Los bonos catástrofe, un resguardo para las aseguradoras
En 2021 el 94% de los costos del mercado asegurador a nivel global se debieron a desastres naturales. Así surgieron instrumentos financieros de alto riesgo con tasas por encima de la media.

12 May, 2023
Carlos Salinas, Pablo Cabrera, Carlos Carreras

Una de las principales compañías reaseguradoras del planeta, Swiss Reinsurance Company, dio a conocer su informe anual sobre catástrofes naturales y su impacto en el sector. Según el informe, los daños económicos durante 2022 llegaron hasta 275.000 millones de dólares.

Del total de esas pérdidas, el 45% estaba afectado a coberturas de compañías aseguradoras y reaseguradoras. El resto, claro, recayó sobre personas particulares o sobre el sector público de los países afectados bajo la forma de obras de infraestructura o subsidios a los damnificados. Así las cosas, durante 2022, el sector asegurador se vio obligado a enfrentar indemnizaciones por daños ocasionados por avatares de la naturaleza.

El monto de esas indemnizaciones se ubicó un 54% por encima de los 81.000 millones de dólares promedio registrados en la última década.

De un tiempo a esta parte han ganado protagonismo nuevas formas de diversificación del riesgo, los llamados “bonos catástrofe”. Se trata de instrumentos financieros considerados de alto riesgo que cotizan en el mercado de capitales con tasas de interés muy por encima de la media y que gatillan beneficios en caso de que no ocurran desastres de esa naturaleza.

“Las catástrofes naturales tienen una tendencia creciente en los últimos 30 años. Hablamos de cientos de miles de millones de dólares anuales.» Pablo Cabrera, Allianz Group.

En diálogo con NBS, Carlos Salinas, presidente de la Cámara Argentina de Reaseguradores, señaló: “Siempre hubo en el sector una experiencia muy grande con relación al clima. En nuestra región lo veíamos más en el Caribe y en el Golfo de México y la Florida con los huracanes”. Y explicó: “En el reaseguro internacional la forma de abordar el problema era cobrar una tasa alta. Tradicionalmente, si no ocurría el evento, se le devolvía una parte de la prima al asegurado”.

Pablo Cabrera, gerente de Análisis de Riesgos en Allianz Group, destacó: “Las catástrofes naturales tienen una tendencia creciente en los últimos 30 años. Hablamos de cientos de miles de millones de dólares anuales que, a escala de 20 años, van subiendo a moneda constante”.

Para Cabrera, sin embargo, en el tema meteorológico la incidencia es más clara: «Hay vientos y lluvias extraordinarias. Lo mismo con huracanes y sequías, como estamos viviendo en la Argentina. Están apareciendo sequías prolongadas en distintos lugares del mundo. Más allá de las pérdidas económicas de la sequía en sí que pueden estar aseguradas, también hay temas colaterales, como los incendios forestales que, por ejemplo, vimos en California y en Australia”.

Mayor frecuencia

Por su parte, Carlos Carreras, bróker de seguros agrícolas de Marsh Mc Lennan, sostuvo: “Siempre las catástrofes han sido una preocupación para el mercado asegurador, lo nuevo es la frecuencia y el orden de magnitud que están teniendo”.

Para Carreras, en 2021 el 94% de los costos del mercado asegurador a nivel global se explica por causa de catástrofes naturales: «Se está empezando a ver la manifestación combinada de diferentes eventos naturales extremos. Un ejemplo en la Argentina es que tuvimos tres años consecutivos de faltas de precipitaciones que redundaron en una sequía inédita, luego vino una ola de calor, y a eso le siguió una helada agronómica. ¿Cómo es posible que una helada agronómica se produzca en el medio de una ola de calor?”.

Cabrera agregó: “El mercado de seguros en general todavía tiene capacidad y está cubriendo las pérdidas que se van presentando. Lo que puede pasar es que, como con cualquier otro activo financiero, después de un año de fuertes pérdidas suban los precios y que no todas las pérdidas se aseguren”.

Bonos catástrofe, un no tan nuevo paradigma

Con ya más de dos décadas en el mercado, los bonos catástrofe aparecen como una alternativa para diversificar riesgos por fuera del sistema asegurador. Cabrera explica que estos instrumentos son una forma de transferir el riesgo del mercado asegurador y sumar nuevos mercados a la protección. «Se están haciendo hace tiempo aunque quizás antes no eran tan conocidos. Los emiten los grandes reaseguradores. Básicamente se arma un bono para cubrir un determinado tipo de evento. Tiene un disparador que es un número determinado, por ejemplo, un terremoto de tanta magnitud y, a partir de ahí, el bono empieza a pagar las pérdidas”, explicó.

Y sobre eso amplió: “Obviamente, si no pasa nada, es muy bueno, pero si se produce una catástrofe el impacto es muy importante. Puede ser un terremoto, una sequía, tormentas o niveles de agua en represas. Suelen ser con criterios paramétricos. Son como seguros, pero apalancados en el sistema financiero. Se necesitan inversores que estén dispuestos al riesgo. En las carteras de los grandes fondos de inversión pueden ser una parte más que puede generar un buen resultado y son bonos de baja volatilidad. Podes estar diez años sin un terremoto fuerte pero el día que viene, puede ser catastrófico”.

El especialista añadió: “Era muy tentador en los finales de los 90 y los 2000 cuando se hicieron muy fuertes. No había tasas de interés muy altas y en algunos países la inversión ofrecía tasas negativas. En esa época no teníamos una relación muy fuerte entre el seguro y el sistema financiero. Ya tenemos 20 años de esos bonos que, en contextos de tasas bajas, han permitido ganar dinero”.

Para Carreras estos instrumentos suman cierta sofisticación y complejidad: «Son para un inversor de riesgo pero se han convertido en mecanismos de transferencia de riesgo muy útiles. Depende luego de la estructuración de los bonos y de los modos en que están pactados. No sólo algunos dejan de pagar intereses, sino que actúan sobre el capital. Son para un perfil de inversor que busca una alta rentabilidad y a veces se la juega”.

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