoff destacó que, en el corto plazo, ya hubo un incremento importante de la producción primaria y los proyectos de energía generarán, en tres años, un equilibrio de la balanza comercial energética. Con respecto a las importaciones, entiende que “en la medida en que la actividad no arranca definitivamente, la importación de insumos intermedios no se ha acelerado y, como el proceso de inversiones no ha tenido la fuerza que se supuso, las importaciones de maquinaria y equipos no tiene un momento dinámico. Pero, con la mejora de la actividad, se acelerarán esas compras desde el exterior”.

En el rubro servicios, el rojo está asociado al tipo de cambio apreciado que dispara el déficit de turismo (37% de las importaciones). La cuenta viajes aumentó 137% al mostrar un egreso neto de 3.598 millones de dólares. Y el egreso neto del rubro pasajes mostró un déficit de 2.205 millones de dólares.

“En la cuenta corriente, el dato preocupante es el de déficit por turismo, por la apreciación cambiaria”, resaltó Kosacoff. “Los servicios basados en el conocimiento pasan un buen momento y son uno de los sectores más dinámicos de la economía: diseño, software, servicios culturales. Es una nueva especialización de la economía y es la única área en la que se nota un clima inversor importante”, agregó.

En el 2016 el rojo en la cuenta corriente fue más que compensado por el superávit de la cuenta capital y financiera, de 29.131 millones de dólares, donde se destacó el endeudamiento del gobierno nacional, por 21.099 millones de dólares, y de las provincias, por 7.307 millones de dólares.

¿Una señal de alarma?

A lo largo de la historia económica argentina, la acumulación de desequilibrios importantes en la cuenta corriente de la balanza de pagos estuvo asociada con desenlaces traumáticos, como el de la crisis de 2001 y 2002. ¿Debe tomarse, entonces, a la situación actual como una señal de alarma con respecto al futuro?

Para Kosacoff, “acá hay preguntas de largo plazo: fundamentalmente, si es posible mantener estos niveles de endeudamiento con el contexto internacional y si este dinero se usa para cambios estructurales y para reformas que permitan soluciones de largo plazo. O si el costo de este dinero para gastos corrientes puede ser un problema a futuro en vez de ser parte de la solución”.

Por su parte, Sica señaló que “me preocupa la consistencia temporal. Si esta foto es la película o si es una foto que tiende a mejorar. Por eso es clave la cuestión fiscal. Si en el mediano plazo el déficit es igual, será una luz amarilla. Pero veo que el Gobierno avanza en reformas estructurales en cuestiones de competitividad, en las rigideces en el mercado laboral y en las regulaciones que impactan en el costo laboral y la logística. Y una señal clara es el tema de tarifas”.

Por lo pronto, los analistas esperan que la situación se mantenga en los próximos años.

Sica, por ejemplo, dijo que no ve que “en el tipo de cambio en los próximos dos años pueda haber una mejora sustancial si el déficit fiscal no baja. Si uno de los jugadores va disminuyendo sus fuentes de financiamiento, la inflación va normalizándose y no hay flujos especulativos de corto plazo, habrá una mejora del tipo de cambio, pero será marginal en los próximos dos años”.

Kosacoff remarcó que “el atraso cambiario es un tema estructural, por la fuerte entrada de financiamiento internacional. Nos hace convivir con un tipo de cambio apreciado y no hay señales de que, a corto plazo, esto se revierta. Esto tiene un impacto sobre la actividad productiva y los sectores exportables con alto valor agregado”.

El economista destacó que el Gobierno está preocupado por esta situación, pero no encuentra los instrumentos para salir con fuerza: “Los acuerdos con el sector automotriz, el textil, etc., muestran esta preocupación, pero no se perciben resultados concretos. En lo que se avanzó es en el tratamiento de la Secretaría Pyme. El Gobierno va a tener que ser inteligente en las políticas micro que vayan superando los problemas de competitividad de cada sector y, en términos macro, en ver cómo se recompone el consumo”.

Por su parte, Secco enfatizó que “el Gobierno debería dejar más claro cuál va a ser el sesgo en los próximos años: si la economía argentina estará protegida o será más competitiva y se abrirá a los mercados globales. Seguimos sin definir ni acelerar el proceso hacia una mayor integración. Es difícil que se pueda hacer ahora porque si la política de apertura es fuerte, puede comprometer el empleo en parte de los sectores de la economía, pero a largo plazo habría que definir la política comercial”.

Y recordó que cuando se abre más la economía, más se importa pero también más se exporta: “Hay mucho mito sobre la política comercial”.

Aumento de la IED

Como aspecto positivo, los economistas consultados esperan un incremento de la inversión extranjera directa (IED), lo que mejoraría la composición de la cuenta capital y financiera.

Según Kosacoff, muchos de los proyectos de inversión anunciados se van a concretar: “El sector moderno de la economía está respondiendo a los incentivos del Gobierno con el aumento de la producción agropecuaria. Y el sector energético en pocos años superará su déficit. Se va desplazando la restricción externa de la economía”.

El año pasado, la IED alcanzó 5.745 millones de dólares, por debajo de los 11.759 millones de dólares del año anterior, debido a la normalización de los giros de utilidades y dividendos al exterior y la cancelación neta de la deuda con casas matrices y filiales, producto de la salida del cepo cambiario.

“Este año es mixto porque tenemos la expectativa de una paulatina recuperación de la inversión que debería hacer que la cuenta capital vaya mejorando lentamente”, dijo Secco. Y añadió: “Es un año de transición hacia una economía en la que ingresan capitales no sólo del blanqueo y de deuda, sino también de flujo de IED”.

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