Un éxito que podría ser un fracaso
Al cierre de esta edición, comenzaba a debatirse en el Congreso el blanqueo de capitales, este nuevo intento por reincorporar a la economía los miles de millones de dólares no declarados que los argentinos tienen en el exterior o en cajas de seguridad. La decisión de avanzar con este nuevo blanqueo puede ser interpretada como […]

22 Jun, 2016

Al cierre de esta edición, comenzaba a debatirse en el Congreso el blanqueo de capitales, este nuevo intento por reincorporar a la economía los miles de millones de dólares no declarados que los argentinos tienen en el exterior o en cajas de seguridad.

La decisión de avanzar con este nuevo blanqueo puede ser interpretada como un intento del Gobierno por aprovechar la oportunidad que brinda un contexto internacional más hostil para aquellos que buscan ocultar su dinero de las autoridades impositivas, con la cada vez mayor frecuencia de eventos tales como los Panama Papers o los Swiss Leaks, que dejaron al descubierto información financiera sensible de miles de presuntos evasores, y la mayor predisposición de los gobiernos a cooperar en la lucha contra los defraudadores del fisco.

Pero también puede ser vista como una necesidad política, no sólo para recuperar la iniciativa luego de haber sufrido un traspié con la sanción de la ley antidespidos, como algunos observadores señalaron, sino también como una herramienta para llegar con la economía en mejores condiciones a las elecciones del año que viene. Posiblemente, empieza a resultar cada vez más evidente para los estrategas del Gobierno que la inversión privada no muestra el entusiasmo con el que se soñaba inicialmente y que la inflación viene con demasiado impulso como para detenerse a tiempo para la campaña. Y las cuentas fiscales no dejan demasiado espacio para el electoralismo si no se quiere llevar al límite de sus posibilidades el margen de endeudamiento que hoy existe.

Es en este contexto que el blanqueo se presenta como una interesante posibilidad: por un lado, podría permitir incrementar el gasto público sin tener que apelar a una mayor emisión de deuda. En segundo lugar, aumentaría el ingreso de divisas a nuestra economía, lo que mejoraría las chances de mantener el dólar contenido una vez que se termine la liquidación de la cosecha de soja y más allá de lo que suceda con los flujos financieros. Este punto es esencial porque, a la luz de la evolución que vienen teniendo los precios y la situación sindical, un cierto grado de apreciación real del peso será indispensable para llegar con una inflación razonable a las elecciones, además del impulso adicional que puede brindar generando una recuperación en el poder de compra de loscenteros.

Sin embargo, un eventual éxito del blanqueo podría ser la antesala de un nuevo fracaso. Porque podría ser para la economía lo que es un analgésico para un enfermo. Puede generar una situación de bienestar temporal pero cuando se termine la dosis recetada por el médico si no atacamos las causas de la afección el dolor volverá y lo hará con creces. Esto podría suceder con la economía. Una vez que se agoten los fondos provenientes del blanqueo, si el Gobierno no siguió avanzando con las medidas necesarias para poner en orden la economía, puede encontrarse con desequilibrios similares a los de diciembre del 2015 pero con menos confianza y capital político para afrontarlos.

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