“Recuperamos el liderazgo en préstamos hipotecarios”
El titular de la entidad bancaria más grande del país habló sobre el fuerte trabajo que están haciendo para financiar la actividad productiva y la vivienda. Por otro lado, afirmó que es muy optimista con el gradualismo en materia económica aunque reconoció que los resultados no tienen espectacularidad. Economista de trayectoria, empresario, ganadero y hombre […]

18 Ago, 2017

El titular de la entidad bancaria más grande del país habló sobre el fuerte trabajo que están haciendo para financiar la actividad productiva y la vivienda. Por otro lado, afirmó que es muy optimista con el gradualismo en materia económica aunque reconoció que los resultados no tienen espectacularidad.

Economista de trayectoria, empresario, ganadero y hombre de confianza del presidente Mauricio Macri, Javier González Fraga asumió la presidencia de Banco Nación (BNA) en enero de este año, luego de la salida de Carlos Melconian. En los primeros meses de su mandato le dio prioridad al crédito hipotecario –mediante la incorporación de la entidad a la modalidad UVA y al ProCreAr– y al préstamo para pymes y emprendedores.

“Me siento muy acompañado por todo el personal del banco en este desafío. Les dije que me trajeran ideas pero también les pedí que disfruten, porque cada poco más de 3 minutos sale un préstamo de alguna sucursal de la entidad que convierte a una familia en propietaria. Y eso es algo que hay que disfrutar”, sostuvo.

La entidad más grande del país, que cuenta con 750 sucursales, no está ajena a los desafíos de la actualidad: “En el contexto internacional llega la competencia de las fintech y en lo local, mientras los bancos del mundo ya trabajan con spreads de entre 2 y 3 puntos, acá hemos estado acostumbrados a trabajar con spreads de 5 a 7 puntos porque la alta inflación lo permitía. Bajar la inflación es un desafío para el sistema financiero”, enfatizó.

¿Qué planes tienen para el banco en este año? ¿Qué objetivos se propusieron?

Cuando me hice cargo de este banco, hace poco más de seis meses, tomé conciencia de que poseía una excesiva liquidez y que tenía un porcentaje mucho más alto de los depósitos del sistema que de los préstamos. En mi primer encuentro con el Presidente de la Nación le dije que, siendo un banco público, entendía que no estaba cumpliendo con su misión, que está muy clara en el artículo 3º de la Carta Orgánica: es un banco que fue creado para prestar a la actividad productiva, especialmente a las pequeñas y medianas entidades productivas. Así que le dije que mi gestión se iba a caracterizar por tratar de volcar toda esa liquidez en préstamos a la actividad productiva y a la vivienda.

Hace algunas semanas anunciaron que van a prestar 35 mil millones de pesos en el segundo semestre. ¿No se trata de una meta muy ambiciosa?

Es un objetivo, pero no es sólo para hipotecarios y pymes, sino que incluye también otras líneas: personales, una línea nueva que hemos sacado que se llama Tu esfuerzo, nuestra mejor garantía, préstamos a emprendedores y microemprendedores, a municipios y provincias. Es decir, los 35 mil millones de pesos engloban a todas las clases de préstamos, aunque la mayoría puede ser que vaya a hipotecarios, seguidos por las pymes, con la Línea 700.

¿Qué líneas hipotecarias están ofreciendo?

Recuperamos el liderazgo en préstamos hipotecarios, algo de lo que estamos orgullosos. El banco no había adherido al sistema UVA ni a ProCreAr y las primeras decisiones que tomé fueron en ese sentido. Teníamos la línea Nación Tu Casa, que había funcionado muy bien, pero, al tener una tasa fija del 14%, genera una cuota muy alta y un requerimiento de ingresos del orden de 60 mil o 70 mil pesos por cada millón que se presta. La inmensa mayoría de los préstamos había sido asignada en localidades de altos niveles de ingresos como CABA, el norte del Gran Buenos Aires y algunas localidades del interior. Al incorporar la modalidad UVA, bajamos a una tercera parte la cuota, con lo cual, con ingresos de 20 mil pesos, ya se accedía holgadamente al primer millón de crédito. Por eso, hemos tenido un boom. Hoy, más del 30% de todos los préstamos que estamos dando son en UVA.

Además, hemos adherido a ProCreAr. Cuando asumí vino a verme un funcionario del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda para decirme que necesitaban que el banco pusiera 10 mil millones de pesos en el programa y yo le dije que iban a ser 30 mil millones. Eso le dio vida a esta alternativa porque hoy representamos más de la mitad del financiamiento de la misma.

Con la línea UVA, ¿cómo les quitan el miedo a los clientes sobre la indexación en un país como el nuestro, en el que en cualquier momento puede haber un salto inflacionario?

Hay dos miedos: el primero es la comparación de la Circular 1.050 con el sistema UVA. Pero la 1.050 tenía el error de indexar por la tasa de interés de más corto plazo. El préstamo UVA no tiene nada que ver con eso ya que indexa por precios, por inflación. Generalmente, el salario le gana a la inflación por algunos puntos. No siempre: en algunos años empata o pierde. Pero, en conjunto, en el largo plazo casi siempre le gana. Si indexamos la cuota por inflación, casi seguro va a acompañar al salario. Sin embargo, la disposición prevé que si la inflación le gana al salario por más de 10 puntos, esto no se va a pasar a la cuota sino que se va a estirar el plazo. De esta manera, se elimina el miedo a que se dispare la inflación.

El segundo miedo, de los últimos 2 meses, es la suba del precio del tipo de cambio porque los inmuebles, sobre todo los de clase media y media alta, están valuados en dólares. Tenemos casi 10 mil créditos preacordados que no se desembolsaron porque a la gente le subió el precio de la casa y no le alcanza. Por lo tanto, estamos tomando algunas medidas para intentar solucionar ese problema: por un lado, ampliamos el plazo de 30 a 40 años y la cuota, que afectaba el 25% del salario, llegará hasta el 30%. Según los cálculos que hicimos, esto amplía hasta un 35% el monto del crédito con el mismo salario. Además, para los préstamos que demos a partir de ahora, el banco va a ofrecer al cliente la opción de asegurar el monto en dólares. Esto se hace a través de diversos mecanismos financieros y cambiarios que tienen un costo que le tenemos que cargar al tomador.

¿Cuál es el costo?

Hoy, el mercado dice que el costo de eso está alrededor de los 32 centavos mensuales, o sea un poco menos del 2% mensual. Si vas a querer cubrirte durante 3 meses, el costo de eso puede llegar a ser el 6%.

Esto le incrementa el costo al cliente pero le permite asegurarse la cantidad de dólares que necesita. De la otra manera, aparentemente se evita un costo pero no sabe cuántos dólares va a comprar. Si quieren tener la certeza tienen que pagar un precio. Nosotros no los forzamos ni hacemos un negocio, solamente trasladamos el costo. Lo ideal sería que los precios de las casas estén en pesos pero no es el caso.

¿Qué tipo de financiamiento vienen brindando a las pymes, la otra prioridad de la entidad?

Hemos lanzado la Línea 700 –que también llamamos Carlos Pellegrini, en honor al fundador del banco– que es mucho más amplia y flexible. En lugar de tener una línea para cada rubro, como teníamos, decidimos tener un marco general que va hasta 15 años en préstamos ajustables por inflación y hasta 10 años en préstamos en pesos o en dólares con tasas fijas o flotantes. Tratamos de pedir mínimas garantías. Damos préstamos para inversión o para capital de trabajo pero siempre partiendo de la base de que el que entiende del negocio es el tomador del crédito y no el banco. La idea ha sido dejar más flexibilidad. Una característica de mi gestión es tratar de tener más criterio y menos normas. Este banco tiene una cultura de tener todo escrito y definido; yo quiero que esté menos definido y que haya más aplicación del buen criterio de los gerentes. Lo que queremos es prestar, financiar la inversión. Yo creo que la misión de la entidad es fundamentalmente atender a los que no atiende el resto del sistema.

La economía: en el camino correcto

A la hora de analizar el rumbo económico, el funcionario se mantiene fiel a la postura que viene manifestando desde el inicio del mandato de Mauricio Macri. En marzo de 2016, varios meses antes de asumir en el Nación, ya le había expresado a NBS Bancos y Seguros que “es necesario todo el shock posible y todo el gradualismo necesario. Arreglar de golpe lo que necesita tiempo no es arreglarlo. Cuando se aplica un shock y se produce una redistribución del ingreso fuerte e insostenible política y socialmente, implica una solución temporaria porque a la larga gana la política”.

¿Qué evaluación hace de esta primera mitad del mandato de Cambiemos?

En primer lugar, estamos en el camino correcto. Y hablo en primera persona porque no me siento espectador de la política económica sino partícipe de un equipo económico muy bien integrado, tanto en Hacienda, como en Finanzas, en el Banco Central y en los demás ministerios. Creo que se ha logrado evitar una crisis mayúscula –a la cual estábamos dirigidos– con la salida del cepo y el arreglo de la deuda con los holdouts. Esas fueron dos medidas fundamentales. Se adoptó una política gradualista con la que, por primera vez en 70 años, la salida de una etapa de populismo no se hizo pasándole el costo a los que menos tienen, con una brutal caída del salario real. A casi dos años de haber asumido, el salario real está en los mismos niveles que estaba antes. Cayó durante un tiempo pero se ha recuperado en los últimos meses.

Es cierto que hay una caída en el consumo pero parte de ella tiene que ver con el esfuerzo que vienen haciendo miles de familias para acceder a la vivienda. Debe haber no menos de medio millón de familias que están juntando plata para acceder al crédito hipotecario. Ya sea ProCreAr, con el 10%, o todos los demás, con el 20%, los préstamos exigen juntar una parte en efectivo.

Entonces, vamos bien. Falta mucho porque se eligió un camino gradual. Esta vez la recuperación del tipo de cambio es mucho más lenta, la caída de la inflación también y la baja del salario real fue temporaria y muy moderada. Para resumir, soy muy optimista en cuanto al resultado de esta política económica, que creo que está muy bien llevada a cabo, aunque soy consciente de que los resultados no son espectaculares porque el enfoque utilizado es gradualista, para minimizar el costo social.

O sea, que considera que se debe mantener este rumbo después de las elecciones.

Los analistas políticos nunca pueden decir que las elecciones son poco importantes y todos hablan de que son cruciales, pero estoy seguro de que el día después van a decir que nada cambió demasiado. Yo creo que hay tres cosas que van a quedar muy claras después de estas elecciones: la primera es que este gobierno no va a tener ninguna dificultad en terminar su mandato, es decir, no va a perder gobernabilidad porque va a haber sacado un número de votos bastante parecido al de octubre de 2015. La segunda es que Cambiemos va a quedar afirmado a nivel nacional como una fuerza capaz de disputar una reelección y éste es un dato sobre el que van a tomar nota muchos de los que quieren invertir. El tercer tema es que el sector más populista no va a haber pasado del 15% de los votos a nivel nacional y no tendrá ninguna posibilidad de volver a ser gobierno. Si estas tres conclusiones se dan y los analistas políticos dicen estas 3 cosas después de octubre, brindaremos porque es lo que la Argentina necesita para que todos juntos construyamos un país razonable.

¿Ve a los empresarios acompañando este proceso?

Hay de todo. Hay empresarios que extrañan la década fácil, donde estaban hiperprotegidos, con créditos subsidiados y cazaban en el zoológico. Por supuesto, no les gusta competir. Eso es razonable: si un empresario tiene un camino fácil y otro difícil, es lógico que opte por el fácil. Por otro lado, veo a los otros empresarios, de una generación más joven, que vienen empujando. Por ejemplo, la gente de Mercado Libre o de IguanaFix. Ellos quieren competencia y un mundo abierto.

Por otra parte, para poder generar inversiones, también tenemos que bajar la inflación. Hemos bajado la inflación a la mitad y es la menor en 9 años, sin haber aplicado ninguna magia monetaria ni una caída del salario real.

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