El resultado de las elecciones primarias del último 12 de septiembre reflejó claramente la dramática situación en la que nos encontramos: existe un 42% de la población por debajo de la línea de la pobreza tras diez años de estancamiento económico. Asimismo, mostró que la gran mayoría de la sociedad vio este año al Gobierno más preocupado por ganar tiempo y llegar a las elecciones con los pocos dólares que le quedaban que por encontrar soluciones y mostrar un rumbo que devuelva las esperanzas a los miles de argentinos que tienen grandes dificultades para generar su sustento.
El claro mensaje que el electorado ha dado, de confirmarse el próximo 14 de noviembre, puede permitirle al presidente Alberto Fernández plantarse frente a los socios de la coalición gobernante que traban las medidas económicas que se requieren para que la economía argentina retome la senda del crecimiento.
Si Fernández, finalmente, se decide a responder al clamor popular con un programa económico sólido que establezca las bases para poner en marcha un proceso de crecimiento, cuenta con una gran ventaja con respecto a su antecesor. La perspectiva de continuidad con la que contaría este programa, que sería compartido en sus lineamientos esenciales por la principal fuerza de la oposición, le daría una gran potencia que podría, incluso, tornarlo redituable de cara a las elecciones presidenciales del 2023.
Sin duda, uno de los factores que impidieron, durante el mandato de Mauricio Macri, la llegada de la prometida “lluvia de inversiones” fue la amenaza permanente del regreso del kirchnerismo al poder y la reversión de todas las iniciativas que se estaban llevando adelante para generar un clima favorable para la inversión privada, lo que finalmente se concretó en el 2019.
Por el contrario, si Alberto Fernández hace oídos sordos al rechazo que ha generado su gestión en cerca del 70% de la población, entonces no sólo va a garantizar la derrota de su coalición en las elecciones presidenciales del 2023, seguramente por un margen más amplio que el de esta contienda legislativa, sino que también va a ser responsable de demorar dos años más la puesta en marcha de la economía argentina sólo para satisfacer las demandas de un sector de la población que hoy ha quedado reducido a una clara minoría.
Y esto tendrá un costo enorme en términos sociales y económicos. Más allá de los efectos de la pandemia, los diez años de estancamiento económico son el principal factor detrás del crecimiento de la pobreza, la gran tragedia de nuestros días y un enorme motivo de tristeza para todos los argentinos.