La industria del biodiesel se expande en el mundo y retrocede en Argentina
Este año la producción local cayó 16%, en gran medida por la baja de las exportaciones de este combustible. Cómo se prepara el sector para salir de esta crisis y qué previsiones tiene para el año próximo

27 Nov, 2023

Un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) trazó un panorama difícil para el desarrollo de los biocombustibles. Tras ser uno de los sectores con mayor posibilidades de crecimiento, los factores climáticos y las dificultades económicas e institucionales internas formaron un caldo de cultivo para que la actividad retroceda.

«La industria de biodiésel en Argentina se encuentra ante una tormenta perfecta. La sequía ha impactado fuertemente en la dinámica del sector durante este 2023, lo que la llevó a operar con niveles de capacidad ociosa, incluso mayores a los observados durante la pandemia. Sin embargo, esta coyuntura es un contratiempo más para un sector que ya acumula varios años de estancamiento», señalaron Matías Contardi, Guido D’Angelo, Emilce Terré y Julio Calzada, en un reporte reciente de la entidad sobre la evolución del sector en los últimos años.

De acuerdo a este grupo de expertos, desde 2010 la capacidad instalada de esta rama subió a un ritmo promedio anual de un 12%, mientras que la producción hizo lo propio al 7% anual. Se construyeron 38 biorrefinerías y la provincia de Santa Fe fue el núcleo central del rubro, ya que alcanzó una capacidad teórica de 4,6 toneladas métricas a nivel nacional. La exportación promedió un millón de toneladas anuales.

Pero desde 2017 comenzaron los problemas, ya que hay retroceso promedio del 10% anual en la elaboración. «Para consolidar esta caída al cierre de 2023 se espera llegar a niveles mínimos de producción, por la utilización de poco menos del 33% de la capacidad instalada en el país”, señala el informe.

Los países emergentes liderarán el crecimiento de la demanda de biocombustibles en 2023 y 2024, con la India, Brasil e Indonesia como los protagonistas de este mercado.

En el mundo, sin embargo, la situación es muy diferente. En la pelea por la energía y los recursos renovables, los países emergentes liderarán el crecimiento de la demanda de biocombustibles en 2023 y 2024, con la India, Brasil e Indonesia como los protagonistas de este mercado.

De acuerdo a estas estimaciones, se prevé que la demanda global de biocombustibles se incremente en un 11% para 2024, el equivalente a 18.000 millones de litros nuevos, traccionada por la necesidad de suministro de energía tras la invasión de la Federación Rusa a Ucrania.

Sin reglas de juego

Los actores del rubro coinciden en que Argentina desaprovechó el escenario internacional. Por problemas internos, pero también por infortunios naturales y cambios en la lógica del mercado. “Venimos con altos y bajos continuamente. No tenemos reglas de juego a largo plazo, y estamos viendo otros países limítrofes, como Brasil, que vienen aumentando el consumo de biocombustibles y nosotros bajamos. Tenemos que decir que fue un año atípico por el tema de la sequía”, consideró Matías Bolzán, presidente de la empresa BioNogoyá.

Según este ejecutivo, impacta en la realidad local que los commodities pasaran a regirse por valores de oferta y demanda, y no por “Chicago o las retenciones, como toda la vida se hizo”, explicó. Y mencionó que fluctúan mucho el aceite de soja y sus subproductos.

“La sequía impactó mucho y tuvimos que cambiar las formas del manejo comercial de los insumos, trabajar con valores a futuro y comprar a largo plazo. Desde la cámara que nos nuclea trabajamos en sintonía con la Secretaría de Energía de la Nación. Debía ser automático el precio, pero continuamente tenemos sobresaltos en el precio del aceite y quedamos fuera del valor de venta”, agregó.

Por ley, el organismo estatal que regula la energía establece mensualmente el precio que reciben los industriales por su biodiésel, valor que estuvo congelado desde el 23 de agosto, cuando se llevó a 434.000 pesos la tonelada, un 15% por debajo del precio de equilibrio, según los cálculos de las empresas, y que no les permite cubrir los costos de producción. La norma indica que con el precio fijado, las elaboradoras de biocombustibles deberían poder cubrir sus costos operativos y tener cierta rentabilidad.

La devaluación del peso posterior a las PASO del 13 de agosto colocó en una situación crítica a muchas empresas que producen biodiésel.

La distribución del biodiésel argentino estuvo centrada en dos aspectos principales: satisfacer la tasa de corte obligatoria en el mercado interno y atender la demanda en el mercado externo. Estas proporciones han variado a lo largo de los años, en gran medida, por la tasa de corte vigente y la demanda de diésel para mezclar.

Pero la devaluación del peso posterior a las PASO del 13 de agosto colocó en una situación crítica a muchas empresas que producen biodiésel. El titular de la Cámara Santafesina de Productores de Biodiésel, Federico Pucciarello, confirmó que por el atraso en el precio del biocombustible, que está fijado en pesos, y por los largos plazos de pago por parte de las petroleras, desde septiembre numerosas plantas frenaron su producción.

“El 99% de nuestros insumos son en dólares, mientras tenemos un precio de venta a las petroleras en pesos. Esto hace que el negocio se paralice ante la noticia de la devaluación”, coincidió Bolzán. Aunque si bien es cierto que hubo una actualización del precio posterior a la depreciación de la moneda, las dificultades continuaron.

Ante este escenario, los pequeños y medianos empresarios, a través de las cámaras que los agrupan (CEPREB, CASFER y CAPBA) enviaron un “pedido desesperado” al Gobierno por la “situación insostenible de una industria que viene soportando el aumento de costos y la falta de precio oficial para poder operar”.

Acomodada la situación política tras las elecciones generales del 22 de octubre, el ministro de Economía, Sergio Massa, respondió a algunos reclamos. Luego de visitar una planta productora de bioetanol (Bio4) en un acto en Río Cuarto, Massa anunció junto a la secretaria de Energía, Flavia Royón, un acuerdo para la nueva fórmula de precio que regirá a partir de diciembre para el combustible elaborado en base al maíz y a la caña de azúcar. La expectativa es que los precios del bioetanol, tanto de caña (+ 35%) como de maíz (+ 21%) brinden previsibilidad al sector sobre los valores futuros.

En la actualidad, la participación del bioetanol en el corte con la nafta es del 12%, mientras que en biodiésel es del 7,5%, con el gasoil. En los anuncios oficiales, el ministro encomendó a trabajar en el aumento del corte del bioetanol y establecer un nuevo marco normativo que permita converger con el modelo brasilero y dar un salto cuantitativo del corte del 12% a un corte del 25%.

Oportunidades y desafíos

Mientras las pymes intentan surfear la ola, las grandes empresas buscan aprovechar las oportunidades. La cerealera global Bunge y la petrolera Chevron adquirieron recientemente Chacraservicios, una compañía que se enfoca en Camelina Sativa, un cultivo de cobertura que contiene altos niveles de aceites vegetales, clave para la producción de diésel verde. La intención es mejorar el acceso a la escasa materia prima necesaria para satisfacer la creciente demanda de diésel renovable.

“Bunge se orienta a ser un fuerte proveedor de la industria de los biofuels. Es una 2.0 que tiene la capacidad de transformar aceite en combustibles. En esta transición energética que estamos haciendo hacia fuentes de energías renovables los biofuels son la posibilidad de las empresas de oil & gas de transformarse hacia verdes, con fuertes inversiones se están transformando refinerías de petróleo en refinerías en base de aceites, grasas y aceites usados”, indicó Jorge Bassi, gerente de Marketing y Nuevos Negocios de Bunge.

A diferencia de otras empresas, que requieren insumos importados, Bunge apuesta a “ponerle cabeza a la agricultura”. Y señaló en declaraciones públicas: “Argentina no tiene que bandearse con un uso agresivo de insumos, que fue la solución en muchos lugares del mundo. Esto nos obliga a hacer una agricultura con mucha agronomía para que estos cultivos cumplan un rol específico”. Y especificó: “La fecha de cosecha de cultivo de la Camelina es más rústica y más corta, esto abre un montón de posibilidades”.

Para Alfonso Romero Vedoya, director ejecutivo de Cono Sur de la multinacional Cofco, “hay un potencial latente” para que los productores agropecuarios de Argentina se involucren en el desarrollo de las energías renovables.

“Brasil ha podido capitalizar todos estas oportunidades que el mundo nos ha brindado en términos de precios, de demanda, de necesidad de crecimiento, de infraestructura, con empresas de insumos y también de biocombustibles. Hoy los biocombustibles son una ecuación importantísima del campo. Acá estamos ‘blendeando’ (sic) muy poquito, pero si miramos a Estados Unidos o Brasil, ellos mezclan su producción de aceite y el 50% terminan produciendo biocombustible. En la matriz de precio, la energía para el productor pasa a ser una variable muy importante en la conformación del precio de la soja”, explicó.

Según el ejecutivo de Cofco, la agenda como país va a estar marcada por la deforestación y los requisitos internacionales para la venta de los productos y subproductos de la agroindustria al exterior. “Sabemos que a partir del 1 de enero del 2025, Europa sólo va a permitir el ingreso de mercadería que esté certificada libre de deforestación. Esto implica un trabajo en toda la cadena, desde los campos que necesitan ser georreferenciados para garantizar que la producción argentina esté originada en superficies que no fueron deforestadas después del 31 de diciembre de 2020. Es un nuevo paradigma que el mercado pide”, apuntó Romero Vedoya.

“Necesitas tener la cadena trazada e identificada. Argentina lanzó una plataforma a través de CIARA que se llama Visión Sectorial del Gran Chaco, que es la plataforma que pretende reunir todos los requisitos que va a pedir Europa y para que todos los productores puedan certificarse y estén habilitados para vender a este destino”, completó.

Desde la mirada de Romero Vedoya, Argentina es un proveedor de gran reconocimiento mundial: “No importa la cantidad de conflictos o diferencias que pueda tener localmente, inclusive este año durante la sequía o años pasados, con distorsiones a veces que tenemos en el mercado doméstico, Argentina siempre ha cumplido en tiempo y forma todos sus compromisos comerciales. Ese es un activo que tenemos y podemos seguir capitalizando. “Seguimos siendo un país agroexportador, solamente consumimos alrededor del 20% de lo que producimos, con lo cual la exportación sigue siendo nuestro camino y las empresas están listas para dar ese paso apenas estén las condiciones dadas”.

Para ese posible despegue, Argentina ya manifestó su adhesión a partir de 2024 a la Iniciativa Global Biofuel Alliance que fue lanzada en el marco de la reunión de ministros de energía de los países miembros del G20 e invitados especiales. Mientras tanto, hay una perspectiva de crecimiento en las economías desarrolladas. Se estima que la demanda de biocarburantes aumentará un 6% entre 2022 y 2024 (5.700 millones de litros), sobre todo en Estados Unidos y Europa, que tienen interés en reforzar su seguridad energética.

Ahora bien, para algunas empresas, pensar al mediano plazo todavía presenta dificultades y limitaciones dado el contexto político local, que va a cambiar a partir del 10 de diciembre con el recambio de Gobierno.

“Todas las energías de este negocio están puestas en lo financiero, por los altos y bajos en el tipo de cambio, y en la forma de trabajar al cumplir el máximo del cupo. No se piensa en inversiones de aguas arriba o abajo del biodiésel. Es imposible una inversión a largo plazo cuando hay infinidad de cosas para hacer. Hoy el único aceite viable es la soja por las famosas retenciones, y no hay otro aceite que le pueda competir”, manifestó Matías Bolzán, de BioNogoyá. Sin embargo, matizó: “El argentino está acostumbrado a los sobresaltos y cambia rápido. El tema está en la confianza. El que venga va a tener que generar mucha confianza para poder creer y volver a reinvertir. La política se tiene que dar cuenta de esto y es lo que puede hacer crecer al país”, concluyó.

“Hoy los biocombustibles son fundamentales en nuestro mercado. Estados Unidos transforma en energía el 50% de su producción de aceite. En nuestro caso, el aceite es el 42% del valor del producto que producimos. La mitad de eso, en Estados Unidos, se transforma en combustible. Lo mismo pasa en Brasil y el maíz, que se transforma en etanol. La correlación que tiene el producto que producimos, que para nosotros es alimento para el mundo, ya es energía. En Argentina esa ecuación todavía es muy baja. Es superimportante que todos los productores empiecen a pensar que en la hectárea de campo que están sembrando hay un 20% de algo parecido a un pozo de petróleo. El país puede encaminar esta política de biocombustibles que tanto necesitamos y que tan retrasada está con respecto a lo que han hecho otros países”, reflexionó Romero Bedoya.

Share This