El colapso del Silicon Valley Bank, ¿viene otra crisis financiera global?
La caída de la famosa entidad bancaria encendió las alarmas ante el temor de que se convirtiera en la punta del iceberg de una nueva debacle.

20 Abr, 2023

La crisis iniciada en marzo por el sorpresivo colapso de Silicon Valley Bank (SVB), el mayor banco de los Estados Unidos en quebrar desde 2008, aún genera incertidumbre sobre la liquidez del sector financiero, el crédito y los incumplimientos. Estos son factores que podrían atentar gravemente contra la economía global, y provocar un posible efecto contagio en distintas partes del mundo.

Sin ir más lejos, por fuera de los Estados Unidos, Europa también estuvo convulsionada. En el Viejo Continente, el epicentro tuvo como protagonista al banco suizo Credit Suisse, así como también, en menor medida, a algunas entidades más chicas, que dieron muestras de inconsistencias en las últimas hojas de balances que presentaron.

Según los especialistas, esta vez fue diferente a los eventos registrados en 2008 y 2009, cuando 165 bancos colapsaron en ese par de años. En esa ocasión, la corrida bancaria no tuvo que ver tanto con que los depositantes retiraran sus fondos, sino con que los ahorros de los inversores profesionales desaparecieron de la noche a la mañana. Ese financiamiento se esfumó por dos motivos: las entidades como Lehman Brothers tenían demasiado apalancamiento financiero y estaban muy expuestas a los bonos hipotecarios.

La caída de SVB, banco prestamista clave para la industria tecnológica desde 1980, sigue golpeando a los mercados pese a la intervención del gobierno estadounidense, y a la compra del 100% del paquete accionario por parte de First Citizens.

Más allá de las particularidades de cada caso, persiste el fantasma de una nueva depresión. Es que la caída de SVB, banco prestamista clave para la industria tecnológica desde 1980, sigue golpeando a los mercados, pese a la intervención del gobierno estadounidense para garantizar los depósitos de los clientes, en una primera instancia, y a la compra del 100% del paquete accionario por parte de First Citizens, en segundo término.

Contexto global convulsionado

El presidente ejecutivo de JPMorgan, Jamie Dimon, alertó en una carta recientemente enviada a los accionistas, que “la crisis bancaria de los Estados Unidos continúa y su impacto se sentirá”. Escribió: “Aún no ha terminado y no está claro cuando concluirá. E incluso cuando haya pasado, habrá repercusiones en los próximos años. Las probabilidades de una recesión aumentaron de forma considerable”.

Sus pronósticos coinciden con los de otros analistas que hacen hincapié en que la tormenta sigue amenazando a la economía mundial, ahora bajo un nuevo estrés: la desconfianza y la pérdida de credibilidad que originó el suceso.

“La caída de SVB puso a todo el mundo muy nervioso. Los inversores institucionales no se sienten conformes con la idea de poseer acciones de ciertos bancos en este momento. La gente se asustó. SVB fue históricamente sólido y estuvo bien gestionado. Si tuvo problemas, muchos se preguntan qué pasará con otros de menor calidad y reputación”, planteó en declaraciones recientes R. J. Grant, jefe de Negociación de Keefe, Bruyette & Woods en Nueva York.

En línea con él, según el economista de la firma Epyca Consultores, Joel Lupieri, “la caída de SVB está generando nerviosismo tanto en inversores como en los demás bancos que tienen posiciones en treasuries americanos”. Por eso, de ahí el temor a un contagio en cadena.

El analista subrayó que se observa un risk-off, una percepción generalizada de riesgo alto que hace huir a los inversores de ciertos activos, un fenómeno que se da a nivel mundial en momentos como este, cuando estas alternativas de inversión decaen y se privilegia la búsqueda de liquidez debido a la incertidumbre.

Es por eso que, de acuerdo a Diego Martínez Burzaco, head of Research and Strategy en Inviu, “el primer eslabón de contagio tiene que ver con el proceso flight to quality, que implica que mucho dinero va hacia los bonos del Tesoro estadounidense y sale de los activos de riesgo, eso presiona a la baja las cotizaciones de acciones y bonos”.

El impacto en América Latina

No obstante, aunque en un primer momento América Latina resultó afectada por el suceso, el evento no tuvo demasiados alcances, al menos por ahora. Los especialistas argumentan que todavía resulta prematuro determinar cuáles serán las consecuencias.

Para la calificadora de riesgo Moody’s Investors Service, el derrumbe de SBV no afectará fuertemente al sistema bancario de América Latina. Marianna Waltz, managing director de la firma, señaló en un informe reciente que la mayoría de los sistemas bancarios de la región se concentran en entidades grandes, sólidas y altamente diversificadas. En consecuencia, consideró que la concentración por segmento hacia una sola industria es relativamente limitada, lo que les da cierto blindaje a las estructuras bancarias regionales.

Expuestas a otros riesgos, propios del escenario latinoamericano, y reguladas por un estricto marco normativo, de acuerdo a Moody’s, que analizó la solidez de distintas instituciones de la región, las entidades cuentan con equipos más preparados para gestionar situaciones como esta, por su experiencia en lidiar con períodos prolongados de altas tasas de interés y acelerada inflación.

Según el reporte, los bancos de América Latina suelen tener acceso constante a los depósitos como fuente de financiamiento, ya que dependen mayormente de los mercados locales en lugar de los internacionales, por lo que se reduce la exposición a quedarse sin efectivo.

En tanto, el estudio Bancos en América Latina afrontarán efectos secundarios de la turbulencia provocada por SVB, realizado por la división S&P Global Ratings, puntualizó que, si bien los recientes problemas que enfrenta la industria en los Estados Unidos se amplificarán con un derrame al resto de las regiones, los bancos de América Latina están bien preparados para afrontar shocks externos gracias a sus altos niveles de provisiones y sólidos niveles de capital regulatorio.

Golpe al ecosistema fintech

El año comenzó con el pie izquierdo para las start-ups, con una seguidilla de noticias que dieron cuenta del declive que atraviesan gigantes del rubro, con suspensiones de los proyectos, achiques de presupuestos y ajustes en las plantillas laborales con despidos masivos, frente a un negocio que creció aceleradamente y luego se desplomó.

Tras el ocaso del boom que experimentaron, al menos una treintena de compañías argentinas (incluyendo a grandes como Buenbit, Ualá y Lemon) junto con filiales de multinacionales, finalizaron 2022 replanteándose su modelo de negocio, en un contexto en el que acusaron recibo, en mayor o menor medida, de los cambios que se dieron a nivel global y local.

Lo cierto es que el año pasado se quebró la racha de crecimiento sostenido y ahora, tras la tormenta, enfrentan nuevos desafíos mientras intentan retomar los planes de expansión. El sector se encuentra con un panorama signado por el menor capital y el mayor riesgo reputacional, una dificultad extra a la hora de mover fondos.

Aunque las start-ups que tenían su dinero en SVB pudieron recuperar su capital, podrían no encontrar un sustituto, porque se trataba de una institución referente en el otorgamiento de venture-debt (deuda de riesgo), un tipo de financiamiento usado por las start-ups para acceder a capital con una menor dilución que el levantamiento de una ronda. Todavía hay un riesgo latente, aunado a la desaceleración del venture-capital en el mundo.

En este derrumbe, las más afectadas fueron las fintech, ya que SVB además de financiación de deuda de riesgo, también era una pasarela para pagos comerciales y la aceptación de pagos en línea. Justamente, en esas alianzas, no se comercializaba como banco, sino como socio tecnológico financiero.

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