La renegociación de la deuda debe ser rápida y amigable – Gustavo Marangoni
Politólogo   El desafío más urgente de Alberto Fernández es renegociar los pasivos. Es necesario mostrar intención de pago aunque no haya capacidad de hacerlo en forma inmediata. Además, hay que estabilizar la economía y crecer.   Son más los resultados negativos que positivos de estos últimos cuatro años, particularmente en todo lo que tiene […]

22 Ene, 2020

Politólogo

 

El desafío más urgente de Alberto Fernández es renegociar los pasivos. Es necesario mostrar intención de pago aunque no haya capacidad de hacerlo en forma inmediata. Además, hay que estabilizar la economía y crecer.

 

Son más los resultados negativos que positivos de estos últimos cuatro años, particularmente en todo lo que tiene que ver con la economía real como consecuencia de malas decisiones en materia económica y financiera, que devinieron en la devaluación de abril de 2018 con los efectos ya sabidos. Nos encontramos con una situación de caída de la actividad durante los cuatro años del último gobierno, en que se deterioraron, además, indicadores como desempleo y pobreza.

Sí se han corregido el déficit de la balanza comercial, de cuenta corriente y el del sector primario. También es cierto que el tipo de cambio real de hoy es equivalente al de 2010 y eso le da un margen a la economía y es uno de los elementos en que se puede apoyar el nuevo gobierno para encarar una recuperación.

Siempre un recambio político, independientemente del signo partidario, genera expectativas. Después, dependerá de las designaciones y anuncios que se realicen para ver cuántas de esas expectativas se confirman. Teniendo en cuenta sus principales desafíos, el más urgente es la renegociación de la deuda.

El nuevo gobierno contará con 12.000 millones de dólares de reservas, que alcanzarían sólo para los primeros cuatro o cinco meses, por lo que es evidente que hay que renegociar, y debe ser de manera rápida, de carácter amigable, con consecuencias sobre la economía que no sean muy nocivas, donde quede claro que la voluntad de pago está pero lo que no está es la capacidad inmediata de pago.

Alberto Fernández dijo que no va a pedir los 11.000 millones que restan del préstamo anunciado en su momento por el acuerdo stand-by del FMI, con lo que estaría avisando que no quiere el monitoreo del Fondo sobre aquellas medidas que anuncie.

La Argentina en este marco tiene dos prioridades en igualdad de condiciones: crecer y estabilizar. En los últimos ocho años el país tuvo crecimiento 0% y altos niveles de inflación con un piso de 24% y techos de 57%, como se espera para este año. En este sentido el acuerdo social estará vinculado a precios y salarios, para buscar contener el nivel de inflación y en un contexto donde habrá que ver cuál es el “texto” que se va a desarrollar. Es decir, qué medidas se adoptarán en materia cambiaria, fiscal, de ingresos y la política monetaria. Esos son los cuatro pilares, porque si convocan a empresarios y sindicalistas a una mesa, es en base a ciertos temas y medidas a tratar.

En este sentido, me parece que el tema del descenso de las tasas de interés es algo que va a continuar, para estar en niveles quizá positivos pero no tan arriba de la inflación, como en los últimos años, cuando llegaron a estar 20 o 25 puntos porcentuales por arriba. Estimo que posiblemente se determine alguna segmentación de política de tasas por parte del Banco Central, como cuando se estableció la línea de crédito para la inversión productiva. Allí pueden aparecer algunas iniciativas para aligerar la carga a las empresas, y a la pymes en particular.

Habrá que ver qué sucede con el tipo de cambio. Por el momento, hay consenso en que a 63 pesos, es razonable pero si se acumula más inflación será necesario ver qué políticas se toman frente a la pérdida de su performance competitiva. Con el “supercepo”, además, se frenó el drenaje de dólares, el Central pudo volver a comprar y, así, bajar las tasas de interés.

La pregunta a formular para el futuro es cómo se administrarán cada uno de esos tópicos: tasa para reactivar, acumulación de reservas para pagar deuda y un dólar que acompañe a la inflación. Son los interrogantes que quedan, pero sabemos que si bien el cepo es una solución transitoria, es presumible que se mantenga cerrado y hasta más estricto para atesoramiento y turismo. Sin embargo, hay que ver si se va a ir liberando para las empresas, porque para lograr una reactivación, se van a necesitar dólares para importar bienes de capital.

 

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