Se avanzó en poner a punto los motores para que la economía empiece a andar
Es discutible si se podría haber hecho un ajuste fiscal más fuerte después de las elecciones. Hubiera sido muy riesgoso. En la gente no había conciencia de una situación de crisis como en el 2001 o en la hiperinflación, en donde estaba más dispuesta para salir de eso. En este caso, para muchos, no había […]

27 Dic, 2016

Es discutible si se podría haber hecho un ajuste fiscal más fuerte después de las elecciones. Hubiera sido muy riesgoso. En la gente no había conciencia de una situación de crisis como en el 2001 o en la hiperinflación, en donde estaba más dispuesta para salir de eso. En este caso, para muchos, no había que hacer nada.

Este año el objetivo del Gobierno se centró en poner la economía a punto para crecer. Veníamos de años sin crecimiento, desde 2011, con un tipo de cambio arbitrado a niveles muy bajos, sostenido con controles de cambio y con una brecha muy grande entre el cambio oficial y el blue.

La falta de dólares, el cepo, los límites a las importaciones, el default y la escasez de crédito externo llevaron a la actual administración a diseñar una estrategia de shock. Esta estrategia en torno al cepo cambiario, al tipo de cambio y al default fue de impacto y en el camino hubo medidas que, aunque fueran graduales, fueron duras, como el aumento de tarifas en los servicios públicos, que tuvo sus idas y vueltas y generó incertidumbre. La gente no sabía con qué dinero contaba, a lo que se sumaron los aumentos escalonados que recién ahora recompusieron el salario a niveles del año pasado.

También se trabajó mucho en mejorar la estructura de funcionamiento del sector público, donde se tuvieron que destrabar muchos sectores, desde el mismo Banco Central, que tuvo que adoptar nuevas normativas para su mejor funcionamiento. Lo mismo pasó con la Comisión Nacional de Valores (CNV). En su importante rol de emisión de papeles estaba muy trabada, sobre todo en moneda extranjera, por lo que se trabajó en la nueva Ley de Mercado de Capitales. En el tema de la obra pública fue muy importante la revisión de muchos contratos para asegurar que los costos se reduzcan. En muchos casos se los llevó a la mitad.

Al mismo tiempo, muchos empezaron a invertir, cosa que no pasaba desde hace mucho tiempo, como el caso de Pampa Energía y la compra de Petrobras Argentina. Era impensable que una empresa argentina consiguiera crédito externo para comprar una empresa extranjera.

En definitiva, fue un año en el que se avanzó en poner a punto los motores para que la economía empiece a andar. Esperamos que arranque. Aún no lo hizo, pero se sentaron las bases para ello.

Es cierto que existe una apreciación real del peso. El problema es que en Argentina, en medio de la suba de tarifas y la devaluación, existía un riesgo inflacionario grande de una mayor depreciación del tipo de cambio. Con la devaluación que hubo, a pesar de que muchos agoreros del desastre predijeron niveles descontrolados en la suba de precios, la realidad es que la inflación subió y ya bajó. Claramente, eso tiene un costo: un período de tasas de interés muy altas y tipo de cambio bajo. Esto se debería empezar a corregir de ahora en más. Hay que tener en cuenta que otro de los legados del gobierno anterior es que se destruyó el mercado de capitales en el país. No había inversores ni moneda y todo esto se está reconstruyendo. Empiezan a entrar dólares y la apreciación expresa esta recomposición. Creo que, de ahora en más, veremos mejoras, en algunos casos más lentas que en otros.

En este marco, el endeudamiento ha crecido, pero si uno mira los números, se dará cuenta de que empezamos de una base muy baja. Lo único bueno del gobierno anterior fue el bajo endeudamiento frente a los malos indicadores en pobreza, inflación y reservas. Esta base del 24,5% del PBI da cierto margen. Si se compara con cualquier país de Latinoamérica, es baja. Si llegamos de acá a 4 o 5 años al 33% del PBI y ahí se queda, no sería un problema. Esto requiere dejar de producir déficit fiscal lo antes posible, por ahí no el año que viene, que es un año electoral, pero sí hacia el 2018, para llegar a un balance fiscal equilibrado.

Es discutible si se podría haber hecho un ajuste fiscal más fuerte después de las elecciones. Hubiera sido muy riesgoso. En la gente no había conciencia de una situación de crisis como en el 2001 o en la hiperinflación, en donde estaba más dispuesta para salir de eso. En este caso, para muchos, no había que hacer nada. Claramente, la situación no era tan grave como en una crisis, pero era ciertamente compleja.

Considero que se sentaron las bases para el crecimiento, si bien no fue un buen año desde el punto de vista económico. Si uno mira lo que esta abajo, los cimientos del edificio, se ha hecho mucho y esperemos que los frutos vengan el año que viene, si no va a ser duro.

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