A nivel global, el lanzamiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Acuerdo de París para reducir las emisiones de gas de carbono y el calentamiento global dieron lugar a la gestación del modelo Finanzas Corporativas Sostenibles (FCS). Su objetivo es lograr que el sector empresarial no persiga exclusivamente un fin económico, sino que también pueda incorporar nuevos desafíos y criterios con una mirada social y ambiental.
En línea con estas iniciativas, a nivel local se creó en 2019 el Protocolo de Finanzas Sostenibles, que ya cuenta con el apoyo de tres cámaras bancarias y 24 entidades financieras.
Con el fin de debatir y entender cuáles son los desafíos y las herramientas técnicas disponibles para que las empresas comiencen a incorporar criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) en su gestión, NBS organizó el conversatorio, “Mercado asegurador: inversiones de impacto”, que contó con la participación de Francesco Tosi, vicepresidente de Eurocamara, Sebastián Cantuarias, CEO de Banca Ética Latinomericana y Pablo Cortinez, consultor en finanzas sostenibles.
Cambio climático y oportunidades de inversión
Al abrir el debate, Cortinez realizó un llamado de atención en relación al gap de financiamiento que existe tanto en el ámbito de la Agenda 2030 como en el Acuerdo de París que, en algunos casos, equivale a la suma de los productos brutos de cuatro grandes economías de América Latina: Brasil, México, Argentina y Colombia.
El consultor destacó que, así como el cambio climático implica riesgos físicos asociados a los desastres naturales y otros riesgos de transición, también representa una gran oportunidad de inversión en diferentes áreas como, por ejemplo, energías renovables. “En el mediano y largo plazo, las empresas ASG son más rentables, o más defensivas en una mala época, que una compañía con un enfoque tradicional”, señaló.
Otro de los disparadores del debate fue el desafío de pasar de una estrategia de responsabilidad social empresaria (RSE) a transitar el camino de la sustentabilidad y las finanzas sustentables.
En ese sentido, Cortinez destacó que existe una diferencia sustancial entre hacer una donación para plantar árboles e invertir 2 millones de dólares en un bono temático donde, además de financiar un proyecto verde, la empresa obtiene una rentabilidad. “Estamos empezando a transitar estos temas. En nuestro país son cuestiones que todavía no se tienen en consideración. Pero lo que traemos es una propuesta diferente, que va más allá de donar plata. Se trata de invertir con un propósito determinado y obtener una rentabilidad, mientras se mejora el ambiente o se impacta socialmente”.
Banca ética: ¿a quién sirve mi dinero?
Un tema clave en el conversatorio fue el papel de la banca ética para apuntalar las inversiones sustentables. Cantuarias fue el encargado de desarrollar este tema. Comenzó por plantear la pregunta que se hace la banca ética y cuya respuesta define su objetivo: ¿a quién sirve mi dinero?
A partir de este disparador surge el Triodos Bank en Europa y el desarrollo de un movimiento que dio en llamarse Global Alliance for Banking on Values (GABV), una red de bancos independientes que utilizan las finanzas para lograr un desarrollo económico, social y ambiental sostenible, y cuenta con 66 miembros en 44 países.
Algunos de los principios de trabajo y requisitos de las instituciones que integran la GABV son las inversiones en la economía real; el impacto social, ambiental y económico de su negocio; una mirada responsable del capital, la solvencia y el riesgo; la transparencia y la resiliencia a largo plazo.
En esa línea, Cantuarias enumeró las cinco claves que impulsan desde la Banca Ética Latinoamericana con el objetivo de movilizar la transformación de la industria.
- Criterios explícitos de inversión: implican tener una visión clara sobre los proyectos en los que se quiere invertir y en los que no. “Algo así como la línea editorial de la institución financiera”, aclaró.
- Inversión en la economía real: poner el foco en desarrollar rentabilidad sobre los bienes y servicios, en lugar de la rentabilidad del dinero. “Es la diferencia entre la actuación en el mercado de capitales y la economía que nos da de comer”, sostuvo.
- Incentivos orientados al impacto: pagar o no pagar bonos en función de la orientación de la organización, de perseguir la rentabilidad o perseguir objetivos de impacto ambiental o social.
- Transparencia total: qué información tienen los clientes sobre el portafolio de la institución financiera y en qué medida incide en su decisión de quedarse en una u otra.
- Gobernanza para cuidar el propósito: en la medida en que la institución financiera tiene criterios explícitos de inversión, un portafolio de inversiones en la economía real y equilibrada participación en el mercado de capitales, para ser creíble y poder sostenerlo en el tiempo tiene que tener una gobernanza alineada.
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