El desafío de frenar la desertificación del suelo
El 40% del territorio nacional enfrenta un proceso de deterioro de los suelos. El 27% de la provincia de Buenos Aires tiene la misma dificultad.
Desertificación del suelo

6 Sep, 2022

De las 278 millones de hectáreas que componen el suelo argentino continental, la degradación de la tierra por la erosión avanza a un ritmo de 650.000 hectáreas por año. La desertificación, como es conocido técnicamente este fenómeno, conlleva importantes pérdidas económicas y sociales. Según un informe oficial del Ministerio de Ambiente de 2018, el 40% del territorio nacional atraviesa un proceso de deterioro.

En Villarino, a 700 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, se sufre de manera directa esta erosión. Las tierras fértiles de este partido bonaerense de más de 30.000 habitantes son utilizadas para el ganado y una variedad de cultivos, como el trigo, la cebada, la cebolla y el ajo. Sin embargo, este suelo se está volviendo árido y esto impacta negativamente en los niveles de productividad y la calidad de vida de la población. El 27% de la provincia de Buenos Aires tiene la misma dificultad.

La desertificación suma desafíos adicionales, como el manejo del agua. Ana Di Pangracio, directora ejecutiva adjunta de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), recordó que el 75% del suelo del país tiene naturalmente tierras secas (TS), zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por lo que el 60% del territorio está en condiciones de déficit hídrico. “Esto resalta la importancia y necesidad de gestionar responsablemente el recurso del agua, sobre todo en zonas que lo necesitan y para esto se requiere una gestión integrada”, sostiene Ana Di Pangracio.

La problemática de la erosión de los suelos alcanza a todo el mundo. En 1992 se sancionó la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) en la ciudad de Río de Janeiro. Algunas sociedades se fueron adaptando a esta recomendación internacional y Argentina fue pionera en la materia, al aprobarla en 1996 con la Ley N.º 24.701, cuando se instituyó el Plan de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (PAN).

Vanina Pietragalla, asesora del Observatorio Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación, que encabeza el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, remarca: “Los procesos de degradación son naturales y antrópicos. Nuestro rol es importante, no solo desde la acentuación de la problemática, sino porque somos los actores principales para resolver el problema”.

Experiencias sustentables

Desde el Estado, la Dirección Nacional de Planificación y Ordenamiento Territorial, a cargo de Maia Hoffman, articula alrededor de 23 “sitios piloto” donde ejecutan experiencias de desarrollo sustentable.

“Argentina es referente regional y global desde la creación del Observatorio de Degradación de Tierras y trabaja con el Conicet, el INTA, las universidades nacionales, provincias y actores locales”, afirma Pietragalla.

“Lo que se busca es replicar experiencias exitosas. En Entre Ríos, desde terrazas de conservación que buscan evitar la erosión; los cultivos de ‘servicios’ en la región pampeana para mantener la cobertura del suelo; o el manejo del bosque nativo en la Puna”, ejemplifica.

El sector privado también tiene sus apuestas vinculadas al uso del agua. La empresa Amanco Wavin ofrece soluciones para la conducción de agua potable a presión o por gravedad. En esa oferta, aparecen desde sistemas de riego hasta productos que buscan canalizar el agua de lluvia, para infiltrarla, recolectarla y conservarla para su reúso o para ser retenida por un tiempo para evitar inundaciones.

Desertificación del suelo

Víctor Guajardo, gerente general de Amanco Wavin, manifiesta: “Este tipo de soluciones, por lo general, son más económicas y rápidas de ejecutar que las soluciones de alcantarillado tradicional. Además de que son fácilmente adaptables para funcionar como un componente paisajístico en la zona de intervención”.

En cuanto a los productores, Pietragalla asegura que hay colaboración cuando se conocen las herramientas, ya que adoptar usos del suelo adecuados “es redituable” para las actividades agrarias, porque permite “recuperar el ecosistema” y también “mantiene el recurso” económico.

“Una práctica sostenible devuelve nutrientes al suelo y lo mantiene cubierto ante la erosión eólica. Esta intervención genera un beneficio que no se suele cuantificar”, afirma.

La deuda ambiental

Sin embargo, existen asignaturas pendientes: “Un manejo adecuado del ganado y de los pastizales favorece la coexistencia entre herbívoros domésticos (como los ovinos) y especies nativas (como el guanaco). Es por eso que desde FARN creemos en la promoción de un manejo adecuado y responsable de la actividad ganadera, con respeto por la integridad ecológica de los ecosistemas naturales, que incluya a las especies de fauna silvestre que cada hábitat alberga naturalmente”, afirma Di Pangracio.

“La lucha contra la desertificación alcanza a todos los sectores de la sociedad, y claro que no está exento de ello el sector productivo. Lo que se necesita es legislación, políticas y planes a todos los niveles del Estado: nacional, provincial y local”, remarca la directora de la ONG ambientalista.

Entrevistados: Ana Di Pangracio, directora ejecutiva adjunta de Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Vanina Pietragalla, asesora del Observatorio Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación, encabeza el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Víctor Guajardo, gerente general de Amanco Wavin.
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