Una de las primeras medidas que tomó Joe Biden el 20 de enero, pocas horas después de haber asumido como presidente, fue el reingreso de los Estados Unidos al Acuerdo de París sobre cambio climático. La decisión dejaba atrás el alejamiento dispuesto por su predecesor, Donald Trump, y fue entendido por los analistas como una manera de marcar que la política ambiental estaría en el centro de su agenda.

De esta manera, la urgencia por tomar acciones que mitiguen el aumento de la temperatura promedio del planeta volvió al centro de la escena e hizo que las metas propuestas en París parecieran, de pronto, más alcanzables.

“Es fundamental que Estados Unidos haya vuelto al acuerdo. Porque estaba claro que si ellos, que son uno de los principales emisores, no hacían nada, los demás países iban a ser reacios a cumplir lo pactado”, sostuvo Lourdes Manrique, fundadora de la iniciativa Hablamos por el Cambio Climático.

La especialista agregó, además, que la decisión de Biden puede ser de ayuda para concientizar sobre la urgencia de actuar sobre el problema y que la sociedad debe reclamar políticas ambiciosas para evitar el aumento de la temperatura global.

Acciones concretas

Manrique destacó que hay acciones que pueden tomar todas las personas para ayudar a controlar los efectos de la actividad humana. Cambiar hábitos de consumo, usar menos el auto y preferir el transporte público o la bicicleta. Sin embargo, reconoció que lo más importante es presionar para que las políticas públicas se orienten hacia un modelo de producción económico más amigable con el planeta.

“La principal acción que puede tomar una persona es reclamarles a los políticos que cumplan los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Que las decisiones sean ambiciosas y eviten que la temperatura aumente más de 2 °C con respecto de los niveles anteriores a la Revolución Industrial”, explicó.

Efecto pandemia

La pandemia de COVID-19 hizo que en la primera mitad de 2020 las emisiones de carbono se desplomaran. Las cuarentenas impuestas alrededor del mundo para combatir la pandemia redujeron considerablemente el uso de combustibles fósiles y demostraron el fuerte impacto negativo que tienen en el medioambiente.

Entre otros efectos visibles, los especialistas concuerdan en que el cambio climático no es sólo temperaturas más cálidas y contaminación en las ciudades, sino también inundaciones, sequías, lluvias más intensas y prolongadas. Incluso, aunque parezca contradictorio, olas polares en lugares donde antes no llegaban.

Diagnóstico

En la Argentina, se produjo un incremento de 0,5 °C entre 1960 y 2010, por debajo de la media mundial, de acuerdo con la Tercera comunicación nacional de cambio climático. Sin embargo, en algunas zonas de la Patagonia el incremento fue superior a 1 °C.

Luz Falivene, cofundadora de la Fundación Sustentabilidad Sin Fronteras, anticipó: “Tarde o temprano estos fenómenos afectarán la actividad económica. Por ejemplo, si cambia el régimen de lluvias y se incrementan las temperaturas, el agricultor tendrá que cambiar la época de siembra o el tipo de cultivo. Se deberán hacer cambios con mayor frecuencia, con el consiguiente incremento de costos”.

Al mismo tiempo, remarcó la necesidad de que el sector privado se involucre en acciones concretas. Para ello, es necesario identificar y estudiar cuáles son los impactos del negocio y las oportunidades que se abren.

“Ahora aparecen los seguros por eventos climáticos. Es una discusión que se tiene que profundizar en el país”, destacó.

En su opinión, las condiciones para que los objetivos de París se cumplan están dadas. Y el hecho de que los Estados Unidos y China hayan acordado trabajar de manera conjunta es importante: “Hay convicción, pero la cuestión es traducirlo a acciones concretas y ver cómo se van a generar las transformaciones necesarias. Porque 2030, el primer plazo fijado en París, está a la vuelta de la esquina”.