El cambio de Gobierno tras la política anterior, que claramente ha fracasado, genera expectativas. Hubo un voto muy contundente y las encuestas posteriores a la elección indican un apoyo importante al presidente Milei, y eso me parece que es un buen activo de inicio de gestión económica.

La prioridad tiene que ser reducir de forma consistente y creíble la tasa de inflación. Este año la inflación llega al orden del 180% y, evidentemente, ese es el número que resume un fracaso económico.

En ese contexto, el lanzamiento del plan de estabilización tiene que ser ejecutado por etapas. Hay una primera etapa de reacomodamiento de precios relativos (tipo de cambio, tarifas y combustible) y eso debería ocurrir, a mi juicio, en los meses de verano. Junto con esto hay que atender, además, a una cuestión muy compleja, que es un pasivo social muy significativo que puede complicar las posibilidades de corregir ese tipo de precios, porque eso, obviamente, va a acelerar la tasa de inflación.

En una primera etapa el salto cambiario va a implicar una suerte de desdoblamiento formal con un tipo de cambio comercial para exportaciones e importaciones en el mismo nivel, no como venía ocurriendo. Si es creíble esto, debería comprimir la brecha cambiaria a niveles de 50 a 60%, que es menos de la mitad de los niveles actuales.

Estas medidas tienen que trabajarse en paralelo con una posibilidad de postergar vencimientos con el Fondo Monetario durante el primer semestre del año que viene. Además, hay un vencimiento importante con los bonistas privados de más de 1.500 millones de dólares en enero, y eso no se puede postergar.

El ajuste en la caja en dólares lo van a hacer el nivel de importaciones y la actividad económica. Vamos a tener un primer semestre difícil hasta llegar a los dólares de la soja. Además estará el aporte que haga el sector de gas y petróleo en el invierno, por la menor demanda de importaciones de barcos de gas licuado y por las mayores importaciones mineras, probablemente de litio.

Pero para eso faltan seis meses, como mínimo, y en consecuencia hay que conseguir ese puente de financiamiento de dólares. En el medio habrá que ir corrigiendo la situación de precios relativos y, en paralelo, realizar el ajuste fiscal, que probablemente sea congelar el gasto en términos nominales utilizando una prórroga del presupuesto de este año.

Milei no tiene ni de cerca la posibilidad de conformar una mayoría legislativa, va a tener que trabajar mucho en ese sentido. Me parece que, de manera inteligente, arrancó con una suerte de baño de realismo, una dosis muy alta de pragmatismo y eso también ayudó a que la transición fuese desde lo financiero mucho más ordenada de lo que a priori se imaginaba.

Ahora Milei va a negociar con gobernadores que no son propios pero, a la vez, ellos necesitan el aporte del Estado nacional para terminar obras y para solicitar algunas asistencias sociales puntuales. Eso formará parte de la negociación y de la habilidad que tengan Milei y su equipo, particularmente su ministro del Interior, Guillermo Francos, para alcanzar este tipo de acuerdos.