A todo vapor
Tras un primer semestre en donde el Gobierno mostró una relativa moderación en la utilización de la emisión monetaria por parte del Banco Central como fuente de financiamiento, en julio la máquina de imprimir dinero comenzó a funcionar a todo vapor, con una emisión de 180.000 millones de pesos a lo largo del mes. Y, […]
Editorial NBS Agosto

6 Ago, 2021

Tras un primer semestre en donde el Gobierno mostró una relativa moderación en la utilización de la emisión monetaria por parte del Banco Central como fuente de financiamiento, en julio la máquina de imprimir dinero comenzó a funcionar a todo vapor, con una emisión de 180.000 millones de pesos a lo largo del mes.

Y, a juzgar por la multiplicidad de medidas que la administración tomó en los últimos meses para mejorar las chances de los candidatos del oficialismo en las próximas elecciones, y que implican nuevos desembolsos por parte del Tesoro, como la reducción del impuesto a las ganancias a los trabajadores, el cuasicongelamiento de las tarifas de los servicios públicos, el bono para los jubilados o la ampliación del programa Casa Propia, entre otros, todo indicaría que la máquina va a continuar funcionando a pleno, al menos hasta noviembre.

Sin duda, el Gobierno ya no cuenta para apelar a este recurso, que, en el peor de los casos, debería ser extraordinario, con la justificación de la emergencia económica provocada por la pandemia. Hoy es electoralismo puro.

Inevitablemente, el costo de todas estas medidas se presentará en algún momento luego de los comicios, bajo la forma de mayor inflación, desvalorizando nuestros ingresos y tenencias de pesos. Pero, como ya han hecho con éxito numerosos gobiernos en el pasado, las autoridades confían en que la mayoría de los argentinos no van a asociar una cosa con la otra y, si lo hacen, ya las elecciones van a haber quedado atrás.

Por eso, frente a esta nueva campaña electoral, es importante recordar que, si queremos tener algún día una economía que crezca en forma saludable, debemos erradicar, de una vez por todas, esta práctica espuria con la que el gobierno de turno se apropia de una parte de los ingresos de la población sin tener que sufrir el costo político de la creación de nuevos impuestos. Este comportamiento y el enorme déficit fiscal con el que está asociado generan un horizonte de gran incertidumbre con respecto a los precios relativos y el nivel de la carga tributaria que torna sumamente difícil tomar decisiones de inversión. Obstaculiza, de esta manera, el principal motor del crecimiento en una economía capitalista.

Un hecho positivo de la actual campaña electoral relacionado con este tema es que uno de los precandidatos a diputado nacional de Juntos por el Cambio anunció, hace pocos días, que va a presentar un proyecto para garantizar la independencia del Banco Central, con el objeto de impedir que la entidad sea utilizada para financiar las necesidades del poder ejecutivo y eliminar, así, una de las causas centrales de la inflación.

Esperemos que este tema se instale en el debate político y que los votantes entiendan la importancia crucial que tiene para el futuro de la economía argentina.

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