La primera edición del congreso Misión Atlántico se realizó a finales de junio en Comodoro Rivadavia con el objetivo de poner la protección del océano Atlántico Sur en la agenda global de conservación.

Con la premisa de que es necesario conocer para proteger se dieron debates en torno a la biodiversidad marina, las amenazas que enfrenta y las herramientas para su preservación y uso sostenible.

En las disertaciones se hizo constante la reflexión de que la creación de áreas marinas protegidas (AMP) es una cuestión de voluntad política.

“Chubut tiene 31.000 kilómetros cuadrados de posibilidades de conservación marina. No se trata de ir en contra de alguien, sino de regular una posibilidad de trabajo donde cuidemos la conservación, donde podamos regular de qué manera se lleva adelante la extracción de un recurso en una de las provincias principales en la explotación pesquera”, afirmó Juan Pablo Luque, intendente de Comodoro Rivadavia, ciudad organizadora del evento.

La problemática de fondo

Las amenazas que sufre la biodiversidad marina son los embates de la pesca excesiva, la sobreexplotación, la contaminación y la acidificación de los océanos.

El foco de conversación de Misión Atlántico estuvo puesto en lo que pasa más acá de la milla 200, en las aguas de jurisdicción nacional del Mar Argentino. En el 2022, nuestro país se comprometió a la meta global de conservar y gestionar el 30% de las zonas terrestres, marinas y costeras para el 2030, pero hoy no cuenta con una hoja de ruta clara para alcanzarla.

La pesca de arrastre, el método de pesca más destructivo, es el más usado en el país: un mínimo de 30% de lo que se pesca se descarta al mar sin vida.

Entre los puntos en contra que enfrenta el cuidado del océano se cuenta que sólo el 7,8% del Mar Argentino está protegido. Además, la pesca de arrastre, el método de pesca más destructivo, es el más usado en el país: un mínimo de 30% de lo que se pesca se descarta al mar sin vida. Así, diversas especies de tiburones y rayas están en peligro crítico de extinción.

Los ejes que se abordaron

Los científicos argentinos Flavio Quintana, Andrea Michelson, Eliana Zuazquita y Mariano Coscarella hablaron sobre la biodiversidad marina de nuestro país, que abarca desde diferentes especies de ballenas hasta grandes aves marinas y moluscos.

Se presentó un mapeo de las áreas marinas protegidas en Argentina. Claudio García, miembro de la Dirección Nacional de Áreas Marinas Protegidas, destacó la importancia de su buen manejo y la necesidad de aumentar su número y tamaño.

Por su parte, Shirley Binder, consultora en Pew Bertarelli Ocean Legacy, habló sobre cómo Panamá logró proteger más del 54% de sus mares, y sobre su experiencia en el proceso de establecimiento del Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical, en el que se lograron acuerdos vinculantes entre distintos países. “Un área marina protegida con pesca de arrastre no es un área protegida”, enfatizó.

Uno de los ejes claves del congreso fue la conexión entre la protección marina y el uso sostenible de los valores pesqueros y la economía nacional. Mario Gomez, fundador de Beta Diversidad, declaró: “Las áreas marinas protegidas generan derrame de poblaciones de peces que colonizan otros lugares. Donde se protege la biodiversidad aumenta en un 700%», lo que confirma la relación positiva entre conservación marina y desarrollo productivo. Además, expertos en recursos pesqueros, pesca artesanal, contaminación marina, pesca ilegal y sobrepesca presentaron propuestas que buscan sinergias para una gestión efectiva.

El activismo estuvo presente en las disertaciones de Federico Pellegrino (Eco House), Gina Suriani (Bioguia), Lucía Castro y Camila Pignocchi (Fundación Sin Azul No Hay Verde), quienes resaltaron la necesidad urgente de actuar.

“Como argentinos, muchas veces le damos la espalda al mar”, expresó Camila Pignocchi, para destacar la importancia de realizar este tipo de encuentros para unir esfuerzos y llevar a cabo estrategias efectivas en la protección y conservación del mar.